Yo la vi ayer y seríamos unas 25-30 personas en la sala; en la media de lo que suele ser habitual en los Yelmo Megapark de Barakaldo en un estreno normal. Eso sí, después del intermedio, note en la penumbra de la sala alguna cabeza menos viendo la segunda parte![]()
… y es que la película es COJONUDA, pero indudablemente no es para todo los públicos. Son casi cuatro horas de un film cuyas secuencias se cuecen sin prisa y a fuego lento. Hay escenas bastante contemplativas para los estándares actuales, que en cualquier otra peli se habrían cortado por mor de la concisión narrativa, pero que aquí sirven para dar poso emocional a todos los personajes. Pienso por ejemplo en….
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Todo ello hace que el film tenga una cualidad cuasi contemplativa, que contribuye a la impresión de estar asistiendo a una vida entera, a una epopeya no solo de nuestro protagonista, sino de toda una época, la de la postguerra en Estados Unidos y la ola de emigrantes que ayudó a construirla.
Y en eso la peli acierta de pleno. Atesora momentos y escenas de muchos quilates, con una construcción de puesta en escena elaboradisima, con planos secuencia que potencian las interpretaciones de los actores, todos estupendos, pero con mención especial, como se ha comentado ya, de unos Brody y Pierce, que están inmensos en sus papeles.
Adrian Brody en especial le da una profunda dimensión humana a László Tóth, ese arquitecto destrozado por sus vivencias durante la guerra, imperfecto en su vida personal, pero con un don y una visión muy especial del mundo a través de sus revolucionarias ideas arquitectónicas, que se convertirán en obsesión y válvula de escape para sus muchas frustraciones vitales. Es el alma de la película, y el que nos lleva a través de todo ese mundo de podredumbre humana al que se enfrenta a lo largo de tres décadas.
Hay secuencias brillantísimas, que no veía desde hace tiempo en una sala de cine. Por destacar sólo unas cuantas:
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En definitiva, una peli cuyo visionado ideal es en una sala de cine, saboreandola en toda su grandiosidad (y también, porque no decirlo, en toda su grandilocuencia). Es (salvando las distancias, claro está) una experiencia similar a lo que suponía la historia de “La puerta del cielo” de Cimino con respecto al nacimiento de EE.UU. como telón de fondo. Comparten en cierto sentido esa clase de narrativa… y eso es algo que no se ve últimamente en el cine americano…
Un saludo.