Yo os felicitaré mañana como manda la tradición.
Yo os felicitaré mañana como manda la tradición.
¡Acabo de finalizar el comentario!
Sólo diez páginas en Word con sus correspondientes capturas que eso sí, tengo primero que subir a Pinterest y luego descargarlas, cosa que dejaré para mañana por la mañana porque tengo la espalda y las lumbares que ya no dan más de sí.
Así que mañana habrá turrón...
Pues como ya estamos a 24 de diciembre, desde ya os deseo a tod@s una feliz navidad y que el año que viene podamos seguir compartiendo afición y otras cosillas. Sobre todo, mucha salud y algo de suerte, que nunca viene mal.
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Lo mismo digo, felices fiestas a todos! Merry christmas!
Como aquí llega el Olentzero el 23 de diciembre y haciendo un esfuerzo titánico he logrado lo que sólo a Dios le llevó seis días...
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE SIR ALFRED HITCHCOCK (1899-1980) / PARTE XXXI:
32. NOTORIOUS (1946, ENCADENADOS)
Director: Alfred Hitchcock.
Producción y distribución: RKO Radio Pictures, Inc.
Productor: Alfred Hitchcock.
Guión: Ben Hecht, basado en la historia “The Song of the Dragon” de John Taintor Foote (The Saturday Evening Post, 12 y 19 de noviembre de 1921).
Dirección artística: Albert S. D’Agostino y Carroll Clark.
Fotografía: Ted Tetzlaff (1.37:1).
Música: Roy Webb.
Montaje: Theron Warth.
Reparto: Cary Grant (Devlin), Ingrid Bergman (Alicia Huberman), Claude Rains (Alexander Sebastian), Louis Calhern (Paul Prescott), Madame Konstantin (Madame Sebastian), Reinhold Schunzel (“Dr. Anderson”), Moroni Olsen (Walter Beardsley), Ivan Triesault (Eric Mathis), Alex Minotis (Joseph).
Duración: 1 h 41 m 40 s.
Rodaje: desde el 10 de octubre de 1945 hasta el 17 de enero de 1946.
Estreno: 6 de septiembre de 1946, con prèmiere en Nueva York el 15 de agosto.
Lo dijo Truffaut, no yo: “Tenía verdaderas ganas de llegar a ENCADENADOS, que es de todas sus películas la que yo prefiero; en todo caso, de todos sus filmes en blanco y negro, ENCADENADOS es la quintaesencia de Hitchcock.”
Y más adelante: “Las dos películas suyas que prefiero son ENCADENADOS y LA VENTANA INDISCRETA”.
No voy a discutir la elección del primero crítico y luego director francés porque en buena parte la comparto aunque me resulta imposible decantarme por una obra en concreto al menos hasta que hayamos revisado su filmografía al completo. Creo que otras películas (léase 39 ESCALONES, ALARMA EN EL EXPRESO, LA SOMBRA DE UNA DUDA, NÁUFRAGOS, EXTRAÑOS EN UN TREN, FALSO CULPABLE o, por supuesto, PSICOSIS – con la que la película hoy comentada tiene una más que evidente conexión... -) tienen igualmente méritos sobrados como para competir por el primer puesto.
Antes de comentar la película en sí (un trabajo laborioso pero que espero no me lleve tanto tiempo como el que dedico habitualmente al mismo y que últimamente me está empezando a pasar factura) me gustaría aclarar un par de cosas.
Y son dos cosas que no aparecen reflejadas en los títulos de crédito (que ya sabéis que en muchas ocasiones no indican en su justa medida la participación de los profesionales en cada uno de los apartados que constituyen una película).
La primera es que por primera vez (valga la redundancia) Hitchcock fue su propio productor (ojo, no confundir tal hecho con el de poseer una compañía propia – cosa que no sucedería hasta LA SOGA (1948), que además sería su primera película en Technicolor -).
Hitchcock ya había conseguido gracias al éxito de SOSPECHA el que en todas sus producciones posteriores (o sea, desde SABOTAJE en adelante) apareciera en los títulos de crédito la expresión “Alfred Hitchcock’s...” un primer paso en su consolidación como autor completo y que acabaría desembocando como decía en su nuevo cometido conjunto de productor/director, lo que le garantizaba, en teoría, una mayor autonomía o, al menos, una menor injerencia por parte de las compañías para las que trabajaba.
La segunda es que aunque tampoco se refleje en los créditos, el guión de Hecht (y Hitchcock – que rara vez aparecía acreditado pero cuya labor era decisiva (junto a la de su mujer, Alma) en la elaboración de los libretos -) está basado en un cuento del escritor y guionista John Taintor Foote (1881-1950), “The Song of the Dragon”, publicado en dos entregas (12 y 19 de noviembre de 1921) de la revista fundada en 1728 por el mismísimo Benjamin Franklin, The Saturday Evening Post.
- Cubierta de la primera edición en tapa dura, THE SONG OF THE DRAGON AND OTHER STORIES, D. Appleton and Company, Londres y Nueva York, 1923 –
Del cuento, cuya acción tiene lugar en Nueva York y durante la Primera Guerra Mundial, la película tomará la idea central de la misma, o sea, el que una mujer joven y bella sirva como cebo para engatusar a un respetable pilar de la sociedad pero que en realidad es un agente alemán, líder de una banda de saboteadores cuyo objetivo es desestabilizar el país en favor de las potencias del Eje.
- A Foote le debemos guiones como el de KENTUCKY (1938) de David Butler – una de las primeras películas en Technicolor y protagonizada por la bellísima Loretta Young – y especialmente el de EL SIGNO DEL ZORRO (1940) de Rouben Mamoulian, uno de los grandes clásicos del cine de aventuras con unos inmarcesibles Tyrone Power y Linda Darnell – una de esas 1.001 películas que hay que ver antes de morir…
Por cierto, el Zorro, al igual que Alicia (Bergman), es alguien con una doble personalidad, la pública (la que aparenta ser) y la privada (la que en realidad es).
Y hemos de aclarar que ya en el cine mudo se hizo una versión de la historia de Foote – notablemente fiel, por cierto -, CONVOY (1927), hoy desgraciadamente desaparecida, dirigida por Joseph C. Boyle e interpretada por el actor/director Lowell Sherman y la bella actriz británica Dorothy Mackaill. -
No creo que haga falta mencionar incursiones previas del director en semejante temática (ENVIADO ESPECIAL, SABOTAJE).
Lógicamente el tema del uranio o sea, el MacGuffin de la película, es autoría exclusiva de Hecht y Hitchcock quienes, al igual que en RECUERDA, trabajaron mano a mano en la elaboración del libreto.
Por cierto, no está nada claro que lo que Hitchcock contara acerca de incluir el uranio como la clave o la llave (nunca mejor dicho) del enigma no sea en realidad más que una mera fabulación por parte del director dado su peculiar sentido del humor.
Lo más curioso es que cuando la película optó a los premios de la Academia en 1947, una de las dos nominaciones que recibió fue…
… la de mejor guión original (¿?)…
- La otra, ya adelanto, al mejor actor de reparto, sería para el gran Claude Rains (que ya lo había sido en 1940 (por CABALLERO SIN ESPADA), en 1944 (por CASABLANCA) y en 1945 (por MR. SKEFFINGTON)). -
Originalmente un proyecto del todopoderoso productor independiente David O. Selznick y con el que todavía seguía bajo contrato nuestro querido director finalmente el mismo fue vendido en su integridad (incluidos guion, director y estrella femenina) a la RKO por la inusitada cifra de 800.000 dólares más un 50% de los beneficios, en otra de esas jugadas maestras del magnate aunque tal vez más tarde se arrepentiría dado que la película se convertiría en un formidable éxito de taquilla (4.800.000 dólares), sólo por detrás de RECUERDA (4.975.000), siendo ambas las dos cintas más taquilleras de su director hasta el estreno de la antes mencionada LA VENTANA INDISCRETA.
Un Selznick desbordado por el colosal proyecto que era DUELO AL SOL (1946), lo que facilitó la cesión a la RKO aunque el productor no renunció del todo a controlar siquiera levemente el devenir de la producción, como fue el que optara por Joseph Cotten (bajo contrato con el productor) en lugar del mucho más caro Cary Grant (y que además no estaba todavía disponible dado que estaba finiquitando su participación en el biopic sobre Cole Porter, NOCHE Y DÍA (1946) de Michael Curtiz), aunque en esto el director fue inflexible y se salió con la suya.
Dejémonos los prolegómenos aparte y hablemos un poco de la magnífica película de Hitchcock, sin duda, una de sus piezas maestras y aunque ya en LA SOMBRA DE UNA DUDA habían asomado elementos de su infancia y de su estancia en su tierra natal, en ENCADENADOS el director nos dejará ver ese lado oscuro y un tanto perverso que recorre buena parte de sus mejores títulos y de los que la presente obra es una de sus cimas.
Segunda colaboración consecutiva con la exquisita Ingrid Bergman (la auténtica protagonista de la película aunque el nombre de su compañero anteceda al suyo) e igualmente segunda colaboración con Cary Grant tras SOSPECHA, sin duda, el epítome de la elegancia para el director británico y el actor por el que sentía más afinidad (¿o más envidia?), sin olvidarnos, por supuesto, del grandísimo James Stewart (que, después de todo, protagoniza mi título favorito de Sir Alfred…).
No deja ser curioso (¿o tal vez una broma teniendo en cuenta el talante del director?) que si SOSPECHA acababa con un plano de la nuca de Cary Grant, la primera vez que su personaje hace aparición en ENCADENADOS lo haga de espaldas y enseñando…
… la nuca.
Hitchcock inicia la acción de una forma un tanto extraña dando unas indicaciones precisas de espacio (Miami, Florida, EUA) y de tiempo (las tres y veinte de la tarde del 24 de abril de 1946) quizás para recalcar que la acción de la película es posterior al final de la Segunda Guerra Mundial, algo nada descabellado dada la importancia (en realidad, relativa) del uranio como clave/llave de la trama, teniendo en cuenta los bombardeos atómicos de Hiroshima (6 de agosto de 1945) y de Nagasaki (9 de agosto).
- Por cierto, en la muy posterior PSICOSIS, Hitchcock igualmente utilizará esa doble indicación espacio/temporal (Phoenix/Arizona // Viernes, 11 de diciembre/dos y cuarenta y tres de la tarde)… ¿Qué os decía?… -
Primero asistimos al juicio al que es sometido el padre de la protagonista, John Huberman (Fred Nurney), de origen alemán, acusado del delito de traición contra los EUA y condenado a 20 años de prisión. Un arrogante Huberman que se atreve a desafiar al juez y a amenazarle con algo más grave que sus intentos de boicotear la producción del país.
Entre las personas que han acudido al juicio se encuentra su hija, Alicia (Ingrid Bergman, bella como un amanecer), que sale cariacontecida del mismo. Y una Alicia que ya está siendo vigilada por agentes del Servicio Secreto.
Será en el hogar donde ella vive cuando veamos por primera vez y como decía, de espaldas a la cámara, un impecable Cary Grant, quien permanece impertérrito y sin decir una palabra ante el inocente flirteo de una Alicia con unas copas de más.
De nuevo Hitchcock abre el plano con la nuca de Grant al que por fin veremos su rostro y que parece mostrarnos la cara amable del personaje (o más bien del actor, dadas sus excelentes dotes para la comedia), potenciado por la soberbia labor del operador Ted Tetzlaff en su último trabajo tras las cámaras antes de pasar a la dirección (en “el otro rincón” llegué a comentar recientemente LA VENTANA (1949), una más que atractiva muestra de cine negro) y recreándose en esos primeros planos en la belleza de los actores (como había hecho antes George Barnes en RECUERDA).
- Lo cierto es que la magia del cine hace que dos actores aparentemente antagónicos (ella todo pasión, él todo contención) logren esa química especial que trasciende la pantalla y que hace tan absorbente la historia de amor que el director nos propone. Porque la película es, en el fondo, un melodrama con todas las de la ley más que una película de suspense, como el mismo director afirmó una y otra vez. –
No deja de tener gracia que el pelo de ella le tape la visión mientras que el impecable peinado de él se mantenga contra viento y marea (una de las señas de identidad del actor).
La escena de la escapada en coche, en este caso conducida con una Alicia “ligeramente” achispada, nos parece retrotraer al final de la citada SOSPECHA, en este caso, con los papeles intercambiados. E incluso la presencia del policía nos podría recordar a una escena similar en la mítica PSICOSIS, película con la que, como ya decía, tiene ciertas conexiones que luego trataré de explicar.
El intento de ella por romper el pétreo semblante de él y su sonrisa burlona será en vano, una forma inteligente del director de mostrar que mientras ella es todo corazón, él, por el contrario, es todo cerebro (o al menos eso parece mostrarnos la película en buena parte de su metraje).
El reconocimiento del policía de quién es en realidad el misterioso caballero pondrá realmente furiosa a Alicia que empezará con una pelea (filmada con notable realismo por el director – vamos, que se sacudieron a gusto -) y finalizará con ella inconsciente a raíz de un puñetazo en el rostro.
El despertar de ella en su dormitorio y junto a ella un vaso (de contenido incierto) nos vuelve a retrotraer a SOSPECHA y el famoso vaso de leche (que además, recordemos, portaba el mismo actor) y donde vemos a él en el marco de la puerta, inclinado (por la posición de ella en la cama) y que de nuevo nos recuerda encuadres similares de la citada película. Esas imágenes inversas parecen indicar la relación que se establecerá entre los protagonistas, las dos caras de una misma moneda. Dos personas que simulan ser lo que no son.
Será entonces cuando él le comenté qué es lo que busca de ella. Y conoceremos, al fin, su nombre, probablemente falso, Devlin (que parece semejarse al de Devil (Diablo), lo cual no deja de tener su lógica dado el pacto mefistofélico que va a proponerle a continuación).
Una misión a acometer en Brasil donde se han refugiado los agentes alemanes que pagaban a su padre y que se han infiltrado en la sociedad y de los que se desconocen sus actividades actuales.
- Aquí Hitchcock coincidió con el gran Orson Welles y su película THE STRANGER (1946) que trataba sobre un tema similar. Una excelente película que no suele ser muy recordada. –
Devlin tratará de convencer a Alicia para que trabaje para su gobierno, desenmascarando a los nazis y así además rehabilitar la figura de su padre.
No deja de ser ciertamente cruel y bastante sintomático de esa relación sado/masoquista que se establecerá entre la pareja (y que tanto parecía agradar al director) el que él se aproveche de la situación tan sensible en la que ella se encuentra para hacerle una oferta que no puede rechazar…
… acostarse con un alto cargo de la organización de espías alemanes y así conseguir información útil que sirva para desmantelar la misma.
Quizás la forma en la que él la convence para “luchar” por su país (la grabación de sus conversaciones – íntimas – con su padre y en las que se niega vehementemente a seguir sus pasos, alegando que su madre y su nacionalidad es norteamericana y que repudia totalmente las actividades contra su país que su padre está llevando a cabo) sea un tanto forzada y su aceptación un tanto precipitada pero es una escena necesaria aunque reconozco que creo que es la menos trabajada por la dupla de guionistas. Esa apelación al patriotismo me parece un tanto exagerada pero…
… claro que lo que yo pienso es que ella acepta en realidad porque se ha enamorado de él de una forma que recuerda en cierta medida al que sufría su personaje en su anterior película, la injustamente menospreciada (ya lo siento, compañeros) RECUERDA.
En el viaje en avión desde Florida hasta Río de Janeiro conoceremos al superior de Devlin, el capitán Paul Prescott (el siempre elegante Louis Calhern y al que todos recordaremos, al menos, por su papel como cabecilla de la banda de atracadores de la mítica LA JUNGLA DE ASFALTO (1950) de John Huston) y donde además ella sabrá de la muerte de su padre en la cárcel (una cápsula de veneno…)). Pese a que ella sabía desde hace tiempo de las actividades de su progenitor, lo que había provocado su distanciamiento, la noticia le provoca una enorme tristeza, porque igualmente recuerda su infancia, donde todo era distinto.
En una bellísima escena veremos la mirada de él cuando ella se incline para mirar por la ventana la vista de la ciudad. Un indicio de que la atracción es mutua, seguramente por esa breve conversación entre ellos acerca de su padre.
La que acontece en el café es igualmente hermosa en su sencillez. Hitchcock nos muestra el progresivo enamoramiento de ambos no tanto a través de los diálogos, dado el hermetismo habitual de Devlin, sino por ese cruce de miradas entre ellos. Sólo un genio como el director británico podría hacer posible lo imposible. Y como ya había demostrado, por cierto, en RECUERDA…
También vuelve a hacer acto de presencia el supuesto alcoholismo de ella, como se atisbaba en su primer encuentro, algo que usa Devlin de una forma poco caballerosa.
Y, repito, es absolutamente deliciosa la forma en la que ella trata de seducirlo mientras el parece parapetarse en su sólido estoicismo.
Sí bien es cierto que Devlin no puede enamorarse de ella para no entorpecer la misión también lo es el que el personaje, el supuesto héroe de la película, es uno de los más antipáticos de toda la filmografía del director, sólo equiparable al Jon Finch de FRENESÍ (1972). Sus continuas insinuaciones y sus mordaces comentarios no hacen de él, precisamente, el galán perfecto.
- Y quizás por ello sea tan grande el contraste cuando aparezca el tercero en discordia, Alexander Sebastian (un formidable – como siempre – Claude Rains), que pese a ser un destacado dirigente nazi en el exilio y cuyos planes son ciertamente escalofriantes, es uno de los mejores villanos con encanto – junto al Robert Walker de EXTRAÑOS EN UN TREN o al Ray Milland de CRIMEN PERFECTO – que pueblan los mejores títulos de su director. -
La breve escena en el acantilado – que el director había empleado igualmente en REBECA y SOSPECHA – sirve para que la pareja se bese por primera vez. Y para mostrar que siempre son ellas las que dan el primer paso aunque sean jóvenes e inocentes como en los dos casos citados.
La reunión del jefe de ambos, Prescott, no deja de ser un tanto cruel como cuando comenta lo fácil que es para ella engatusar a los hombres y conseguir de ellos lo que quiera, algo que como ya vemos no tiene nada que ver con la verdadera Alicia, capaz de asumir riesgos, incluso su propia vida, por ayudar a su país.
También sabremos que Devlin desconoce los detalles exactos de la misión.
Ese plano lejano de los contertulios durante la reunión parece poner en relieve la lejanía, la distancia emocional, con los verdaderos protagonistas y, especialmente, con ella, la pieza esencial del tablero.
La llegada al apartamento de ella será el preludio de la más famosa (bueno, una de las dos escenas más famosas) no sólo de la película sino de toda la filmografía de su director. Me refiero, por supuesto, a la del beso más largo (y erótico) del cine clásico (con permiso de EL DEMONIO Y LA CARNE (1926) de Clarence Brown…).
Aquí no voy a comentar nada, pues las imágenes valen más que las palabras. Sin duda, Hitchcock se encontraba en la cima de sus poderes y ponía en imágenes lo que para él estaba vedado en su vida privada.
Ese instante de éxtasis será rápidamente borrado de la faz de Devlin cuando conozca finalmente todos los detalles (más íntimos…) de la misión que se les ha encomendado. Y donde veremos a un Devlin diferente, que defiende la honestidad (y la integridad) de Alicia ahora que, por fin, se ha dado cuenta de que está perdidamente enamorado de ella.
La noticia de que ella conoce a Sebastian (quien fue su pretendiente hace años) no hace sino añadir más leña al fuego que empieza a sentir Devlin en sus entrañas.
Será por tanto la casa de Sebastian, donde se reúne el grupo de conspiradores, el objetivo a perseguir. Y para ello usarán de los encantos de Alicia para engatusar al pobre de Alexander.
La botella de champán que él se había comprometido a traer para la cena será olvidada en el cuartel general de los agentes del gobierno como bien se encarga de destacar el director al principio y al final del encuentro. Ya lo he dicho en múltiples ocasiones y vuelvo a repetirlo de nuevo. Hitchcock es el mayor manipulador del Séptimo Arte y sabe como hacer para que nos fijemos únicamente en lo que el quiere y que, lógicamente, tendrá una importancia decisiva (aunque secundaria, lo repito de nuevo) en la trama.
El regreso de Devlin al piso de Alicia, sabiendo ya en qué consiste su trabajo, borrará esos instantes de dicha que han compartido (que hemos compartido) y volverá a poner a cada uno en su sitio, volviendo su relación a la casilla de salida.
Si la escena de amor era gloriosa, la de desamor es igualmente maravillosa (aunque justamente por lo contrario) pues nos muestra la vulnerabilidad de ella y la inseguridad de él. Diálogos e interpretaciones formidables de una película para el recuerdo.
Y de nuevo la referencia (en este caso no visual) al champán olvidado…
El “casual” encuentro entre Alicia y Alexander nos permite dar entrada, por fin, al vértice que faltaba para ese triángulo que forman los tres protagonistas.
Un Sebastian encarnado magníficamente por el gran Claude Rains (que ya había trabajado junto a Ingrid Bergman en la inmarcesible CASABLANCA) y que era un gran amigo del director. De hecho, su ex-mujer, la bella Isabel Jeans, había trabajado con Hitchcock en DOWNHILL y EASY VIRTUE.
Los torpes intentos de Sebastian por tratar de volver a ganarse el afecto de Alicia nos muestran a uno de los villanos más humanos de toda la filmografía de su director, quien además mantiene una malsana relación de dependencia con su madre…
La aparición de ella, deslumbrante en su blancura (cortesía de la gran Edith Head), símbolo de su pureza, hace enmudecer tanto a Devlin como a Prescott.
La entrada en el hogar de los Sebastian le servirá de un lado al director para contrastar el plano objetivo (el deambular de ella) con el subjetivo (lo que ella ve, más ralentizado) y de otro para contrastar la blancura/pureza de ella con la negrura/corrupción de los habitantes de la casa, vestidos de oscuro, a excepción de la madre que lo hace en tonos grises (notable elección cromática la usada por el director para diferenciar a unos y a otros, simple pero efectiva) a la que el directo presenta en una espléndida toma continua desde lo alto de las escaleras hasta llegar a su lado.
Por supuesto, ahora conocemos a la (terrible) madre de Alexander, encarnado por la actriz austro-húngara Leopoldine Konstantin, en su último papel para la gran pantalla. Una mujer que domina a placer a su hijo pero por el que siente igualmente una feroz devoción.
Y una madre que al contrario que su hijo desconfía desde un principio de la bella rival que le ha surgido en el cariño de su hijo.
En la reunión Alicia conocerá a alguno de los principales colaboradores de Sebastian, entre los que se encuentra un tal “Dr. Anderson” (Reinhold Schunzel) quien tendrá un papel determinante en la trama como pronto veremos.
También destaca la presencia del actor Ivan Triesault, el señor Mathis, que ya había encarnado a un villano similar (nada de extrañar dado su adusto semblante) en ENVIADO ESPECIAL, donde recuerdo que también había un complot orquestado para evitar que los EUA entrara en la guerra en Europa…
Durante la cena se producirá un curioso incidente con una botella y uno de los invitados, Emile Hupka (Eberhard Krumschmidt), algo que en lo que reparará nuestra heroína.
Es ciertamente escalofriante por su cotidianidad la escena en que sus compañeros (y superiores) hablan sobre el destino del citado.
De nuevo como en ENVIADO ESPECIAL o SABOTAJE, gente aparentemente normal y que son pilares de la sociedad, lo que hace más terrible lo fácil que es esconderse bajo un antifaz de respetabilidad.
La escena en las carreras de caballos es otra muestra de la maestría en los diálogos de la dupla Hecht/Hitchcock y del formidable trabajo interpretativo de ambos protagonistas.
Es curioso que mientras Devlin cuando está con Alicia parece estar siempre a la defensiva y no hace más que molestarla con sus comentarios, en cambio cuando se encuentra con sus superiores, la defiende a capa y espada.
La inesperada llegada de ella con la noticia de que Sebastian la ha pedido en matrimonio cambia radicalmente la situación y el enfoque de la misión.
Una Alicia que esperaba que Devlin se negara ante tal decisión pero que se ve desamparada cuando éste parece alentarla a ello.
De regreso de su (corta) luna de miel Alicia reclama las llaves de todas las habitaciones que están en manos de la madre de Alexander (como sucedía con la señora Danvers en REBECA).
Una nueva reunión entre el conciliábulo del grupo de industriales nos hace saber que el Dr. Anderson ya conseguido refinar el uranio con el que fabricar una bomba nuclear…
La negativa de la madre a cederle las llaves y, por tanto, el dominio de la mansión será solventado en uno de los escasos enfrentamientos entre ambos y supondrá a Alicia la posibilidad de indagar en esas habitaciones que hasta ahora han permanecido cerradas.
Sólo una de ellas se le resistirá…
… una llave Única…
… que lleva a la bodega y cuyo único juego está en poder del propio Sebastian.
Evidentemente algo importante se esconde detrás de esa puerta…
Devlin convence a Alicia para que su marido de una fiesta que sirva de presentación de ésta en sociedad y que le invite a él y de esta forma poder acceder a la bodega y a su misterioso secreto…
Lo cierto es que viendo el comportamiento de los dos “pretendientes” de Alicia uno siente mucha más proximidad por el afectuoso y tierno Sebastian que por el frío y calculador Devlin y por ello, a pesar de saber la terrible misión que tiene entre manos, la “traición” de ella nos dolerá especialmente, lo que demuestra la sabiduría y el talento de su director como ya hizo con el personaje de Willy en la excelente NÁUFRAGOS.
El robo de la llave de la bodega (aquí vemos la inexperiencia de ella como agente secreto puesto que en lugar de sacar una copia se la lleva) provocará el inicio del calvario de la protagonista e igualmente de su amante esposo.
- De nuevo el acercamiento al objeto. Antes la botella y ahora la llave. Y ambas determinantes en la trama y el devenir de la historia. -
Y otro bonito ejemplo de suspense cuando ella la oculta de la mirada de su devoto cónyuge.
Y de nuevo otra de esas escenas magistrales cuando la grúa nos lleva desde lo alto de la escalera (la cual, como otras veces, tendrá una importancia capital en la resolución de la trama) hasta la mano donde ella guarda la llave robada. Uno de esos tours de force que son marca de la casa e identidad del autor y que aquí tenemos en su máxima expresión.
La llegada de Devlin a la celebración volverá a encender los celos de Alexander quien, al contrario que aquel, no duda en ningún momento en mostrar sus sentimientos a la persona que ama (y ha amado siempre).
Hitchcock crea un admirable suspense cuando vemos cómo las botellas de champán van poco a poco escaseando, para preocupación de Alicia, pues es en ese momento cuando ella y Devlin tratan de descubrir qué se esconde en la bodega.
Pero allí no encontrarán más que botellas. Botellas todas de la misma añada…
Involuntariamente él rompe una de ellas y aunque trata de ocultar el estropicio será la primera señal de que algo grave está a punto de pasar para nuestros protagonistas.
Una botella que en lugar de líquido contiene arena o una especie de mineral. ¿Qué podrá ser?
Finalmente, viendo que el champán está a punto de agotarse, Alexander, en compañía de Joseph (Alex Minotis), el mayordomo, decide bajar a la bodega para subir más.
Para evitar ser descubiertos Devlin decide besar apasionadamente a Alicia para ocultar sus actividades en el sótano.
En verdad que resulta cruel el modo en el que trata al pobre de Sebastian, alguien que carece de los encantos de Devlin, pero que muestra un amor profundo y sincero por ella.
Y es entonces cuando se da cuenta de que le falta la llave. Creo que es más terrible para él saber que el amor que ella le profesaba no era sincero que el hecho de haberle robado la llave aunque eso signifique el fin de sus actividades como agente enemigo en el extranjero.
La mirada de él es harto significativa.
Su visita en plena noche primero a la bodega, donde se dará cuenta de que una de las botellas no es la correcta…
… lo que indicará que ha sido descubierto (y, por tanto, vigilado desde hace tiempo) y segundo al dormitorio de su madre – otra extraordinaria escena que ya parece un avance del personaje encarnado por Anthony Perkins en la mítica PSICOSIS… - donde se fraguará el destino de Alicia pero también el de Alexander pues de enterarse sus compañeros será igual y prontamente eliminado como le sucedió antes a Emile.
Ella se encargará de Alicia a su manera. Y su método será el envenenamiento (que Hitchcock trató de usar – infructuosamente – en SOSPECHA).
Así asistiremos al martirio de Alicia quien no sólo es envenenada lentamente mediante el café que le suministran (antes era la leche, ahora el café) sino que además en sus entrevistas con el capitán Prescott – donde sabremos que la arena recogida contiene mineral de uranio y, por tanto, su siguiente misión debería ser saber de dónde procede dicha arena – y más tarde con Devlin éstos parecen pensar que ella ha vuelto a recaer en sus viejos hábitos, o sea, la bebida. Además la noticia de que él va a dejar la misión y dirigirse a España no hace más que agravar la situación.
Es especialmente esa última entrevista entre ambos con una Alicia ya muy deteriorada y un Devlin que no hace más que atosigarla.
El momento en el que ella se da cuenta, por fin, de que su propio esposo y su suegra, están envenenándola es igualmente estremecedor – su reacción cuando el doctor está a punto de beber de la taza equivocada es magistral - y aquí vemos de nuevo a Hitchcock usando objetos agrandados, otra de las señas de identidad del director.
Un Devlin preocupada por la ausencia de Alicia se decidirá aun en contra de su superior para acercarse a la mansión de los Sebastian e inquirir por su salud.
Es entonces cuando él por fin sabrá el motivo de sus ausencias y de su deteriorado aspecto. Y es también cuando veamos al Devlin enamorado (como sólo nos ha mostrado el director en cuentagotas pero bien dosificadas) y la escena con Alicia, Devlin, Sebastian y su madre descendiendo la escalinata será otra de las cimas del genio, haciendo alterar el espacio y el tiempo (como antes había hecho con la primera visita de ella a la mansión) de forma que parezca que la misma sea mucho más larga de lo que es en realidad. Y la escena no sólo es magnífica porque reúne a los cuatro protagonistas sino porque no sólo asistimos al anhelado reencuentro de la pareja sino también porque nos preocupamos de lo que les pueda pasar a Alexander y a su madre.
En un final ciertamente cruel (a pesar de la verdadera naturaleza de Alexander) Hitchcock nos deja con la boca abierta y presentimos que el destino de él y de su madre no va a ser nada placentero…
Y si a Devlin le habíamos visto al principio de espaldas, a Alexander le veremos al final de espaldas. Y una puerta que se cierra.
Muy inteligentemente Hitchcock prefiere usar esta escena para cerrar la trama que un plano final de los protagonistas.
Un final magistral para una película que es, sin duda, una de las obras maestras de su director.
Y eso es todo, amigos.
Feliz nochebuena.
Última edición por Alcaudón; 24/12/2019 a las 10:24
Y como dentro de poco entraremos a comentar las primeras obras en Technicolor de Sir Alfred...
... qué mejor que tener la famosa foto en...
... color.
Última edición por Alcaudón; 24/12/2019 a las 10:31
Muy buena review, Alcaudón! y ya me hago la boca agua solo con pensar en La soga, una de mis preferidas de siempre.
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Pero antes tenemos EL PROCESO PARADINE que es una película más interesante de lo que suele considerarse pese a algunos errores claros de reparto (Peck, Todd).
Lo más curioso es que después de LA SOGA y ATORMENTADA Hitchcock no volvió a usar el (Techni)color hasta CRIMEN PERFECTO (1954).
Por cierto, en EL PROCESO PARADINE Hitchcock usó por primera vez el filmar con varias cámaras a la vez.
Creo que dejaré la lectura de tu comentario (y la redacción del mío) para mañana o pasado (en Catalunya el 26 también es festivo)... ¡que me tengo que poner a preparar la cena!
Y esta felicitación especialmente dedicada al amigo Alex, que estos días está algo más cerca de nosotros.
A TODOS LOS AMIGOS DEL FORO:
¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO HITCHCOCK, QUIERO DECIR, NUEVO!
Esos Ramones! Gracias compañeros!
Y para Tomás, natürlich
danke schön, Alex!
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Encadenados (Notorious, 1946)
Llegamos a la que para mí (y para Truffaut) es la mejor película de Hitchcock en blanco y negro, aunque si no os gusta la elección, como diría Marx, puedo escoger otras, hay donde elegir. Es una de sus películas que más veces he visto y siempre me ha parecido irresistible. Como el amigo Alcaudón ya nos ha regalado uno de sus extensos y documentados comentarios, magnífico as usual, me concentraré en algunos aspectos que me parecen especialmente remarcables.
Y para empezar el título: “Notorious” (por cierto, Alcaudón, aunque en los rótulos de la película aparece así, hay multitud de carteles que le añaden un signo de admiración final). ¿Qué quiere decir ese, de entrada, extraño título? Aventuré hace unos días que podía ser una referencia a Alicia, atendiendo a uno de los significados del adjetivo en inglés, “de mala fama”. El cartel que adjunto parece corroborar esta suposición ya que presenta a la protagonista como: “notorious woman of affairs”, contrapuesta a ese “adventurous man of the world”, en referencia clara a Devlin (por cierto, Alcaudón, muy bien vista esa casi homofonía entre “devlin” y “devil”, que refuerza el papel mefistofélico del personaje encarnado por Cary Grant, de manera espléndida como era habitual … aunque un Mefistófeles humano, demasiado humano, prisionero de sus contradicciones y debilidades; por cierto, ese Devlin parece un apellido, quedándonos sin saber cuál es su nombre).
Si el título en inglés resulta un tanto extraño, el título en castellano es de lo más ambiguo. ¿Quiénes están encadenados? ¿Alicia y Devlin? ¿Alicia y Alex? ¿Los tres entre sí? ¿Cada uno de ellos con su causa, sea el FBI o el nazismo? Incluso en mi adolescencia, cuando me empezaba a interesar por ciertos aspectos técnicos de este proceloso mundo del cine, esto de “encadenados” me parecía una referencia a la técnica de montaje repetida en varios momentos del film, en que Hitchcock nos aproxima los personajes por medio de planos encadenados, en una suerte de guiño cinéfilo… que desgraciadamente no funciona con el título original.
Destacaré cinco detalles dentro del primer segmento del film, que transcurre en la soleada Florida, algunos ya citados por Alcaudón:
1. La nuca de Cary Grant: la presentación de Devlin es antológica. Creo que no hay nuca más reconocible en el cine de Hollywood que la del actor británico, lo cual refuerza esa sensación de gato por libre que nos ofrece Hitchcock al final de Suspicion: ¡esa nunca no es la de Grant! Aquí, en cambio, la podemos disfrutar en todo su esplendor. Es curioso como puede llegar a ser erótica la parte trasera de la cabeza, hasta tal punto que uno imagina que Alicia por lo que se está sintiendo atraída no es por la cara del personaje, que no hemos visto pero que sabemos que es la de Grant, sino precisamente por lo que no ve y sí en cambio los espectadores: su nuca.
2.
2. El posavasos humano: Cuando Devlin y Alicia abandonan la casa para salir a pasear, él parece no encontrar donde dejar el vaso, eligiendo el pecho de una mujer que está dormida, tendida sobre un hombre en un sofá. Pequeño detalle hilarante que nos informa sobre el clima disipado en el que se suele mover Alicia y el utilitarismo de Devlin, en un detalle que me atrevo a atribuir a Ben Hecht (Billy Wilder no lo hubiera hecho mejor).
3. El pañuelo: Devlin, galantemente, se sirve de su pañuelo para cubrir el vientre desnudo de Alicia, en un detalle tierno, protector, que nos indica la preocupación personal del agente por la mujer a la que va a intentar reclutar. Además, ¡qué sensación más sensual, imaginar la suave tela del pañuelo, ¿de seda?, sobre la piel de la Bergman! Pañuelo que ella guardará como una reliquia y que le devolverá mucho después, cuando su relación amorosa se vea abortada a causa de los sacrificios que ha de hacer en su papel de espía.
4. El puñetazo: ¡Cómo duele! Aunque Hitchcock, discretamente, nos lo oculta interponiendo la espalda de Devlin, lo noto cada vez que veo el film, como si me lo propinaran a mí.
5. La resaca: Hitchcock ilustra el despertar dolorido y resacoso de Alicia, en la cama junto a un de vaso de leche (¿es realmente leche o algún brebaje contra la resaca?), con un juego de angulaciones de cámara que ya había utilizado con anterioridad y que coloca a Devlin literalmente cabeza para abajo.
Ya en Río, el proceso de “encadenamiento” entre la mujer de mala fama y el aventurero se cierra, y para ello Hitchcock vuelve a recurrir a dos elementos visuales ya utilizados en films anteriores: el beso en las alturas (al que volverá en films posteriores, como Torn Curtain o The Birds),
y el beso carnívoro, larguísimo, de un erotismo pocas veces tan logrado en el cine (y que en su largo desarrollo vuelve a recurrir a una visión trasera de Grant)
Pero en Hitchcock parece que las relaciones amorosas siempre han de incorporar algún elemento distorsionador (en esta ocasión creo que fruto, tanto por parte de Alicia como de Devlin, de un comportamiento masoquista, represor, ambos se castigan a sí mismos: una para expiar su frivolidad y las culpas de su padre; el otro su cobardía, su traición a la persona que ama). Y aparece Alex Sebastian, al trote. Creo que estamos ante el villano más sensacional de la obra de Hitchcock y quizá de la historia del cine. Sabemos que es un nazi, suponemos que está tramando algo que pondrá en peligro la paz mundial, es bajito y feúcho, se interpone entre nuestros dos héroes, se beneficia a ese radiante objeto del deseo que es Alicia, pero con todo uno no puede dejar de ponerse de su lado en la mayor parte del film, e incluso se sentir lástima, sincera pena, cuando descubre el engaño de su esposa y su más que previsible final a manos de sus compinches. Por supuesto, buena parte del atractivo del personaje radica en una interpretación superlativa de Claude Rains, un actor que no defrauda nunca.
Cuando Alicia, en una aparición imprevista, y que pone en peligro su misión, se presenta en el cuartel general en Río del FBI ante su jefe (el excelente Louis Calhern) y Devlin para pedir consejo ante la petición de matrimonio de Alex, uno no puede dejar de pensar en algo: Alex se va a poder acostar con Alicia, que tendrá que fingir amor y atracción física por ese hombrecillo al que en el fondo desprecia, mientras que el apuesto Devlin la va a dejar tirada, desprotegida. Pocos momentos más crueles en una relación amorosa hemos visto en una película.
Ya de vuelta del viaje de novios, la película entra en su tramo final con dos secuencias inmejorables: la de la fiesta y la bajada a los infiernos final.
La fiesta es un nuevo tour de force hitchcockiano en materia de suspense: un elemento tan simple como el consumo de botellas de champagne va a crear una tensión creciente en el espectador y en los personajes de Alicia y Devlin, mientras intentan descifrar qué misterio se esconde en la bodega. Aquí Hitchcock no puede evitar poner su granito de arena para incrementar el suspense… bebiendo una copa de champagne.
El momento en que Alex descubre a los dos amantes (despechados en el fondo) fingiendo que lo son para después negarlo y salvar la situación es uno de los más brillantes, y crueles, del film. El único personaje que demuestra entereza y comprensión es Alex… pero pronto descubrirá que ha sido burlado, y por el ser a quién más ama en el mundo: su mujer.
Ahora Alex es un hombre derrotado, librado de nuevo a los protectores brazos de mama, otra de esas siniestras madres hitchcockianas, quizá la más temible (impresionante interpretación de Leopoldine Konstantin):
Hitchcock parece sentir un deleite especial en el via crucis que va a vivir a partir de este momento Alicia, paulatinamente envenenada por Alex y su madre, sin que sospechen de ello sus compañeros de causa, en especial el Dr. Anderson (Reinhold Schünzel, actor que, como ya dijimos hace un tiempo en el “otro rincón”, fue un prolífico director y actor en Alemania, antes de emigrar a la llegada de Hitler al poder; se cuenta que era el director favorito del Führer… hasta que descubrió que tenía orígenes judíos).
Postrada en el lecho, Alicia será arrancada literalmente de la muerte en la secuencia final, toda ella inmersa en un clima ominoso, terrorífico, casi de novela gótica, con el héroe ascendiendo la enorme escalinata de la mansión de los Sebastian, buscando a Alicia, y llevándola escaleras abajo a la salvación en un movimiento casi de ballet macabro con Alex y su madre.
Y el colofón: ese largo plano final, primero con Alex en primer plano y luego alejándose de la cámara para reunirse con sus colegas, desapareciendo detrás de la puerta de la mansión que se cierra tras él como si fuera una planta carnívora que acaba de atrapar a su presa. Hitchcock, con ese final, en el que privilegia por encima de la huida de los enamorados la visualización del castigo de Alex, víctima por amor, nos señala quizá al gran protagonista del film, al perdedor. ¿No os produce una cierta pena su derrota?
La siguiente entrega también señala sin piedad al perdedor de una desgraciada historia de amor, pero un desventurado enamorado que no tiene la ternura que demuestra Alex, sino más bien la obsesión egoísta: el engreído abogado Anthony Keane (Gregory Peck).
Buenas observaciones, mad dog. Yo creo que lo que hace grande a Encadenados son las magníficas interpretaciones de todos. Personajes más elaborados, incluso, que en otras ocasiones, y actores en estado de gracia.
Mi blog: www.criticodecine.es
Encadenados a un destino aciago...
ENCADENADOS
Peli en la que Ingrid zampacompideturno (mira que parecía colada por todos hasta las trancas)...pues eso vuelve de nuevo a trabajar con Hitch siendo uno de los mayores aciertos en la filmo de Alfred.
Trama de espionaje ohhhhh sorpresa!!! que se funde absolutamente en una historia de amor arrebatadora,memorable que va centrar mi modesto comentario en el que me dejaré mucho en el tintero pero allá vamos...
Para Truffaut la mejor peli de Hitchcock quien volvió a colaborar con B Hecht.
Mientras pensaban en el MacGuffin tuvieron varias ideas hasta llegar al uranio con el que los malos fabricarían una bomba atómica.Se pensaba que era una ridiculez,faltaba poco para Hiroshima,llegaron a haber entrevistas científicas como aporte para la peli.... Hitch aseguró años despues que el FBI le estuvo vigilando por hacer dichas pesquisas.Mira tú daba para otra peli
Sigamos a Alicia Huberman... hija de un espia nazi (similitud con ENVIADO ESPECIAL),a la salida del juicio que ha condenado a prision a su progenitor,mal para nuestra heroína porque es su padre y bien porque actua la justicia,total que la Bergman para olvidar agravios se va de parranda pasandose de copas y aqui es donde aparece el insigne y unico C Grant de espaldas para darle más emocion...Alicia cómo no!!!! sentirá una irrefrenable atraccion hacia el maromo... que es un agente federal que le propondrá la misión de su vida, destapar a un nazi refugiado en Brasil.
El film avanza a una velocidad de vértigo y nada resulta apresurado por ello.Amplio abanico de personajes, todos con algo que aportar,el amor entre los dos protagonistas se resume cuando mencionan los ocho días que han pasado. Una muestra del buen hacer de Hitchcock que nos creamos sin dudar el flechazo entre Alicia y Devlin.
Con el transcurrir de la cinta se va reduciendo el ritmo condensado en dos o tres momentos sublimes en los que nuestro director posee una envidiable mano para la tension y el amor (es emocionante).Alexander Sebastian, al que da vida un inconmensurable Claude Rains,logra que le temamos y también entre comillas empaticemos.
ENCADENADOS es el summum del modusHitchcock hasta aquel momento.La fiesta...plano general desde lo alto de las escaleras hasta que, por medio de una grúa para la ocasión,se acaba en primer plano mostrando la llave en la mano de Alicia,que nos llevará al momentazo en las bodegas.
El envenenamiento de Alicia una vez descubierta, por parte de Alexander y su terrorifica madre Leopoldine Konstantin en su único papel en USA,Hitchcock con un movimiento une cafe corrupto,víctima y verdugos,todo ello sin cortar plano.
Devlin se adentrará en la mansión para saber de Alicia a la que ama irremediablemente,inolvidable!!!!
Gran historia de amor...Hitchcock se burló del C Hays y los 3 segundos que tenian que durar los besos.Hizo que se acercasen para besarse y se separasen para hablar y acto seguido volver a besarse, así dale que te pego....elaborando una de las escenas más sensuales del cine... gracias tambien a la excelente química entre Bergman y Grant.
Primera colaboracion con la gran Edith Head.
8.9/10
Última edición por hannaben; 26/12/2019 a las 19:04
Yo estaba tan absorto con la trama que se me escapó el cameo del director.
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Por motivos de tiempo, no he podido seguir el hilo con asiduidad... me encanta todo vuestros artículos/opinión, son de una currada bestial. ES de lo que más grande hace al foro.
Yo no se si lo habéis comentado ya... pero he visto después de Posada Jamaica... los extras, con dos cortos, el primero terminado el segundo a medias.
Posada Jamaica... pues ya extenderé mi opinión, que sin disgustarme, tampoco es que me haya ilusionado tanto como esperaba...
Primer corto; Bon Voyage
La verdad... casi diría, bueno, lo digo... me ha gustado más que la propia película que acompaña
Me ha gustado mucho que esté en francés, aunque eso no afecte a su calidad, el idioma es relativo las actuaciones, está mucho más conseguidas que en Posada Jamaica, que me llamaron mucho la atención, son más a la "antigua" o teatro podría decirse, (o esa sensación me dio).
El tema a tratar, como está hilado todo, y los flashback están muyyy bien, pensando que dura menos de 30min.
Ahora estoy con el segundo corto; Aventura malgache.
"Vive y deja Vivir"
"Estamos la primera mitad de nuestra vida, machacando nuestro cuerpo, haciéndole sufrir.... y la otra mitad, intentando solucionarlo...."
Efectivamente, los comentamos en su momento pero siempre es agradable que más gente se una a este (descomunal) proyecto y haga sus siempre interesantes aportaciones.
La semana que viene (espero...) nos toca la entrega nº 32 (y la película nº 33), EL PROCESO PARADINE (1947).