A mi me pasa algo parecido, no se a qué achacar concretamente el que este juego me parezca tan bueno, seguramente porque es un poco la consecuencia de muchas cosas buenas. Lo cierto es que me siento como me sentía con la NES. Esa sensación de alucine y de querer seguir jugando sin parar. De verdad que desde entonces no volvía a sentir eso con un juego. Quizá Mario 3D World me diese algo parecido, pero nunca de manera tan intensa como este Zelda.

De todas formas, empezaré por lo malo…

Los gráficos son una porquería, hay que decirlo claro. Me da igual que la distancia de dibujado de las montañas sea brutal, si luego me tengo que comer unas texturas pobres o un pop-in exagerado. Probad por ejemplo a acercar mucho la cámara a Link. Es un monigote feo, plano y simplón, a la altura de juegos de hace dos o tres generaciones. Esto, en el personaje principal es inaceptable, no hablamos de un secundario.

Aun así, gráficamente es precioso. Cuando no te detienes a buscar el fallo y simplemente disfrutas el escenario, te encuentras con el bosque de Mononoke, un lugar precioso y lleno de vida, con los atardeceres más bonitos que he visto nunca en ningún juego, con una variedad de plantas, animales y enemigos notable, efectos climáticos de lo más variado y rico… Ahora bien, no pases mucho por el bosque encantado, porque la niebla hace que los FPS caigan en picado (aún con el parche) y la verdad es que te saca un poco del juego.

Hay mucha gente que dice que esto pasa porque hablamos de un port de Wii-U, yo no lo veo así. Creo que lo que pasa es que se han marcado unos objetivos en cuanto a mapeado demasiado ambiciosos y quizá las máquinas no den para tanto. Seguro que con algo más de optimización se podría haber sacado algo más, pero la sensación de que Switch nace coja de potencia no me la quita nadie.

Siguiendo con lo malo, la historia es muy corta. De poco me sirven las secundarias, las semillas y todo eso. Yo quiero más Zelda, más luchar contra Ganon, más tener que investigar. El sistema de mazmorras no me molesta y el concepto de los santuarios me encanta, pero lo cierto es que para acabar con el malo, sobra con… ¿Diez horas? Inaceptable.

Sobre todo porque algunas secundarias son una risa, por lo malas que son. Hay una bastante larga en la que tu misión se limita a llevar leña a un menda, después hablar con alguien en la otra punta del mapa, volver a llevar leña al primer menda, volver a hablar con otro en otra punta del mapa… Y así tres o cuatro veces. No hay puzzle, no hay investigación, no hay desafío. Es simplemente ir a hacer la compra con una lista. Un relleno artificial.

De todas formas y aquí viene lo bueno, estas misiones insulsas en las que te limitas a ir de un sitio a otro haciendo recados, se disfrutan porque el simple hecho de pasear por la pradera es una delicia. No se decir por qué, pero escalar, algo tan simple como escalar, es divertido y agradable. Nada que ver con juegos como No Man’s Sky (la estafa del siglo), que también pecan de ser simuladores de recados, pero es que en este juego, además, es un soberano coñazo ir por ahí recogiendo piedras.

Así que no se cual es el secreto, lo único que tengo claro es que hacía mucho tiempo que no disfrutaba así un juego. Este pequeño cartucho ha conseguido que aparque la PS4, todas las series y películas que quiero ver y los muchos proyectos de bricolaje que tengo a medias.

Si hay que poner una nota… Pues no se. Supongo que un diez es lo que mejor representa lo bueno e importante que es este juego. Es un antes y un después en una saga de las más importantes del mercado, así que la valentía que han demostrado al cambiar tanto el concepto de los Zelda de siempre es algo digno de ser reconocido. Y el resultado ha sido casi impecable.