No me suelo predisponer. Me guste más o menos, jamás me condicionan las opiniones precedentes; sean buenas o malas. Todavía recuerdo cuando de chavalote me mosqueé con el comentario de algunos al salir de ver en pantallón Tiburón: "Es que te la pitan de tal manera que después no es tanto, compadre". Y yo, con el corazón encogido, no entendía de qué hablaban. Aunque esto me suele pasar a menudo cuando leo a otros. Lo mío debe ser enfermedad crónica, amor loco, o complejidad freudiana. Vaya usted a saber... pero no pienso cambiar. Después de ver la película de las vainas, ¡me encanta la diferencia!
Fin del rollo.