La democracia está sobrevalorada. Lo demuestra la aplastante mayoría de críticas positivas que ha cosechado El despertar de la fuerza. Pero que las fuerzas del Imperio del Gregarismo sean superiores en número no quiere decir que hayan ganado la guerra. A la Alianza Rebelde (léase un servidor y L’Osservatore Romano, que calificó El despertar de la fuerza de «confusa, decepcionante, falta de drama e insuficientemente malvada») todavía le queda la opción de una guerra de guerrillas contra esa Estrella de la Muerte del Cine capaz de vender como delicatessen un carísimo telefilme de serie B a base de publicidad machacona, apelaciones a la nostalgia y demás trucos baratos para espectadores infantiloides sin criterio propio.
Aquí van mis treinta razones.
1. La tercera Estrella de la Muerte en siete películas. ¿En serio? Al menos podrían haberla diseñado con forma de cubo. Para que no llamara tanto la atención la evidencia de que El despertar de la fuerza es un calco de La guerra de las galaxias, digo. Un calco sin la épica y la tensión de la original, como si los espectadores de 2015 fueran iguales que los de 1977 y no acarrearan cuarenta años más de cultura visual a cuestas.
2. Pero no seamos crueles. Hay algo que diferencia a esta Estrella de la Muerte de las dos anteriores. ¡Esta es más grande! Sí, como lo cuento: MUCHO MÁS GRANDE. Esto es un giro de guión sorprendente y lo demás son leches. Me pregunto cuánto habrá cobrado por su trabajo el guionista que ha dado con una idea tan original. Hasta Han Solo lo dice: «Vale, es más grande, ¿y qué?».
3. De hecho, la tercera Estrella de la Muerte es tan grande que hasta tiene montañas nevadas en su superficie. Gracias a esa enormidad, el engendro es capaz de drenar por completo la energía del sol y proyectarla sobre un sistema planetario entero para reducirlo a cenizas en apenas unos segundos. ¿Acojona, eh? Pues no tanto: para destruir tamaña máquina infernal apenas hacen falta unos pocos cazas y unos cuantos saboteadores improvisando y topándose los unos con los otros POR UNA ESTRUCTURA DEL TAMAÑO DE UN PLANETA.
4. Visto lo visto, parece evidente que los ingenieros encargados de diseñar las Estrellas de la Muerte son chimpancés con patines. De otra manera no se explica que las tres sean destruidas exactamente de la misma manera. Casi puedo imaginarme a los soldados de la Resistencia whatsappeándose:
—¡Holi! Eh, tío, que el Imperio ha construido otra Estrella de la Muerte. La vigésimo octava. ¿Te lo puedes creer? Y esta es trescientas ochenta y nueve veces más grande que la anterior. Se acaban de cepillar una galaxia entera absorbiendo la energía primigenia del Big Bang. ¡LOL!
—¡LOL! Bueno, pásate por la cantina, escoge a un par de becarios y destrúyela.
—Habrá que desactivar el escudo primero.
—Que Chewbacca le tire una piedra desde el Halcón Milenario.
—Oído barra. Vuelvo para cenar.
—¡Eso es bien! ¡Besis!
5. El problema de John Boyega no es que sea negro. El problema es que es un pésimo actor. Lo incorrecto, en definitiva, no es escoger a un blanco para un papel que puede hacer un negro (y que también podría hacer ese blanco: el papel de Finn es NEUTRO). Lo incorrecto es coger a un mal actor negro para hacer el papel que podría hacer un buen actor negro PORQUE HUELE A CUOTA DESDE KILÓMETROS DE DISTANCIA. A cuota de malos actores, claro. Y eso que no hacía demasiada falta otro mal actor porque El despertar de la fuerza va sobrado de ellos: Daisy Ridley, Carrie Fisher, Oscar Isaac y Mark Hamill (menuda escena final, con el tipo poniendo cara de intensidad en un plano fijo que alcanza el nivel 10 en la escala Richter de vergüenza ajena).
6. Muy cortos de reclutas deben de andar en la Primera Orden para meter a soldado al encargado de limpiar los lavabos de la Estrella de la Muerte. Eso sí: al contrario que los mejores soldados imperiales, incapaces de acertarle a una catedral a dos metros de distancia, el encargado de los lavabos dispara con precisión cuántica y hasta es capaz de aguantarle un duelo con sable láser a un villano entrenado en el Lado Oscuro de la Fuerza. Y eso que era prácticamente la primera vez que lo agarraba. Le dan diez minutos para acostumbrarse al sable y el tipo acaba con la Primera Orden él solo.
7. La química (¿sexual?) entre John Boyega y Daisy Ridley es más o menos la misma que entre Jennifer Connelly y Torrente. Es lo que pasa cuando escoges a los actores por motivos de corrección política en vez de por razones artísticas.
8. No caerá esa breva, pero si algún personaje merece morir en el episodio VIII, ese es Finn. A poder ser, en el primer minuto de la película. Porque Finn es el Jar Jar Binks de la nueva trilogía. La Fuerza debería haberlo frito en el mismo momento en que el tipo se atreve a posar sus zarpas sobre el sable de Luke Skywalker.
9. Oscar Isaac. Otra cuota. Concretamente, la de cantantes sudamericanos arrebatados. Este pilota cazas como podría bailar la cumbia en la base rebelde para amenizar las esperas entre Estrella de la Muerte y Estrella de la Muerte. Su papel no es solo gratuito: es molesto.
10. Daisy Ridley tiene todos los tics que han convertido a Keira Knightley en la actriz más insoportable del momento (y alguno más de regalo). Y yo entiendo el cálculo comercial: como al sector de los niños ya lo tenemos medio ganado, vamos a por el sector de las niñas poniendo a Mérida, de Brave, de protagonista de El despertar de la fuerza. Pero que lo entienda desde el punto de vista financiero no significa que no me dé cuenta de que el personaje de Rey está metido con calzador.
11. Menudo dilema el de los guionistas del Hollywood del siglo XXI. Tienen que convencernos de que una mujer es capaz de majar a coces a todos los tíos que se le pongan por delante, pilotar naves espaciales como Dios y dominar la Fuerza al segundo intento, pero sin perder esas cualidades infantiloides que deben llamar la atención de una niña de cinco años. Y sí, yo ya entiendo lo de la suspensión de la incredulidad y tal. Pero si el modelo de la nueva feminidad es Chuck Norris, ¿qué pinta una princesa Leia incapaz de caminar sin que se le caiga una oreja de los tirones provocados por las inyecciones masivas de bótox? La Princesa Leia, convertida aquí en generala de la Resistencia, es por cierto uno de los personajes más prescindibles de El despertar de la fuerza. Se la ve artificiosa, intensa y sobreactuada.
12. Kylo Ren. Más cuota. ¿Qué le pasa a Hollywood con los villanos afeminados? ¿Realmente es necesario que todos sean neuróticos por desarmarizar? Esta identificación de lo maligno con lo femenino empieza a oler a machismo desde kilómetros de distancia. Si querían un villano andrógino, haber contratado a un tipo con talento como Benedict Cumberbatch. Rey no habría escapado tan fácilmente de él.
13. ¿De verdad el hijo de Han Solo es este niñato con angustias existenciales fatuas? Yo no digo nada, pero este lelo llorón salido de la saga Crepúsculo NO PUEDE ser el hijo de Han Solo.
14. Clamoroso error de guión: Kylo Ren admira a Darth Vader. Vale, compro. Pero, ¿es el mismo Darth Vader que se redime al final de El retorno del Jedi asesinando al emperador? ¿Qué cojones está admirando Kylo Ren, entonces?
15. Decir que ni Kylo Ren ni el Líder Supremo Snoke les llegan a la suela de los talones a Darth Vader o al emperador Palpatine es una obviedad. Snoke, en particular, es patético. Un teleñeco diseñado por ordenador que parece salido del cubo de la basura de los descartes de El Señor de los Anillos. Es fascinante que hayan contratado a Andy Serkis para interpretarlo ¡cuando se pasa la película sentado y con las manos en las rodillas!
16. Parece una obviedad, pero no debe de serlo tanto cuando hace falta decirlo aquí: un villano ha de dar miedo. Que L’Osservatore romano haya despreciado la película diciendo que a sus villanos les falta «maldad» ya indica por dónde van los tiros. Cuando hasta el Vaticano te pide más mala leche es que te has pasado de mullido, colega.
17. Hay que tener los cojones muy cuadrados para dirigir un remake de La guerra de las galaxias y que el único detalle original en un guión de cientos de páginas sea… ¡cargarte a Han Solo!
18. No, miren, Han Solo no. La saga de La guerra de las galaxias son Han Solo y Darth Vader. No hay más. Ni la princesa Leia, ni Yoda, ni Chewbacca, ni Luke Skywalker.
19. La escena de la pasarela. ¿En serio? ¿OTRA pasarela? ¿TAMBIÉN suspendida sobre el vacío? ¿TAMBIÉN con drama paterno-filial? ¿Es posible copiarse más a sí mismo para acabar cepillándose al único tótem sagrado de La guerra de las galaxias? ¿Al único personaje que no debería morir jamás? ¡A cascarla, hombre!
20. Y van y lo matan sin épica. A manos del hijo más tonto que haya parido madre alguna. Que ves aparecer la pasarela en pantalla y piensas:
—No me jodas que van a matar a Han Solo. No serán capaces… Espera, que se va a reunir con su hijo en medio de la pasarela. Joder, que sí… Que se lo carga… Que se lo carga… Lo veo venir, lo veo venir… ¡Hostia! ¡Se lo ha cargado! ¡¡¡PERO SERÁN HIJOS DE LA GRAN PUTA!!!
21. Y aún creerá el vendemotos este de J. J. Abrams que ha hecho algo valiente y original. Y no: ha hecho algo osado, que es una de las principales características de la ignorancia. Porque hay que ser ignorante para cargarte al único personaje capaz de sostenerte por sí solo una película banal y repetitiva como El despertar de la fuerza. Y para cargártelo a cambio del impacto barato, inmediato y pasajero que te piden unos espectadores acostumbrados a un circo de estímulos momentáneos y superficiales en el que nada importa porque todo se desvanece en décimas de segundos. Muere Han Solo y al minuto siguiente ya estás siendo bombardeado por decenas de espasmos visuales en otra escena sin historia ni futuro. Pan y circo para una generación de adolescentes con déficit de atención y la sensibilidad de un canto rodado. Si la chavalería de hoy en día necesita cargarse iconos para sustraerse durante un par de segundos de su sopor vital que se fabriquen los suyos propios PERO QUE DEJEN LOS MÍOS EN PAZ.
22. ¿Qué personaje de la saga tiene el suficiente peso como para sustituir a un mito como Han Solo? Porque, vale, ya se han troleado a sí mismos, han matado a Han Solo. ¿Y ahora qué? ¿Quién va a poner el carisma en los episodios VIII y IX? Ninguno de los personajes que quedan merece vivir en un mundo en el que Han Solo ha muerto.
23. Los pilotos de los cazas que atacan la Estrella de la Muerte. En La guerra de las galaxias te importaban todos. El gordo. El que tiembla de miedo. El del mostacho. Todos eran feos, sudaban, fallaban los disparos, actuaban en equipo, se protegían unos a otros, se sacrificaban por la misión, eran humanos con personalidad propia. Mataban a uno y te crujía el alma. En El despertar de la fuerza te importan un soberano pimiento. Alguno hasta chilla «WOHOOO» como si fuera Valentino Rossi o Jorge Lorenzo tras ganar el campeonato de motociclismo de turno. A ese nivel de chonismo se mueven los personajes. Soy incapaz de recordar si alguno de ellos muere. Así de desconectado andaba de lo que ocurría en pantalla.
24. Maz Kanata. TENÍAN QUE METER A UN NUEVO YODA. Por favor, que alguien le diga a J. J. Abrams que ni siquiera los niños se creen ya los personajes generados por ordenador. Este, además, es especialmente ridículo. Su diseño es lamentable y roza el nivel Fisher-Price. Una mera excusa para meter con calzador a otra mala actriz de moda (Lupita Nyong’o) en el reparto de la película. Narrativamente, el personaje no se sostiene por ningún lado. ¿La custodio del sable de Luke Skywalker tiene una cantina de mala muerte que es un castillo coronado con una estatua de sí misma? Otro personaje cuya muerte (si es que ha muerto) te importa un soberano carajo.
25. Domhnall Gleeson. Su papel es el de Adolf Hitler. Literal. Representa al poder militar en contraste con el poder religioso del Lado Oscuro. Ese contraste, que en manos de un director más hábil es ORO PURO, se plasma en El despertar de la fuerza en un discurso histérico y bochornoso similar a los que algunos chalados dan en el Parque del Retiro subidos a una caja de frutas. Vale, sí, es pelirrojo y ya se sabe que los pelirrojos son fascistas de natural. Y chilla mucho. Y está exaltado. ¿Resultado? ME LA PELA.
26. Sería injusto que junto a todas estas críticas no listara también todos aquellos geniales golpes de guión que diferencian a El despertar de la fuerza de La guerra de las galaxias.
a) La película empieza con el plano de un inmenso destructor imperial.
b) La escena siguiente muestra a los stormtrooper desembarcando y al asalto.
c) Aparece un robot rechoncho y simpaticote que está a punto de ser atrapado y vendido por un alienígena chatarrero.
d) El robot rechoncho y simpaticote esconde un USB futurista que almacena información crucial, en forma de holograma, para los rebeldes y para el Imperio.
e) La heroína vive en un planeta desértico y sueña con escapar de él.
f) La heroína guarda algún tipo de parentesco con alguien muy importante.
g) El villano principal también guarda algún tipo de parentesco con alguien muy importante.
h) Al Imperio se enfrenta una Alianza Rebelde cuya base se encuentra en un planeta frondoso.
i) Aparece una cantina de contrabandistas con alienígenas que tocan extraños instrumentos.
j) El Imperio no se llama Imperio sino Primera Orden.
k) La Alianza Rebelde no se llama Alianza Rebelde sino Resistencia.
Hay muchos más, pero ya me he cansado de listar irónicas soplapolleces: El despertar de la fuerza y La guerra de las galaxias son la misma película. Plano a plano. Misma trama, mismo argumento, mismos escenarios, mismos personajes, mismos giros de guión, mismos secretos, misma filosofía, mismo mensaje.
27. Y sí. Sí que era posible renovar la saga manteniendo su espíritu original. Véase Mad Max: Furia en la carretera. O el Batman de Christopher Nolan. El despertar de la fuerza es una película pésima que ni renueva ni respeta.
28. Mejor dicho: no es una película pésima. Es una película. Entretenida si tus expectativas se satisfacen con dinero y efectos especiales. Y poca cosa más.
29. El cine es otra cosa. La guerra de las galaxias y El Imperio contraataca fueron cine. El resto de la saga, incluido El despertar de la fuerza, solo películas.
30. Lost es el cáncer del cine del siglo XXI. No solo le dio popularidad a algunos de los peores, menos originales y más cínicos directores y guionistas de la historia de Hollywood, sino que aleló a toda una generación de espectadores que ahora está preparada para tragarse la primera moto que les vendan siempre que esta brille y haga el suficiente ruido.
—Que pasen muchas cosas muy fuertes y muy rápido, que me aburro.
—Calla, hortera.