Más allá del estilo, de una guía argumental ortodoxa o heterodoxa, lo que siempre he esperado de esta saga (y hasta ahora me había dado) era entretención (parcialmente esta vez) y respuestas en esta lucha constante entre el bien y el mal. Ahora incluso se introducen otros elementos que podrían interesarme, como el camino propio de los no escorados (cómo el personaje de Del Toro mantiene la búsqueda de su propio beneficio a diferencia de Han Solo en el episodio fundacional), la hipocresía de la venta de armas o la incipiente rebelión de los más humildes. Pero, claro, al final no profundiza en nada y, lo más importante, no responde a casi ninguna de las tramas abiertas en el capítulo VII (¡qué menos que respetar el hilo de la nueva saga!). Ni sabemos de dónde sale Snoke, ni me queda claro si se revela la verdadera identidad de los padres de Rey (en caso afirmativo, sería muy decepcionante). Lo único que se describe con mayor detalle es el paso de Ben Solo al Lado Oscuro y, además, narrado con necesaria subjetividad: Luke y Kylo lo ven de formas distintas. Eso me gustó.
Las gracietas, en general, me sacan de la película, pero imagino que se pueden obviar en un segundo visionado. Ya superamos en su momento a Jar Jar Binks o la empalagosa historia de amor de Anakin y Padme.
Lo que realmente me ha decepcionado es la cobardía. Lo siento, sé que es un término grueso, pero es la sensación que me ha quedado. Cobardía en la apuesta Disney por no atreverse a deshacer los nudos creados de forma adulta y realista. Me explico: En la saga original, Lucas no dudó en cargarse a Obi Wan delante de su discípulo en el episodio IV, revelar el gran secreto enfrentando a padre e hijo en el episodio V (con mutilación incluida) y matar a la par que redimía al protagonista último de la historia. En las precuelas no duda en sacrificar a Qui-Gon Jinn delante de su discípulo, a Mace Windu de forma traicionera, a Padmé, y en mutilar a Anakin en su camino al lado oscuro (por no hablar de la casi totalidad de la orden Jedi). El propio capítulo VII (más de J.J. Abrams que de Disney, para mi gusto) nos impactó con la muerte de Solo a manos de su hijo.
Y en el capítulo VIII, ¿qué nos encontramos? Que Leia sobrevive al espacio exterior, cuando la muerte de la actriz facilitaba más que nunca un final tan trágico como digno para nuestro querido personaje. ¿Es legítimo que sobreviva? Claro que sí, pero no de la forma narrada. Lo siento, no me lo creo, no hacía falta.
Lo mismo respecto a Luke. Estamos hablando del héroe de la saga original, quien trajo el equilibrio a la fuerza. Ahora se plantea que él mismo provoca el desequilibrio actual o, al menos, no es capaz de evitarlo. Bien, lo acepto. Pero, ¿de verdad nos creemos que se aísle del mundo y rehuya sus responsabilidades alguien que se había caracterizado por lo contrario, quien fue capaz de enfrentarse con compasión a su propio padre, de no perder nunca la esperanza en sus seres queridos? A mí no me cuadra. Y aunque lo hiciera, había formas y formas de narrarlo. La descripción que se hace del personaje está caracterizada por el pasotismo y la cobardía. Quien era carismático en la saga original, ahora resulta hasta desagradable. Tampoco parece que fuera necesario. Ahí tenemos a Obi Wan, marcado también por decepciones varias y capítulos dramáticos, pero que mantenía en la vejez la mesura, la esperanza y los códigos jedi. Ni Yoda resultaba tan desagradable en su remoto planeta.
Nos pegamos dos horas con la negativa reiterada de Luke, narrado de forma cansina, hasta que por arte de magia accede supuestamente a implicarse..... Pero resulta que tampoco, que todo era resultado de un poder telequinético asombroso. De nuevo veo a Disney aquí, que no habría querido un final tan traumático para el personaje. Lo degrada, pero no lo remata, o no de forma violenta. Me parece otro error.
Otro personaje con potencial del capítulo VII que se cargan sin mayor explicación es Snoke. Resulta que daba más miedo su holograma que él en persona. Otra oportunidad perdida.
En resumen, veo inconsistencias de guion, demasiadas tramas abiertas y personajes poco definidos, que dejan una sensación de vacío.
Por decirlo todo, fieles a la tradición, a mí los droides me ganan. BB-8, bastante protagonista , interesantes pinceladas de BB-9, C3PO en su línea, y una escena de R2D2 muy emotiva. Rey, aunque se simplifica al personaje en esta entrega, me sigue transmitiendo mucha energía. Vista "Asesinato en el Orient Express", Ridley me parece una actriz muy competente, diría que en la línea de Natalie Portman, pero con más protagonismo en Star Wars. Esperemos que no se carguen al personaje, como hicieron con Padmé, que en el capítulo I apuntaba muy alto. Y Kylo, que es un personaje complejo, lo cual se agradece, pero no termino de creerme del todo los giros dados a la trama por su lucha interior. Algo me falta ahí.