Siempre es satisfactorio (a priori) que el autor de una obra vuelva de un modo u otro, como director o productor, aunque no es sinónimo de calidad asegurada, claro está.
La lógica de Cameron es comprensible, eliminar T3, Salvation y Génesis, es pura coherencia autoral. Estas tres secuelas son perversiones de los dos capítulos que forman Terminator. Obvian el tono y la propia narración pasa a estar al servicio del espectáculo, sin mencionar la reiteración de personajes reducidos a autoparodias.
Lo único reseñable, medianamente digno del universo Terminator, es la serie The Sarah Connor Chronicles, a pesar de ser una serie de un nivel medio-bajo, funciona como un spin-off con muchas ideas coherentes y fieles al espíritu de las películas originales. Su desarrollo puede gustar más o menos, sus licencias tonales (con un target de referencia adolescente) pueden chocar, pero, repito, en esa serie hay ideas y narraciones en consonancia con la obra de Cameron.
Es tranquilizador saber que Josh Friedman, creador y guionista de la serie, va estar presente en el proceso creativo de la nueva entrega.