Terminada la tercera temporada.
Nada, esto va como un tiro. Es otra Sopranos (que no otra Breaking Bad, aunque lleguen las tres a cotas altísimas, The Wire se acerca más a la genialidad por el camino de su hermana de la HBO que de por el camino de la de la AMC), manteniendo intacto el nivel tras tres temporadas.
Antes de ver la serie pensaba que cada temporada era diferente y por tanto era una antología (The Wire pese a su condición de serie casi-siempre-número-1 en listas, no es tan famosa si no se ha visto, y yo que soy mucho de la cultura popular, desconocía los nombres de McNulty y cía) pero al empezar la serie supe que los personajes se iban manteniendo pero lo que si se daba era que cada temporada afrontaba una temática distinta. Lo que ocurre con las dos primeras vaya. Pero entonces en la tercera regresamos al tema de las calles del oeste de Baltimore y me quedé algo confuso.
Pero para nada. Cierto es que en buena parte se vuelve a los escenarios de la primera y, sobre todo, a la trama de Barksdale y Bell, pero perdemos algo del punto de vista de los agentes, y ganamos el de dentro de la organización. Por otra parte se le añade toda la temática política, que funciona al final como un argumento con personajes conectados entre si.
De la tercera temporada destaco que parece algo menos enfocada a personajes y más a la trama pero es sólo eso, cuestión de enfoque voluntario, no un defecto. De hecho los personajes que son superados por sus tramas son todos los que ya conocíamos previamente mientras que los nuevos sí reciben la atención necesaria. Y lo hacen con la fórmula The Wire: casi sin darte cuenta, sin efectismos, ni siquiera juegan con escenas claves donde pienses ah ok.. El comandante es un tipo tal, simplemente nos acercamos a ellos y tú, si quieres, ya juzgarás. The Wire no juga a los antihéroes por mucho que al final sientas empatía por Stringer Bell (normal, es lo más estiloso de una banda realmente sucia) o que no todos los buenos actúen como lo harían en una serie pre-HBO o en una de las que aún quedan con formato antiguo (buenos, malos, moralina final, premio al espectador, final feliz etc).
La lucha entre Barksdale y Bell se cuece desde el principio pero su resolución es tan opaca, rápida y sin efectismos que te seduce igual o más que la que tienen muchas veces Walter y Jesse en Breaking Bad. Y eso que inicialmente uno piensa que la postura de Bell tiene todo el sentido pues, al final terminas pensando que, a su modo,Spoiler:Spoiler:
La parte política es mucho mejor. Lo es porque al final tienes de todo, coherente con la serie y real como la vida misma. En alguna otra serie lo que hace Colvin sería premiado, para el personaje y para el espectador pero no. Tan sólo queda su propia sensación de haber hecho lo correcto pero el hacer las cosas bien con la narrativa y los personajes hace que no tengas problemas en darte cuenta de que en el fondo fue más un gran acto de inocencia, probablemente ilegal y punible, y que sus superiores ni siquiera juegan el papel de malos ejecutivos, sino que desde su punto de vista actúan correctamente.
Y lo mismo ocurre con el concejal Carcetti. A la serie ni le importa si te cae bien o no. En ningún momento, ni uno, ni-uno, actúa sinceramente o porque cree hacer lo correcto. Está haciendo política y en ese camino si hace o dice algo que se acerca más o menos a algo que nos guste, pues mejor, pero es tan sólo casualidad pues como digo en ningún momento deja de hacer todo lo necesario para avanzar en su carrera.
El final de temporada, eso sí, tiene una dosis sorprendente de final feliz conpero es consecuente con lo visto hasta el momento, además ahí termina el asunto pues lo de los altos mandos de la policía termina con un resultado ajeno a si nos gusta o no, y lo de Carcetti termina en su mayor momento de demagogia política.Spoiler: