CRÍTICA
Ya está aquí. Ya llegó. El superhéroe más famoso de todos los tiempos. El primero y el único. El más fuerte y valiente. El alienígena más patriótico. El que sólo teme a la kryptonita. El Hombre de Hierro. Ese que viste mallas de color azul eléctrico, una capa roja y lleva una enorme “S” en su pecho.
Porque sí, señores y señoras: Superman ya está aquí. Y en el fondo no debería sorprendernos. Si bien es cierto que este ha sido un proyecto con una larga historia a sus espaldas, con múltiples posibles directores (Tim Burton, McG), múltiples posibles actores (Nicholas Cage, Josh Harnett) y múltiples posibles presupuestos, por fin parece haber encontrado su camino en las manos de Bryan Singer, uno de los realizadores más populares de los últimos años, que despuntó con Sospechosos Habituales y que ha firmado dos de las mejores películas de superhéroes de los últimos tiempos: las dos primeras entregas de la saga de X-Men (y desde aquí mis disculpas al colorido Spiderman de Sam Raimi y al deliberadamente oscuro Batman Begins de Christopher Nolan, pero las de Singer, personalmente, me gustan más). Un director que ha sabido demostrar que hasta en nuestros días se pueden hacer títulos comerciales no sólo entretenidos, sino también sin negar la inteligencia del espectador, y sin olvidar que sus protagonistas son algo más que máquinas fabricantes de secuencias de acción.
Y es por esto que toda expectativa ante este, su más ambicioso proyecto y uno de los más esperados del año (por no decir el más esperado, junto con el próximo abordaje del capitán Jack Sparrow, que parece querer batir todos los records a golpe de vela y fantasía), estaba y está más que justificada.
Superman Returns es, ante todo, un film espectacular, una cinta de esas que nos hacen contener el aliento y maravillarnos ante lo que pasa delante de nuestros ojos porque jamás habríamos podido imaginar que veríamos cosas así. Pero también es una película en la que encontramos a un hombre lleno de dudas. Singer nos muestra al Superman más humano de todos aquellos que han desfilado por la pequeña y la gran pantalla, y es por esto que en cierto modo el suyo es, quizá, el más débil, el menos invencible.
Pero vayamos por partes. Superman Returns. El Retorno sitúa su acción cronológicamente después de lo acontecido en las primeras películas de este superhéroe (hay quien dice que es una continuación de la segunda parte, hay quien dice que lo es de la cuarta), pero guarda la suficiente distancia con ellas como para saber qué tomar y qué no tomar de las mismas. A estas alturas, y tras los mencionados cuatro títulos anteriores, los millones de cómics y las series de televisión (Lois y Clark, Smallville,…), dudo mucho que haya alguien que desconozca la existencia de este personaje, emblemático donde los haya y -por qué no decirlo- uno de los símbolos de la cultura estadounidense), así que no me entretendré explicando los orígenes de su historia.
Nos encontramos ahora en un mundo donde los efectos especiales los generan ordenadores, donde Lois Lane usa teléfono móvil y donde se fabrican aviones superrápidos. En este mundo ya no hay sitio para Superman, que un buen día decidió abandonar la Tierra buscando respuestas y un “hogar” (tras saber que se habían encontrado posibles restos de su planeta de origen: Krypton). Sin embargo pasan los años, y un día Superman regresa. Regresa a su verdadera casa, al planeta que le acogió y -ya de paso- veneró y ensalzó como salvador. Y como todos los retornos, el suyo tampoco será fácil, pues son muchos los que sienten cierto rencor tras su extraña huída. Y entre estos y a la cabeza está Lois Lane, su eterna enamorada, la brillante periodista que ahora está emparejada y tiene un hijo. Del mismo modo que el más peligroso de todos los villanos, Lex Luthor, hace su (¿in?)oportuna entrada en escena, esta vez con un plan tan perfecto que simplemente no puede fallar.
En el fondo, los ingredientes de esta película no son muy diferentes a los que caracterizaron a la ya mítica cinta de Richard Donner, y se podría hablar de una modernización, de una adaptación a nuestro tiempo de un personaje y su entorno, y de las lecturas que podría tener todo esto aplicadas a los Estados Unidos, un país que en este momento se encuentra bajo cierta incertidumbre política.Superman vuelve, sí, y vuelve para recordarnos que es aquel un país por el que merece la pena luchar porque en el fondo es la justicia la que debe prevalecer.
Sin embargo, no nos desviemos del tema, pues la principal función de este (y aquellos) film es entretener. Y vaya si lo consigue. Singer es ya casi un maestro, y sabe dosificar los fuegos especiales para que no retunden, sabe cuándo introducir elementos de tensión, de intriga, de romance o de diálogo entre sus personajes. Sabe retratar al héroe, captar su espíritu original (como demuestran ese perfecto Clark Kent o los innumerables guiños tan hábilmente colocados) y sabe cómo hacer que los años pesen sobre él, que se sienta (ante sí mismo y ante nosotros) más mayor, que en ciertos momentos se apodere de él la melancolía.
Pero a la vez, es ese intento de abarcar tantas cosas el que en cierto modo lastra a esta película y la lleva a tenernos sentados en la butaca durante más de dos horas y media. Y aunque es cierto que no hay momentos concretos en los que uno pueda sentir aburrimiento, sí que planea en cierto modo sobre toda la segunda mitad del film la sensación de que aquello, quizá, dura demasiado para lo que es.
Aun así y a pesar de lo excesivo de su duración,
Superman Returns cumple, y demuestra tener una dirección solvente, una potencia visual envidiable, un score que sabe exprimir bien aquel inolvidable tema de John Williams y además juega brillantemente con ese factor nostalgia que con tanta facilidad se hace con cualquier espectador al que pille desprevenido. A todo esto hay que sumar su cast, bastante acertado y del que destaca el desconocido Brandon Routh como nuevo Hombre de Acero. Si algo ha demostrado Singer en su carrera cinematográfica es tener buen ojo con sus actores y el apostar por rostros desconocidos que hacen que lo que prime sean los personajes, no las estrellas (por mucho que ahora muchos de sus actores “fetiche” lo sean). Así, Rough está ahí seguramente por su enorme parecido con Christopher Reeve, que es desde luego asombroso, porque antes realmente no había hecho nada (aparte de aparecer en algún capítulo de alguna serie de televisión). Y sobre él, decir que está más que correcto. Claro que también es cierto que no hace falta ser un gran actor para interpretar a Superman, pues es éste un personaje de por sí bastante inexpresivo. Junto a Rough aparece Kate Bosworth, una niña pija que no llega a dar del todo el pego como la pizpireta Lois Lane. Quizá le falte carisma, quizá sea algo sosa. Completan el reparto dos nombres ya conocidos para Singer: James Marsden (Cíclope en las cintas de X-Men) como novio de Lois y Kevin Spacey (siendo el suyo el nombre más popular de la cinta) como un Lex Luthor que nos muestra una actuación para mí irregular en la cual hay momentos de sobria brillantez y momentos donde prima esa sobreactuación afectada que tanto gusta a los villanos del celuloide.
Mas como digo, es este Superman Returns. El Regreso una película digna, llena de buenas intenciones y de un profundo respeto para con sus antecesoras y para con quienes durante toda su vida han seguido al personaje. Y es por esto que se puede decir que es una alternativa más que buena para cualquier tarde de verano.Y que a más de uno seguro que le emocionará.