Aunque entiendo que la victoria de Alonso lo haya tapado, quiero reivindicar desde aqui la figura de Alejandro Valverde, un deportista ejemplar y clarividente como pocos que triunfa en un deporte tan duro como el ciclismo profesional. Ayer se adjudicó la medalla de plata en el Mundial de ciclismo de Madrid, su segunda tras la de hace dos años y tras haber sido sexto y haber ayudado a Freire (y de qué manera) a obtener su tercer oro mundialista. Un tipo capaz de ganar al sprint casi a cualquiera, de ganar en la montaña casi a cualquiera, de estar dos meses sin competir tras una lesión y llevarse una medalla, de aparecer siempre en el momento decisivo sin esconderse nunca en el resto de la carrera. Para mi es un genio, un hombre espectáculo, pero a la vez muy humilde a la hora de hablar. Uno lee la entrevista que le hicieron ayer en El Pais y luego ve el mundial y uno dice: este tio es un mago. A mí, que me aburre soberanamente, una serie de coches dando vueltas sin más y adelantandose en boxes, me fascina el deporte del ciclismo: duro, emocionante, situando al hombre y al deportista muchas veces al limite. Y allí, Valverde es un genio.