Siempre he mantenido que el hecho de comprar una película es un acto libre y que, aunque el precio influya (especialmente en negativo) no va a ser el factor decisivo para que alguien que no disfrute coleccionando películas las vaya a comprar.
Todo bien tiene el máximo precio que alguien esté dispuesto a pagar por él. En el caso de bienes de producción en serie (que no son objetos únicos, vamos) tendrá el máximo precio que la mayoría esté dispuesto a pagar.
Evidentemente, ahora mismo en España, sólo un pequeño porcentaje de la población (de los compradores habituales) va a comprar películas a 25 euros. Y en términos generales la inmensa inmensa mayoría de españoles no va a comprar películas ni a 50 céntimos, ya que no les interesa en absoluto hacerles un hueco en su casa.