Here we go again...
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE SIR ALFRED HITCHCOCK (1899-1980) / PARTE XXXV:
36. STAGE FRIGHT (1950, PÁNICO EN LA ESCENA)
Director: Alfred Hitchcock.
Producción y distribución: Warner Bros. Pictures, Inc.
Productor: Alfred Hitchcock.
Guión: Whitfield Cook, a partir de la adaptación de Alma Reville de la novela “Man Running” de Selwyn Jepson (Londres, 1948). [Serializada previamente en la revista Collier’s del 9 de agosto al 13 de septiembre de 1947].
Dirección artística: Terence Verity.
Fotografía: Wilkie Cooper (1.37:1).
Música: Leighton Lucas.
Montaje: E. B. Jarvis.
Reparto: Jane Wyman (Eve Gill), Marlene Dietrich (Charlotte Inwood), Michael Wilding (Ordinary Smith), Richard Todd (Jonathan Cooper), Alastair Sim (El comodoro Gill), Sybil Thorndike (La señora Gill), Kay Walsh (Nellie Goode), Miles Malleson (El señor Fortesque), Hector MacGregor (Freddie Williams).
Duración: 1 h 49 m 58 s.
Rodaje: del 31 de mayo al 19 de septiembre de 1949 en los estudios Elstree de Londres.
Estreno: 24 de febrero de 1950.
Ni siquiera en el excelente libro sobre las fuentes literarias que utilizó Alfred Hitchcock para elaborar sus películas escrito por R. Barton Palmer y David Boy (“Hitchcock at the Source”) se hace referencia alguna a la novela del popular escritor británico de novelas de misterio Selwyn Jepson (1899-1989) por lo cual es difícil de dilucidar el grado de fidelidad de la cinta esta noche visionada con respecto a la misma.
- Primera edición, Macdonald & Co. (Publishers) Ltd., Londres, 1948 -
Pero teniendo en cuenta que la novela en la que se basa, “Man Running”, es la primera de una serie protagonizada por una detective amateur, Eve Grill (en la película personaje encarnado por Jane Wyman), me temo que ésta no será mucha.
[Inciso (a posteriori):
Según el (magnífico) libro de Patrick McGilligan (“Alfred Hitchcock: A Life in Darkness and Light”) al parecer en la novela de Jepson Jonathan es inocente del asesinato del marido de Charlotte y es ésta y su amante (y su mánager) Freddie los que se encargan de él y de culpar al joven.
Al parecer a Hitchcock no le gustaba nada esa solución y prefirió hacer de Jonathan el asesino (sólo al final confeso) e introducir el controvertido flashback al inicio de la narración.
Lamento no haber podido acceder antes a esta información pero es que últimamente mi viejo e-book se descarga muy rápidamente.
Pese a todo he preferido mantener incólumes los dos párrafos anteriores porque no tengo ni las ganas ni el tiempo para rehacer (de nuevo) el texto.
Fin del inciso].
Después de los sucesivos fracasos de sus dos primeros largometrajes como productor independiente Hitchcock aceptó un contrato notablemente lucrativo con la Warner Bros, empresa que se había encargado de distribuir dichos trabajos y que le proporcionaba una gran libertad en cuanto a temas, reparto y equipo técnico.
Un Hitchcock un tanto desnortado prefirió jugar sobre seguro y volver al género que le había dado fama (y del que es el maestro absoluto) aunque en mi modesta opinión PÁNICO EN LA ESCENA es una obra inferior a ATORMENTADA, película que tantos palos (muchos de ellos justificados, todo sea dicho) se llevó en la anterior entrega del coleccionable.
Independientemente de lo que el propio director le manifestara a Truffaut en su libro de entrevistas lo cierto es que lo que más me disgusta de esta adaptación es que parece que Hitchcock se limita a filmar con pulcritud una trama notablemente endeble e incluso ciertamente disparatada (algo tampoco inhabitual en la obra del británico pero sublimado en esos casos por una puesta en escena excepcional) y donde además el dibujo de los personajes, salvo de la protagonista y su padre, es demasiado tenue como para interesarnos por ellos, especialmente el tan hitchcockiano “falso culpable” encarnado por Todd y más teniendo en cuenta que el director vehiculizará toda la película en función del (falso) flashback inicial en el que Jonathan le cuenta a Eve “su” versión del crimen que es el (aparente) nudo gordiano de la trama (y cargándose de paso y a las primeras de cambio el whodunit que el director tanto detestaba).
Hitchock pudo contar afortunadamente con la presencia de la recién galardonada con el Oscar Jane Wyman (BELINDA (1948) de Jean Negulesco), actriz bajo contrato con la Warner, que para mí es de lejos lo mejor de un reparto notablemente desparejo.
Y es que aunque Marlene Dietrich, que no parece tomarse el papel demasiado en serio, está bastante bien (y de hecho, parece que Hitchcock le dio carta blanca no sólo en cuanto a la elección del vestuario sino también en la reelaboración de sus diálogos), por el contrario al denostado Michael Wilding le veo notablemente apático, en las antípodas del personaje encarnado en la controvertida ATORMENTADA y que tantas críticas levantó.
- Claro que teniendo en cuanta la animadversión que Hitchcock sentía desde niño (y con motivos…) por el cuerpo de policía no es nada extraño la escasa entidad del personaje, alguien quien siempre va detrás de los acontecimientos y que se enamora en un abrir y cerrar de ojos de la pizpireta aspirante a actriz. -
De Richard Todd casi prefiero no hablar porque aunque me parece una versión en guapo de Edmund O’Brien (aunque lejísimos de las prestaciones actores de la estrella norteamericana) es uno de los héroes/villanos menos carismáticos de toda la obra del británico (y tan odioso como el Jon Finch de la, por otra parte genial, FRENESÍ).
- Curiosamente ese mismo año (1950) fue nominado (por primera y única vez) a los Oscar por su papel en ALMA EN TINIEBLAS (1949) de Vincent Sherman (un director, por cierto, a reivindicar), película también de la Warner y escrita por Ranald MacDougall, quien colaboró anónimamente en el guión – al igual que James Bridie (recordemos, guionista de EL PROCESO PARADINE y ATORMENTADA…) -. -
Alastair Sim, que hace de padre de Eve, es un actor un tanto estrafalario, con esa mirada de lunático que tiene pero con buenas dotes para la comedia y aunque no me gusta especialmente tampoco me molesta su presencia (le recuerdo sobre todo por su participación en la primera comedia de la Ealing, la muy simpática HUE AND CRY (1947)).
Me gusta, en cambio, el papel de Kay Walsh, esposa (de 1940 a 1949) del gran David Lean (con el que trabajó en SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS (1942), LA VIDA MANDA (1944) y OLIVER TWIST (1948)) y al que la excelente actriz otorga una pátina de vulgaridad refrescante.
Igualmente mencionar la episódica presencia del siempre simpático (y metomentodo) Miles Mallison al que los amantes del cine de la Hammer recordaremos de alguno de sus títulos más insignes (como DRÁCULA (1958), EL PERRO DE BASKERVILLE (1959) o LAS NOVIAS DE DRÁCULA (1960)).
Aunque como decía, el trabajo interpretativo de la exquisita Jane Wyman (diga lo que diga Sir Alfred) es uno de los escasos alicientes en una película que pese a tener lugar en un ámbito como es el teatral y por el que Hitchcock sentía una gran predilección lo cierto es que lo escasamente creíble de la trama anula en buena parte la, por otra parte, notablemente plana puesta en escena del director.
De hecho parece que después del despliegue de virtuosismo técnico de sus dos títulos precedentes (LA SOGA y ATORMENTADA) Hitchcock se va al polo puesto y entrega un trabajo que me parece y aunque parezca un tanto cruel decirlo, indigno de su talento.
No sé por qué (bueno, en realidad, sí lo sé) pero cuando estaba viendo la película lo que me venía continuamente a la cabeza (aparte de ir tomando nota mental de una cosa aquí y otra allí) era el hecho de que hubiera sido todo un puntazo el que la película hubiera sido protagonizada por el propio Hitchcock y su hija (la cual, de hecho, tiene un pequeño papel). Parece descabellado pero incluso el parecido físico entre el director y su hija con Sim y Wyman es ciertamente notable.
Y aunque como digo Wyman es una de las pocas cosas que puedo destacar de la película, Patricia Hitchcock hubiera sido sin duda una mejor elección, una chica con menos glamour y más corriente que la estrella norteamericana.
E igualmente el personaje encarnado por Sim parece un sosias del director aunque menos contenido.
Una película que se inicia cuando se levanta el telón como si de una representación teatral se tratase (lo que en el fondo no deja de ser la película o más bien una representación dentro de una representación) pero que no finaliza igualmente cuando aquel cae, lo que hubiera permitido cerrar de una forma más precisa la función, quiero decir la película (algo similar a lo ocurrido en REBECA cuando la narración en primera persona de la segunda señora de Winter con la que se inicia la historia no es retomada al final – como sí sucede en la novela – ).
Creo que lo más destacable es esa idea de la representación y es que todos los figurantes parecen personajes de una obra de teatro (o de una novela o de una película).
El flashback con el que se inicia la película ya es un primer ejemplo de esa idea de la representación sobre la que gira toda la película (aunque creo sinceramente que Hitchcock no sabe llevarla hasta sus últimas consecuencias).
Puede gustarnos o no el hecho de que como veremos al final cuando Jonathan le confiesa a Eve la verdad lo que se nos cuente nos revele la falsedad del flashback inicial pero Hitchcock tuvo la audancia (al igual que en el caso de LA SOGA o ATORMENTADA) de hacer algo nuevo y por ello se merece todo nuestro respeto.
- Otra cosa son las versiones alternativas sobre un mismo hecho, caso de la coetánea RASHÔMON (1950) del maestro Akira Kurosawa, en realidad una propuesta mucho más elaborada que la firmada por el genio británico.
Podríamos hablar también de la (imposible) narración de un personaje que sólo al final sabremos que está muerto como sucede en la magnífica EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES de Billy Wilder, igualmente de 1950.
No deja ser curiosa la simultaneidad de ideas tan sugestivas (e innovadoras) las que se dieron en ese 1950… -
Y desde luego la protagonista, Eve, se pasa todo el tiempo fingiendo ser otra persona, engañando primero al pobre inspector de policía, luego a la criada de Charlotte, más tarde a su propia (y despistada) madre y finalmente al hombre al que decía amar.
¿Y todo por qué?
Porque está enamorada de alguien al que prácticamente no conoce y al que, seamos sinceros, tan pronto como vemos en pantalla (y vulnerando por tanto la esencia del héroe hithcockiano) sabemos que es el culpable sin dudarlo ni un instante.
No deja de ser curioso que Eve, que no muestra unas dotes especialmente destacadas para ser actriz, como bien queda reflejado en las audiciones de la R.A.D.A. (Royal Academy of Dramatic Art) – donde por cierto participaba la hija de Hitchcock – sea capaz de camelarse a todos los personajes con los que se cruza y por tanto consigue en la vida real lo que parece que se le ha negado en las tablas. E igualmente dejarse engañar por Jonathan con la misma facilidad.
También el personaje encarnado por la siempre sobresaliente Marlene Dietrich (debió ser digno de verse la competencia entre las dos protagonistas por ver quien aparecía más bella en la pantalla para disgusto del director que siempre pensó en Eve como alguien de escaso atractivo) es alguien que se dedica al mundo del espectáculo o sea, a encarnar distintos personajes en función de la canción interpretada.
- Por cierto, hay una escena notablemente mal resuelta por el maestro en la que vemos a Dietrich en primer plano y luego detrás de ella a Todd. Algo que le salió notablemente bien en EL PROCESO PARADINE (la escena en la que Latour pasa por detrás de Maddalena) o sea, el rodar las dos escenas por separado, aquí queda fatal, con la figura de Charlotte como si fuera un recortable. ¿No hubiera sido más sencillo utilizar la tan manida profundidad de campo? -
El grave problema estructural de la película viene cuando el personaje “principal”, el supuesto héroe en peligro, desaparece casi completamente de la trama durante buena parte de la película tras el largo flashback inicial y sólo es recuperado al final para que diga en pantalla lo que ya (al menos lo más avezados) intuíamos desde el principio, o sea, que era el auténtico asesino.
Aquí de nuevo y esta vez para salvar su vida Eve tendrá que volver a actuar y así convence a Jonathan, que pese a haber matado previamente a dos mujeres antes parece más bien un pobre diablo y así poder caer en el cerco creado por la policía en el teatro. De nuevo, como decíamos, siempre el teatro como telón de fondo.
Y, como también decía antes, hubiera sido un acierto el que al final y cuando los amantes, Eve y “Ordinary” Smith se marchan juntos y cariacontecidos, el telón volviera a caer.
Un final no anticlimático como era el caso de ATORMENTADA sino notablemente lúgubre y que nos deja con una sensación extraña en el cuerpo.
Y una película que tampoco contó con el favor del público como podemos ver en el numéro del 3 de enero de 1951 de la revista Variety donde se indexan las 95 películas más taquilleras de 1950 (con recaudaciones superiores al 1.250.000 dólares) y donde NO se encuentra PÁNICO EN LA ESCENA.
Según datos de la propia Warner apenas sobrepasó el millón de dólares habiendo costado cerca de millón y medio...
Esta vez vais a ser vosotros, queridos compañeros, los que os tengáis que extender en los comentarios.
Igualmente os cedo totalmente la parte gráfica del mismo.
Estoy cansado y dolorido y creo en verdad que por una vez a Hitchcock no le salió una película como la que pretendía.
Y aunque admiro la audacia del flashback falso y disfruto de las peripecias de la simpática Eve y de su querido padre, lo cierto es que creo que PÁNICO EN LA ESCENA es uno de los títulos menos estimulantes de lo que voy viendo de su etapa norteamericana.
A ver lo que contáis vosotros.
Y no os quejéis. Tenéis a Alcaudón en estado puro, sin trampa ni cartón. Sin conservantes ni colorantes.
Pero no os confiéis. La semana que viene tenemos ESTRANGULADORES EN UN TREN. Quiero decir, EXTRAÑOS EN UN TREN.
Si es que Hitchcock es un juguetón.
A ver si por una vez Alex Fletcher va a hacer de Alcaudón ahora que Alcaudón ha hecho de Alex Fletcher.
Saludos, querid@s herman@s de la noche (no quiero olvidarme de la dulce hannaben)
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