No sólo tenemos al personaje de Forky, un ejemplo fascinante de lo que es la creación, de lo que es dar vida y propósito a algo (aunque el pobre Forky tenga claro que es otro muy diferente), también tenemos a Woody. Un Woody que ve como su momento ha pasado, como poco a poco pasa a ser un simple de recuerdo de tiempos mejores (al fin y al cabo, no ha superado del todo su separación de Andy). Un Woody que finalmente decide pasar página y VIVIR por primera vez y preocuparse un poco por sí mismo.
Luego lo aderezamos todo con un par de momentos tan siniestros como deliciosos, una villana cuyo mayor pecado es querer ser amada, un genial Duke Kaboom y el citado excelente acabado visual de Pixar et voilá: MAGIA.