No resulta sencillo hacer una valoración inicial del UHD Alita, Battle Angel. La complejidad técnica de su creación, se subdivide en múltiples disciplinas artísticas, fusionadas en un único conjunto final, que hace necesario indagar e ir yendo, en la práctica, uno por uno. Es un rompecabezas digital, en que casi cualquier elemento, se ha procesado y renderizado de una forma distinta, pero que desemboca en una misma relación, iniciada y finalizada en un master 3,5K (aprox.), que en estos días las cámaras Arri 3D utilizadas, consiguen el estándar máximo que pueden ofrecer. Es decir, ‘Alita’ no parte de un 4K nativo, y sí de un reescalado a 2160p obteniendo muy buenos resultados dentro del nuevo formato. El film de Robert Rodríguez funciona respecto al UHD, cómo una especie de símil de lo que fueron los formatos, lo que son, y lo que pretenden ser; por eso Alita no se entiende bien si separamos arte y técnica.
La imagen de ‘Alita’, retomando mi última frase del párrafo anterior, es una de las más desiguales en el buen término que he visionado. Sus interiores en habitaciones, la Clínica de Dyson Ido, y algunas localizaciones de La Fábrica, son puramente 2D (dentro de su innegable tridimensionalidad) y más agradecidas al ojo humano. Tienen un nivel de luminancia más alto, y una definición superior en rostros, perfiles, y objetos. Existe mobiliario, generado por ordenador, que me hace preguntarme seriamente si no será real por mucho que no lo sea. Las caras humanas de Christoph Waltz, Jennifer Connelly, o Mahershala Ali, se baten en duelo con el acabado digital de Rosa Salazar. Esos planos conjuntos en la enfermería, y esos abrazos digitales aparecen con un acabado muy hermoso dentro de la Ultra Alta Definición. Son momentos muy distintos a los que ofrecen los “exteriores” en la Iron City o las perspectivas de Zalem. Es aquí donde el nativo 3D baja de forma sutil la definición, con el proposito de jugar en otros aspectos diversos: como son las batallas, las calles, y los partidos de Motorball; y en donde entra inteligentemente el uso del HDR. Es dentro de esas calles apocalípticas, en lo alto de esos cielos rasgados, y en el subsuelo corrupto, cuando uno de los mejores contrastes que he visto hace su aparición. Las armaduras, los diseños de vestuario, y la oscuridad de la fotografía de Bill Pope se ven claramente beneficiados. Todo ello en contraste con colores negros, y azul violáceos de los neones, y siempre teniendo en cuenta las siluetas humanoides y su integración dentro de la amalgama total. Es un conjunto de viejas y novísimas técnicas, en beneficio de la globalidad de la película. Esas técnicas que se dan la mano, y nos hacen soñar con un siguiente escalón en la calidad, inseparables a artes prístinos, y a los que Rodríguez no quiere renunciar.
El sonido Dolby Atmos (Versión Original) es una delicia. Pocas veces se puede tener una mezcla tan de referencia. La claridad de las voces y sus matices, se mezclan con la partitura de Tom Holkenborg, y un diseño de sonido transparente en la que un canal nunca solapa a otro. Los graves reverberan en su justa medida, sin eclipsar la producción multicanal, dejando disfrutar de muchísimos elementos sin opacidad. La música de Dua Lipa y su ‘Swan Song’ en los créditos suena cómo nunca, superando al CD de la OST.
Fox realiza una autoría de disco excelente. Todo dentro de un BD66 muy bien aprovechado, y usando el ratio 2.39:1, consiguiendo una enorme inmersión cinematográfica, y la posibilidad de usar el HDR10 +, o el Dolby Vision, en los que se puede comprobar una tasa de metadatos muy dinámica que obtiene unas prestaciones de élite; con dependencia de lo que se quiera conseguir, y sin renunciar a la visión original del director. Los discos estan preciosamente serigrafiados para la ocasión, en contraposición a lo que ha venido Fox haciendo en sus últimos lanzamientos.El subtitulado es de un ligero color sepia, y facilita su lectura en caso de necesitarlos.
‘Alita, Battle Angel’ es una de las cúspides de Fox dentro del formato, si nos atenemos a los parámetros de una película actual. En su codificación sin duda encuentro una de las varas de medir. No hay fallos, hay emoción, en una producción cinematográfica no plenamente comprendida, que fusiona pasado presente y futuro. Una de los discos imprescindibles del nuevo formato.