Por cierto, sacado de Mundobso también, esto le contó a Conrado Xalabarder uno de los orquestados de John Williams.
Es un montonazo de cosas las que Kevin me explicó de Williams (se pasa horas hablando de él). Muchas de ellas han sido en confidencialidad, pero algunas cosas sí pueden ser explicadas.
Por ejemplo, su carácter. Williams es un hombre muy introvertido, austero y distante. Vive completamente apartado y ajeno del mundillo hollywoodiense. No acude a actos sociales (salvo los Oscar, y porque le presionan para que vaya), no da clases ni conferencias, apenas concede entrevistas y no mantiene contacto alguno con otros compositores, y mucho menos si estos son jóvenes. Vive austeramente, en una casa modesta –para los patrones de Hollywood-, la misma que se compró tras Star Wars y su coche es el mismo desde hace 10 años. Detesta que le adulen y no le gusta, aunque accede, firmar autógrafos o hacerse fotos. No por vanidad –que al parecer de eso no tiene- sino por timidez.
Es un hombre que se abstrae en su mundo con cierta facilidad, y eso puede dar la impresión de que pasa de ti, de que no te hace ni caso cuando le hablas. Llega esta abstracción a algunos puntos en que parece que es autista. Que le hablas y ni se entera de qué le estás diciendo, porque ni siquiera te mira (se queda mirando fijamente a algún punto, una pared, lo que sea). Y luego, lo típico: perdona, ¿qué me decías? (nota de Conrado: lo comprendo perfectamente... mi padre es exactamente así!. Casualidad o no: mi padre nació el mismo día y el mismo año que Williams!). Otras veces, por el contrario, es extraordinariamente atento y amable con quienes le rodean.
Sus únicos amigos en el mundo de la música han sido sus orquestadores y la gente que ha trabajado codo a codo con él. No escucha ni conoce apenas el trabajo de otros compositores. Tuvo buena relación con Jerry Goldsmith, pero no al nivel de amistad (cuenta Kaska que Goldsmith, en realidad, le envidiaba). Tiene una capacidad que muy pocos compositores tienen, y es la de leer una partitura y que la orquesta esté sonando en su cabeza, sin problemas. Por ello, cuenta Kaska que cuando Williams le revisa algunas de sus creaciones lo hace de manera rápida y con una precisión milimétrica. He dicho que Williams no escucha el trabajo de otros compositores, pero con frecuencia pide que le manden partituras para leerlas. Y con eso le basta. Es lo que le pidió a Morricone con unas partituras antiguas. Kaska no recuerda cuáles, pero sí que se sentaron a leerlas y Williams le iba haciendo indicaciones sobre papel de la maestría del romano.
Y como lee, compone. Se sienta en su despacho (pequeñísimo, modestísimo) y sobre la mesa escribe. Nada de ordenadores. Cerca, un piano, pero puede pasarse horas escribiendo sin necesidad de tocar las teclas del instrumento. Cuando trabaja en una película, es de una disciplina espartana. A las 8 de la mañana tiene reunión con sus colaboradores, a los que pasa el trabajo del día anterior. Luego compone hasta la hora del almuerzo y sigue trabajando hasta las 5 o 6 de la tarde. El resto del día, o sale a pasear en coche o estudia la música de los compositores que admira (Edward Elgar, especialmente).
Trabajar con él, cuenta Kaska, es extraordinariamente agradable. Williams es gentil y amable trabajando. Es extraordinariamente detallista y puede estar 1 hora sopesando los pros y los contras de meter tal instrumento o hacer tal arpegio. Cuando prepara un concierto con la Boston Pops (que es lo que más le gusta hacer) revisa sus partituras y comenta en voz alta tal o cuál error que cometió cuando la escribía. De hecho, considera “Superman” una obra menor, no quiere tocar más veces “Star Wars” y considera que sus mejores obras son “Encuentros en la Tercera Fase” y “Jane Eyre”, a partir la cuál, dice Kaska, Williams se hizo sofisticado.
Se desconcertó cuando vio que el Oscar se lo llevaba Gustavo Santaolalla por “Brokeback Mountain”. Estaba completamente seguro de ganar, cuenta Kaska, por “Geisha”. Pero al parecer, sigue contando Kaska, hay una consigna en el todo Hollywood: que Williams no gane ningún Oscar más. Es el rey y es intocable. Pero no le quieren votar. Por cierto, aunque es muy admirado, hay quien profesa por él un odio casi enfermizo: James Horner (recordad lo que este memo dijo de sí mismo en relación con Williams: I’m the prince in waiting).
Y hasta aquí puedo explicar de Williams. Me gustaría ser deshonesto y faltar a mi compromiso de confidencialidad... porque otras cosas son impresionantes. Pero ya comprendéis...