Sí, es el mismo video que tengo colgado en el post anterior. Ese que ha sido ignorado por todos.
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Es poca cosa lo que se conserva, pero es interesante de ver.
Guion que solo incluye los diálogos, uno detrás de otro, sin separaciones de ningún tipo, no hay ni una sola indicación sobre los escenarios o que describa los movimientos de los personajes. Evidentemente es algo a completar. Me sorprende que Shaffer escribiera así el guion, si es que es realmente el original, porque resulta completamente incomprensible, yo más bien lo veo como un apunte para los diálogos de los actores, no el guion entero. Para muestra, un botón. Esta es la última secuencia:
No. No!
lt's not -
Mr Rusk.
You're not wearing your tie.
I -
A partir de ahí, pensemos en Dick subiendo la escalera con la bata de médico, el cuerpo en la cama de Bob, los golpes a la cabeza que le propina Dick, el brazo de una mujer que cae, el levantamiento de sábanas para descubrir el cuerpo de una joven estrangulada, la entrada en la habitación de Oxford, los balbuceos de Dick, los ruidos en la escalera, la entrada en la habitación de Bob arrastrando un gran baúl, la referencia que Oxford hace a Bob sobre la ausencia de la corbata, la caída del baúl. Mucho hay que leer "entre líneas".
Última edición por mad dog earle; 18/06/2020 a las 11:49
A mí me encanta la frase del policía: " Señor Rusk, no lleva corbata". Me parece muy educadamente british.
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Voy por la página 9 en Word pero me tengo que ir a comer dado que entro a las 13.00 (en teoría) al trabajo.
De todas formas voy bastante bien y espero tenerlo completado, aparte del tema de las capturas, para esta noche si no vengo dolorido del trabajo.
Modestia aparte, me está quedando bastante bien y para que no desentone de las 50 (+ 2) entregas anteriores, quiero mimar el aspecto visual del comentario.
Una película más y a descansar.
Aunque sea una semanita, alejado de todo y de todos.
Yo, después del buen regustito de Frenesí (que no dudaba, pues la he visto decenas de veces) e incluso de haber disfrutado Topaz y algo menos Cortina Rasgada (sobre todo, por Newman), no sé qué esperar de La trama. A ver cómo concluye Hitchcock, porque esta si que no me acuerdo de nada. A veces, es mejor tener memoria de pez.
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Da la casualidad que, precisamente, el último plano antes de los créditos de Family Plot ha acabado convirtiéndose en una especie de simbolo perfecto de toda la obra de Sir Alfred: el guiño a cámara de Barbara Harris.
Por lo demás, Family Plot siempre me ha parecido un film muy divertido y simpático, disfruto con él, aunque quede a un nivel algo por debajo de sus grandes títulos. Es un final refrescante... final que no debería haberlo sido, porque Hitchcock trabajaba sobre un nuevo proyecto: The Short Night, pero el cuerpo, camino de los 80, con una dolorosa artritis y un marcapasos, dijo basta.
Me lo imagino. Y demasiado que duró porque hay muchos otros que se mueren antes, dados sus antecedentes. Por cierto, en el reportaje que acompaña a Frenesí, se hablaba de salud y no de la de Hitch, sino de su mujer, que en el rodaje de la película en Londres sufrió un derrame cerebral o ictus, algo de eso. Se recuperó y Hitchcock pudo volver al set de rodaje.
Alma murió apenas dos años después de su marido.
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Es este aspecto la vida (o más bien la muerte) de Hitchcock guarda cierto paralelismo con otro de mis directores favoritos, al que estamos dedicando también una revisión actualmente: Federico Fellini. También en su caso, a pesar de que su mujer, Giulietta Masina, arrastraba un cáncer desde hacia tiempo, fue él el primero en morir. Giulietta lo acompañó al cabo de pocos meses. Si Alfred y Alma se llevaban solo un dia en su fecha de nacimiento, Federico y Giulietta nacieron con poco más de un año de diferencia.
Qué curioso. Por cierto, vaya persona más interesante Alma Reville. No estaría mal un biopic en condiciones sobre toda su vida, una especie de película dentro de otra película. Quiero decir, que vaya mucho más allá de lo que hizo la Mirren en Hitchcock, esa película sobre el rodaje de Psicosis
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Las personas más importantes en la vida personal y profesional de Alfred Hitchcock fueron mujeres: Alma Reville (1899-1982), Joan Harrison (1907-1994) y Peggy Robertson (1916-1998).
Y también podríamos incluir a la diseñadora Edith Head (1897-1981) y por supuesto a todas las rubias (y no rubias) que poblaron el imaginario del director británico.
Finiquitado el comentario, a falta de incluir las imágenes ad hoc y que es un proceso aparente pero tedioso dado que no sé por qué pero en Pinterest debo hacer dos veces al menos el mismo proceso para poder encajar las imágenes.
Tan pronto como llegue a casa y después de una reparadora cena lo tendréis a vuestra disposición.
Y ya sólo nos quedará una más para completar la revisión exhaustiva que estamos llevando un grupo de intrépidos cinéfilos inasequibles al desaliento.
RUSK: You're… my type of woman.
o
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE SIR ALFRED HITCHCOCK (1899-1980) / PARTE LI:
52. FRENZY (1972, FRENESÍ)
Director: Alfred Hitchcock.
Producción y distribución: Universal Pictures Ltd.
Productor: Alfred Hitchcock.
Guion: Anthony Shaffer, basado en la novela “Goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square” de Arthur La Bern (Londres, 1966).
Diseño de producción: Syd Cain.
Fotografía: Gil Taylor (en Technicolor y formato panorámico (1.85:1)).
Música: Ron Goodwin.
Montaje: John Jympson.
Reparto: Jon Finch (Richard “Dick” Blaney), Alec McCowen (Inspector Jefe Timothy “Tim” Oxford), Barry Foster (Robert “Bob” Rusk), Billie Whitelaw (Henrietta “Hetty” Porter), Anna Massey (Barbara “Babs” Milligan), Barbara Leigh-Hunt (Brenda Blaney), Bernard Cribbins (Felix Forsythe), Vivien Merchant (Señora Oxford), Michael Bates (Sargento Spearman), Jean Marsh (Monica Barling), Clive Swift (Johnny Porter).
Duración: 1 h 55 m 52 s (Copia en BD editada por Universal en 2013).
Rodaje: desde finales de julio hasta mediados de octubre de 1971.
Estreno: 25 de mayo de 1972.
FRENZY/KALEIDOSCOPE (1966-1968)
En la gestación de la película que hoy conocemos como FRENZY no podemos obviar el desarrollo de otro proyecto anterior de igual título (y también conocido como KALEIDOSCOPE) en el que el director empeñó casi dos años de duro trabajo (de 1966 a 1968) y que de haber contado con el visto bueno de la Universal se habría convertido sin lugar a dudas en la obra más experimental y vanguardista de toda la filmografía de su director.
La (equivocada) impresión que Hitchcock tenía acerca de sus últimas películas a las que consideraba como demodés frente a las nuevas cinematografías que estaban irrumpiendo en el panorama continental (con acento especial en la obra de autores como el francés Jean-Luc Godard o el italiano Michelangelo Antonioni) serviría de acicate al director británico para afrontar un reto sólo a la altura de su genio.
Hitchcock decidió rodar un thriller basado en el caso real del famoso asesino en serie Neville Heath (1917-1946), un exmilitar británico, joven y apuesto, con tendencias homosexuales, que violó, mató y mutiló a dos mujeres en 1946 (y por las que fue condenado a muerte ese mismo año).
En la elaboración del libreto intervinieron hasta cuatro guionistas (Benn W. Levy – que ya había trabajado con el director en su primera película sonora (LA MUCHACHA DE LONDRES (1929)) -, el propio director, Howard Fast (cuya novela “Espartaco” (1951) serviría de base a la película homónima de Kirk Douglas y Stanley Kubrick) y Hugh Wheeler).
Para su puesta en escena Hitchcock trasladaría la acción de Londres a Nueva Jersey y Nueva York, utilizaría un tipo de película rápida y únicamente la luz natural, experimentaría con el color y uso de la cámara en mano y el reparto estaría compuesto por actores jóvenes y desconocidos, además de que incluiría escenas de desnudos y, por supuesto, violencia más explícita.
Con la falsa promesa de la Universal de que después de encargarse de un proyecto más ambicioso como era TOPAZ, que además contaría como guionista con el propio autor de la novela, se le permitiría retomar FRENZY, Hitchcock accedió al requerimiento.
Sin embargo y debido a las desavenencias con el escritor (y guionista), Hitchcock intentó retomar el proyecto por el que tanto había luchado (habiendo diseñado no sólo un completo story board de la película sino también rodado varias secuencias, simples esbozos que servirían de futura referencia, en el verano de 1967).
Pese a las promesas hechas, los directivos de la Universal (de la que recordemos que los Hitchcock eran uno de sus principales accionistas) vetaron definitivamente el proyecto en una reunión con el director en el verano de 1968.
Hitchcock empezaría el rodaje de TOPAZ en septiembre de dicho año.
Aunque más de uno pueda pensar que la profunda decepción que el director se llevó (sin duda, la más importante de toda su carrera) se vio claramente reflejada en una película tan (injustamente) vilipendiada como es TOPAZ, lo cierto es que una parte significativa del proyecto original que era FRENZY/KALEIDOSCOPE se puede apreciar en lo que hoy conocemos como FRENESÍ (palabra, por cierto, que no recuerdo si se menciona siquiera una vez a lo largo de la película).
FRENESÍ (1972)
Curiosamente, el guionista británico Anthony Shaffer (1926-2001) – que no usó nada de los guiones previos para FRENZY/KALEIDOSCOPE – firmaría ese mismo año sus dos libretos más importantes para la gran pantalla. El de la penúltima película de Alfred Hitchcock y el la última de Joseph L. Mankiewicz (LA HUELLA (1972)).
Dos magníficos guiones y dos películas magistrales.
- Aunque tampoco convendría olvidar el de la estupenda THE WICKER MAN (1973) de Robin Hardy, al que Ari Aster ha hecho un espléndido homenaje en la magistral MIDSOMMAR (2019). -
Shaffer (a instancias de Hitchcock, lógicamente) recuperaría la figura del asesino en serie pero sería el protagonista, el “héroe” de la película, Richard “Dick” Blaney (un hosco Jon Finch, sin duda, el protagonista más antipático de toda la filmografía hitchcockiana), quien asumiría los galones de exoficial de la RAF en lugar del psicópata sexual Robert “Bob” Rusk (un espléndido Barry Foster, que ya apuntaba maneras en una película que comenté tiempo ha en “el otro rincón” [https://www.mundodvd.com/las-ultimas...2/#post4175704].
En realidad, FRENESÍ cubre a la vez dos campos que se intersecan: el de los asesinos en serie y el de los estranguladores.
Y es que si en la filmografía de Sir Alfred hay únicamente 4 (cuatro) ejemplos de asesinos en serie (recapitulemos: EL ENEMIGO DE LAS RUBIAS (1927), LA SOMBRA DE UNA DUDA (1943), PSICOSIS (1960) y FRENESÍ (1972)), también lo es el hecho de que sólo dos de ellos (LA SOMBRA DE UNA DUDA y FRENESÍ) cumplen ambas condiciones.
- Por cierto, y aunque no venga a cuento (bueno, en realidad sí, dada la temática), el mayor experto en el tema es el neoyorquino Richard Fleischer (1916-2006), gracias a su díptico EL ESTRANGULADOR DE BOSTON (1968) / EL ESTRANGULADOR DE RILLINGTON PLACE (1971). -
Y aunque he encabezado el presente comentario con la frase que “Bob” dice a sus (dos) víctimas antes de matarlas (“Usted es mi tipo de mujer”) he estado tentado de usar lo que yo llamo la perfecta simetría y que consiste en enlazar una película en los albores de su carrera como es EL ENEMIGO DE LAS RUBIAS (1927) [“El primer film hitchcockiano”] y otra en el “ocaso” de la misma como es FRENESÍ (1972), lo que me permitiría hacer un juego de espejos: 27 / 72.
Bonito, ¿verdad?
La novela del escritor británico Arthur La Bern (1909-1990) que sirvió de base para el guion de Shaffer, “Goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square” (Londres, 1966), toma el título de unos versos de una canción popular, “It’s a Long Way to Tipperary”, compuesta por Jack Judge y Harry Williams en 1912.
[It's a long way to Tipperary,
It's a long way to go.
It's a long way to Tipperary,
To the sweetest girl I know!
Goodbye, Piccadilly,
Farewell, Leicester Square!
It's a long long way to Tipperary,
But my heart's right there.
Es un largo camino a Tipperary
Es un largo camino por recorrer
Es un largo camino a Tipperary
¡Para la chica más dulce que he conocido!
¡Adiós, Piccadilly
Hasta luego, Leicester Square!
Es un largo camino a Tipperary
Pero mi corazón está ahí.]
- Primera edición, Clarke, Doble & Brendon Ltd., Londres, 1966 -
Al parecer La Bern expresó su disgusto por la adaptación de su novela a la gran pantalla.
Desconozco por completo la citada novela (e ignoro si tiene edición en castellano) pero como solía ser habitual en el director británico éste tomó de ella lo que le interesaba, o sea, el esqueleto argumental de la misma y añadió elementos tan determinantes en la película como el matrimonio formado por el Inspector Oxford (un desopilante Alec McCowen) y su esposa (una igualmente genial Vivien Merchant) que aportan ese elemento de comicidad ineludible en los mejores títulos de Sir Alfred (salvo honrosas excepciones…) y que contrasta a la perfección con lo sórdido del argumento.
- Algo similar, por cierto, a lo que comentaba el otro día en “el otro rincón” acerca del interludio humorístico que John Ford incrustó en medio de la huida de los cheyenes del norte en la crepuscular CHEYENNE AUTUMN (1964) y que hermana a ambos directores de estilos y personalidad tan dispares. -
El excelente trabajo de Shaffer, como siempre mano a mano con el cineasta, no impidió, no obstante, algunas lagunas en el libreto que, si no se me va el santo el cielo, me gustaría comentar a lo largo de esta modesta crónica.
FRENESÍ supuso un doble triunfo (bueno, en realidad, triple, si consideramos la excelente acogida que tuvo tanto de público como de crítica, todo un tónico después de dos fracasos consecutivos que habían hecho tambalear su confianza) para Hitchcock.
Por una parte, porque suponía su regreso a su tierra natal donde no rodaba una película desde los tiempos de PÁNICO EN LA ESCENA (1950). Y no sólo éso sino que la historia se focalizaba en el famoso Covent Garden de la capital inglesa que él tan bien conocía porque su padre había trabajado en él como vendedor de frutas y verduras.
De otra parte, porque le permitía recuperar la figura del asesino en serie que había protagonizado (aunque fuese en off) su primera gran película, EL ENEMIGO DE LAS RUBIAS (1927).
Además, FRENESÍ, como tantas películas de su director, mantiene conexiones con otros títulos del mismo.
Con CRIMEN PERFECTO (1954) por el personaje del Inspector Oxford que se asemeja a su homólogo, el Inspector Hubbard, encarnado por el simpar John Williams, dos de los escasos (incluso diría que únicos) ejemplos de miembros del cuerpo de policía por los que el director muestra una marcada simpatía (y empatía).
También porque el final de ambas películas es similar en el sentido de que Hubbard/Oxford discrepe del veredicto del jurado y use al protagonista Margot/Richard como cebo para capturar al verdadero culpable.
E igualmente porque el asesino, al igual que el capitán Lesgate (Anthony Dawson), usa una media/corbata para estrangular a su víctima.
Con PSICOSIS (1960) por la escena del brutal asesinato de Marion/Brenda a manos de Norman/Bob, a las cuales hermana la tremenda violencia (para la época) de las imágenes.
Aquí, sin embargo, el personaje de la madre no tiene ninguna importancia en la trama dado que la señora Rusk (Rita Webb) no tiene nada que ver con la madre de Norman, Norma.
Con MARNIE, LA LADRONA (1964) la escena en la que la secretaria de Brenda, Monica (una excelente, como todo el elenco y especialmente el femenino, Jean Marsh – y a la que recuerdo de uno de mis episodios favoritos de la mítica serie “The Twilight Zone” (“El solitario”, temporada 1, episodio 7, 13 de noviembre de 1959) -) describe con asombroso detalle al exmarido de la víctima, nuestro protagonista, al igual que hacía el señor Strutt (Martin Gabel) al inicio de la última obra maestra del director.
Y ya va siendo hora de hablar un poco (¡ejem!) de la película.
Aunque no tenga la menor importancia siempre me ha llamado la atención el hecho de que tan pronto como se inicia la película en la esquina superior derecha del encuadre aparezca el escudo de armas de la Ciudad de Londres.
Me encanta esa magnífica toma a vista de pájaro que nos lleva de derecha a izquierda (si tomamos como referencia el South Bank – mi zona favorita de la ciudad -), atraviesa el Puente de la Torre y nos deja delante del Ayuntamiento de la ciudad.
Hitchcock yuxtapondrá jocosamente el discurso del orador acerca de las bondades de las nuevas políticas ecologistas (¡en los años 70!) de las autoridades con la aparición del cadáver de una joven flotando en el río.
Una joven con una corbata anudada a su cuello.
El asesino de la corbata ataca de nuevo…
Como curiosidad y creo que por primera vez en toda su filmografía, Hitchcock no hace uno sino dos cameos, uno a continuación del otro.
E igualmente fundirá la imagen de la corbata en el cuello de la víctima con la de nuestro “héroe”, Richard “Dick” Blaney (Jon Finch), anudándose la suya, dando de esta forma una (falsa) pista acerca de la (presunta) identidad del asesino.
Hitchcock y en contra de lo que había hecho hasta la fecha, nos presentará al típico inocente acusado de un crimen (o crímenes) que no ha cometido (o sea, uno de los temas fundamentales de su obra) pero hace de él un personaje ciertamente poco recomendable y más bien desagradable.
Un exmilitar (jefe de escuadrilla de la RAF), sin oficio ni beneficio, de maneras bruscas y genio irascible, de dudoso gusto en el vestir y que no hace más que meterse en líos por su afición a la bebida y a las mujeres.
También conoceremos a la dulce “Babs” (la delgaducha – y estupenda - Anna Massey, a la que recordaremos de otro gran clásico del thriller como es EL FOTÓGRAFO DEL PÁNICO (1960) de Michael Powell) que es medionovia de Richard y que trabaja en el mismo pub que él antes de que lo echaran.
- Por cierto, una cosa que Hitchcock hará varias veces a lo largo de la película y que es un tanto atípico en él, es un primer plano con los protagonistas pero de forma que el principal (Richard) está tan cerca del objetivo de la cámara que su imagen queda distorsionada. -
Y al tío “Bob” (Barry Foster, el auténtico protagonista de la cinta), que ejerce como de padrino de Richard, siempre dispuesto a ayudarle y que además es la antítesis de éste, dado que es alguien educado, que va impecablemente vestido (alfiler de corbata incluido…) y que se lleva bien con todo el mundo, incluido la policía…
Aquí de nuevo Hitchcock hará un brillante uso del lugar de trabajo de Rusk (el citado tío “Bob”), quien se dedica a la compra/venta de frutas y verduras en el Covent Garden, dado que en sus inmediaciones se cometen los dos crímenes de los que somos testigos y porque desde allí sale un peculiar cargamento de patatas y que Hitchcock convertirá en una secuencia atrozmente divertida.
El pub donde Richard se toma una copa para ahogar sus penas servirá al director para unir inteligentemente la conversación entre dos pilares de la sociedad (un letrado y un doctor) acerca del nuevo crimen del “asesino de la corbata” con la presencia, primero al fondo y luego al lado de los mismos, del primero y que Hitchcock vinculará para reforzar la idea de la culpabilidad de Richard.
Si cuando aparece el primer cadáver alguien de la multitud menciona el nombre de Jack el Destripador (que ejerció su oficio en 1888), aquí se habla de John Christie (1899-1953), otro asesino en serie británico y que serviría de base para el personaje interpretado (magníficamente) por el actor/director Richard Attenborough en la citada EL ESTRANGULADOR DE RILLINGTON PLACE.
Como antes decía, la madre de Rusk, el verdadero asesino es una señora encantadora y, por tanto, estamos lejos de esa mujer castradora que simbolizaba la Norma de PSICOSIS.
Quizás por ello es más difícil de entender el comportamiento psicopático de su hijo. ¿Uno de los fallos del guion al que antes aludía…?
Y esa obsesión de “Bob” de considerarse el tío de Richard…
La visita de éste a la agencia matrimonial de su exmujer nos servirá para conocer primero a su secretaria, la estirada señorita Barling (Jane Marsh) y, por supuesto, a Brenda (Barbara Leigh-Hunt).
Y donde de nuevo volverá a asomar el humor típicamente hitchcockiano en esa disímil pareja que sale de la consulta lisonjeada por la señorita Barling.
La citada visita, además de mostrar lo diferente que ha tratado la vida a Richard y a Brenda, también servirá más tarde de prueba acusatoria contra él cuando la señorita Barling testifique ante la policía.
- Por cierto, Hitchcock siempre suele asociar la imagen de un hombre o más frecuentemente una mujer que lleva gafas de cristales gruesos o bien con la idea de represión (como es el caso) o justo todo lo contrario (el ejemplo de la esposa de Guy en EXTRAÑOS EN UN TREN (1951)). -
De nuevo Hitchcock nos muestra al protagonista como alguien en las antípodas de lo que podríamos considerar un héroe y de hecho es alguien más bien despreciable y que ni siquiera al final será redimido a pesar de probarse su inocencia.
Y un Richard quien pese a haber roto con su mujer todavía se siente atraído por ésta…
- De nuevo esa imagen distorsionada del protagonista al estar demasiado cerca del objetivo de la cámara… -
Los intentos de llevarse a la cama a su ex aunque parecen lograr su objetivo no lo eximirán de acabar durmiendo en un albergue del Ejército de Salvación…
… y con unos billetes en el bolsillo.
La escena que viene a continuación, el asesinato de Brenda, no sólo es la mejor de toda la película sino también la más desagradable y violenta de toda la filmografía de su director, mucho más incluso que la famosa (y diseccionada) de la ducha en PSICOSIS.
Y aunque en esta última película se intuía el cuerpo desnudo de la protagonista aquí Hitchcock por primera vez incluirá desnudos en primer plano de tres de las cuatro víctimas del psicópata sexual. -
Además, aquí, al contrario que en la citada película, la muerte de Brenda (y antes su violación) no se produce de forma brusca y que impacte en el espectador sino que el director crea un crescendo que la convierte en una pieza maestra del suspense malsano.
En ella por fin Hitchcock mostrará sus cartas y nos revelará que es Rusk y no Richard el verdadero asesino.
Una escena extraordinariamente rodada y montada por Hitchcock, con total ausencia de música (al contrario de lo que sucedía en PSICOSIS) y con un superlativo trabajo interpretativo de Barry Foster y Barbara Leigh-Hunt, apoyado en los magníficos diálogos de Shaffer y que recuerda en cierta medida a la muerte de Gromek en la escasamente atractiva CORTINA RASGADA.
Y donde el director, al igual que en PSICOSIS, congelará primero la mirada muerta de la actriz...
... y a continuación nos mostrará un plano de ella absolutamente estremecedor (y el único momento en que suena la música)...
La salida de Rusk del edificio coincidirá “casualmente” con la llegada de Richard, que intentará infructuosamente (lógicamente) contactar con su ex y con la llegada de la señorita Barling y ese fantástico plano fijo del exterior del edificio mientras ella sube las escaleras, encuentra el cadáver de su jefa y grita de horror ante el grotesco espectáculo, todo ello en off.
- Uno se imagina a Hitchcock contando los segundos sentando en su cómoda silla de director… -
Y ya es hora de conocer al último de los protagonistas, el Inspector Oxford, un genial Alec McCowen, que encarna como antes mencionaba a uno de los escasos representantes del orden por que el que director no sólo siente respeto sino que protagoniza las escenas más hilarantes no sólo de la película sino seguramente de toda su obra.
La descripción de Richard por parte de la señorita Barling, como también decía antes, nos recuerda a una escena similar que acontecía al inicio de MARNIE, LA LADRONA.
Y no nos olvidemos del personaje encarnado por la estupenda Anna Massey, “Babs”, que se convertirá en la tercera (al menos desde el inicio del relato) víctima del asesino de la corbata y que mantiene una intermitente relación amorosa con Richard.
En el Hotel Coburg, regido por Gladys (una Elsie Randolph que había debutado precisamente de la mano del maestro en LO MEJOR ES LO MALO CONOCIDO (1931)), Richard, que firmará como Oscar Wilde (sic), logrará camelarse a la joven para pasar una placentera velada juntos.
Y tercero de los desnudos de la película aunque rápidamente hay que decir que en el caso de las víctimas dos y tres los cuerpos que observamos no corresponden a las actrices que interpretan los personajes sino a sus dobles de cuerpo (como aquella película de Brian De Palma que venía a ser un cruce de LA VENTANA INDISCRETA y DE ENTRE LOS MUERTOS y que para mí es una de sus mejores obras, aunque no mucha gente parece compartir mis gustos).
En este caso será el pésimo gusto vistiendo de Richard lo que haga sospechar a los empleados del hotel que en el mismo se hospeda el auténtico asesino de la corbata.
La explicación de Richard a “Babs” parece convencer a ésta de su inocencia.
En ese momento aparecerá un viejo compañero de armas de “Dicko”, como le llama Johnny (Clive Swift) quien está casado con Hetty (Billie Whitelaw), a la que Hitchcock presenta en un brusco zoom desde la terraza de su apartamento y que más tarde intuimos que fue otro de los ligues de Richard, seguramente mientras todavía estaba casado con Brenda.
Y al igual que más adelante, en la escena del juicio, Hitchcock nos escamotea las innecesarias explicaciones que Richard se ve obligado a dar a su amigo y a las que además asistimos desde el punto de vista de Hetty.
- A Billie Whitelaw, la recordaremos al menos los que amamos el cine gótico británico por un clásico de la altura de LA CARNE Y EL DEMONIO (1960) de John Gilling, con el gran Peter Cushing como el infasto Dr. Knox y la pareja Donald Pleasence y George Rose como los desenterradores Hare y Burke. -
Un personaje, el de Hetty, que parece guardar una inquina personal contra Richard no tanto porque le considere como el asesino de su ex sino por el hecho de presentarse con una nueva chica, lo que parece indicar, como decía, un affaire amoroso previo entre ambos y más teniendo en cuenta el escaso atractivo que tiene su esposo.
- Por cierto, y haciendo un pequeño juego de palabras de los que gustan a los compañeros tomaszapa y Alex Fletcher, si el protagonista también atiende al nombre de “Dick” (o sea, polla) y “Babs” bien podría ser “Boobs” (o sea, tetas), igualmente “Hetty”, abreviatura de Henrietta, tiene un sonido parecido a “Hate” (odio).
Ah, y Rusk vendría a ser un “biscote” o panecillo tostado, algo perfectamente lógico dado que trabaja en el ramo de la alimentación…
-
En el New Scotland Yard asistiremos a uno de los copiosos (por necesidad, dadas las prácticas culinarias de su devota esposa) desayunos que el simpático Inspector Oxford se mete entre pecho y espalda ante la atónita mirada del sargento Spearman (Michael Bates) y mientras le explica las peculiaridades del comportamiento del asesino según las cuales lo que le excitaría no es el sexo sino la acción de estrangular con sus propias manos a la víctima.
De hecho, el asesino, o sea Rusk, es impotente, algo que Hitchcock muestra claramente en la brutal escena de la violación y asesinato de Brenda, donde es incapaz de llevar de realizar el acto sexual (léase coito).
La conversación que Rusk mantiene con un colega en el pub donde antes trabajaba Richard y todavía lo hace “Babs” acerca del negocio de las patatas es un avance de otra de las escenas más (justamente) célebres de la película y sin duda donde Hitchcock mezcla con singular maestría la comedia y el horror a partes iguales.
Un Rusk, por cierto, al que no vemos en la barra del bar después de la discusión que mantienen Felix (Bernard Cribbins), el dueño (enchufado) del pub y “Babs” sino que…
… como por arte de magia aparecerá detrás de ella a la salida del local en una magnífica idea del director en la que hace desaparecer el sonido ambiental por un breve instante y que es una premonición de lo que pronto va a sucederle a la joven.
Otra extraordinaria escena, la del asesinato de “Babs”, que Hitchcock inteligentemente no repite sino que acontece en off y que viene precedida por una frase que ya habíamos oído en el primero de los crímenes (bueno, en realidad en el segundo): “No sé si lo sabrás, “Babs” pero tú eres mi tipo de mujer”…
… a lo que sigue un majestuoso retroceso de la cámara, bajando las escaleras y saliendo por la puerta del edificio, todo ello en silencio (ni siquiera oímos los gritos de “Babs”), hasta que salimos al exterior, al ruido del día a día.
Una toma prodigiosa que muestra que Hitchcock se encontraba todavía en plenitud de su talento.
Y no deja de ser curioso el uso del silencio que hace en esta película y que ya había usado en títulos anteriores, como las denostadas CORTINA RASGADA y TOPAZ.
La consabida escena explicativa que aparece en todas las películas del director y que sirve a modo de resumen de lo acontecido hasta el momento o de forma de clarificar algunos aspectos un tanto oscuros de la trama Hitchcock la incorpora a las deliciosas escenas domésticas del matrimonio Oxford que, como decía, no aparecen en la novela de La Bern.
Hitchcock trastocará sus exquisitos gustos gastronómicos por los experimentos culinarios de la señora Oxford y de los que su (sufrido) esposo será su conejillo de Indias.
Una magnífica forma de romper el tono tan lúgubre que está tomando el relato y que el director maneja magistralmente, gracias especialmente al espléndido trabajo de Alec McCowen y Vivien Merchant.
Y que será el prólogo de otra de las mejores secuencias de la película, la del camión cargado con sacos de patatas.
Si para Hitchcock lo actores eran como ganado (una típica broma hitchcockiana mal entendida) aquí literalmente el cadáver de la dulce “Babs” sufrirá la misma ignominia que el protagonista (indirecto) de la exquisita PERO… ¿QUIÉN MATÓ A HARRY? (1955), pasando de ser alguien a ser simplemente… algo.
El primer desliz que comete nuestro asesino, el perder su querido alfiler de corbata (que usa a veces de simple palillo para hurgarse entre los dientes…) con la inicial de su nombre será lo que provocará su caída.
Aquí, por cierto, creo que Hitchcock comete un error pues en el momento en el que Rusk se da cuenta de que ha perdido su alfiler, nos muestra un innecesario flashback donde vemos siquiera fugazmente el asesinato de la joven. Con el simple gesto de él de llevarse la mano al ojal de su chaqueta nos basta para intuir adónde ha podido ir a parar el dichoso objeto.
Lo que viene a continuación es un ejemplo perfecto de lo que ya he mencionado en reiteradas ocasiones a lo largo del comentario y es el mezclar el humor con el horror.
Y donde Hitchcock nos hace casi sentir lástima por el asesino en su afán por recuperar la prueba incriminatoria.
Por cierto, creo que también es redundante el mostrar el rostro de “Babs” en el momento en que su cuerpo se cae del camión dado que esa imagen ya había quedado marcada a fuego en nuestras retinas en el primer asesinato.
De cualquier forma, la secuencia es todo un prodigio de puesta en escena y de montaje. Otra de esas set pieces que abundan en las obras postreras del director y que en algunos casos son lo más destacable de las mismas (aunque aquí no es el caso).
De nuevo Hitchcock prescindirá de la música, algo común a las tres grandes escenas que articulan la película y que pese a ser donde se concentra la sabiduría narrativa de su director, al contrario que en TOPAZ y en especial en CORTINA RASGADA, no hacen desmerecer al resto del metraje.
Un Richard abandonado por sus amigos y acorralado por la policía que creerá encontrar en su “tío Bob” el tan ansiado refugio.
Por cierto, Richard no es ciertamente el más espabilado de los héroes hitchcockianos puesto que no le debería haber sido tan complicado llegar a la conclusión de que el que ha cometido los asesinatos debe vivir (o trabajar) en las cercanías y además ha matado de forma consecutiva primero a su mujer y luego a su novia.
La trampa que le prepara Rusk a Richard le hará a éste darse cuenta de quién está detrás de los crímenes y dejará a aquel el camino expedito para seguir con sus actividades.
Hitchcock de nuevo tomará la acertada idea de ahorrarse las molestas sesiones en el juicio de forma que sólo oiremos el veredicto y los gritos de Richard proclamando su inocencia y culpando a Rusk.
Cosa que hará que el Inspector Oxford empiece a sospechar que hay gato encerrado en un caso aparentemente tan evidente como es del asesino de la corbata.
Y otro de los puntos donde veo que flojea la historia porque es un tanto pillado por los pelos que Oxford empiece a tener dudas sobre la culpabilidad de Richard, ¿quizás influenciado por la opinión de su mujer?
De hecho, la resolución de la verdadera identidad del asesino me parece un tanto forzada y rompe la férrea estructura que Shaffer y Hitchcock ha ido urdiendo hasta la fecha.
La visita de Oxford a la agencia matrimonial será la verdadera pista que éste necesite para concentrar sus pesquisas en el “tío Bob”.
Y de nuevo un giro del guion poco creíble como es la caída provocado por Richard para poder evadirse de la prisión en la que espera a ser ajusticiado.
Claro que tampoco tiene nada que perder dado que se le ha condenado a muerte.
Y otra de esas geniales veladas culinarias que tanto disfruta nuestro querido servidor de la ley y que son el contraste perfecto en una película imperfecta aunque magistral.
La última gran película de su filmografía aunque no alcanza, en mi modesta opinión, el estatus de obra maestra que sí otorgaba a MARNIE, LA LADRONA por ese tramo final que desluce un tanto el resto de la película.
Esa trampa que le prepara al verdadero asesino el diligente policía y que me recuerda como decía al final de CRIMEN PERFECTO tiene una coda final ciertamente macabra con esa cuarta víctima, igualmente estrangulada y de nuevo con la lengua fuera (aquí creo que Hitchcock abusa de tan truculento efecto).
Y esa línea final, “Señor Rusk, no lleva usted corbata”, que sirve de rúbrica genial a esta película que sirvió para revitalizar el ánimo y la carrera del director y al que todavía le quedaría una bala en la recamara antes de plegar velas.
Una película más y habremos finiquitado al completo al filmografía, al menos si nos referimos a los largometrajes estrenados en la gran pantalla, del más popular director de cine de todos los tiempos.
El más popular y uno de los más importantes de la Historia del Cine.
Feliz noche a tod@s.
Menos mal que yo jamás he usado una corbata…
¿Y sabéis qué? No sé que tal hubiese salido el primer FRENZY/KALEIDOSCOPE pero lo cierto es que no creo que me hubiese gustado tanto como FRENESÍ.
La última gran película de Hitchcock.
P.D. Nada que reprochar, todo lo contrario, a la excelente calidad de imagen y sonido que presenta la edición en BD de la mano de la Universal.
Última edición por Alcaudón; 19/06/2020 a las 00:45
Y mañana, quiero decir hoy, le hincaré el diente a THE REVENGE OF FRANKENSTEIN (1958) de Terence Fisher, la segunda y tal vez mejor de las entregas que el director dedicó a la figura del Barón, dentro del rincón dedicado a la Hammer y más en concreto a Fisher y descansaré así por unos días de la agotadora entrega semanal hitchcockiana que está acabando con mis menguadas fuerzas.
Muy buen análisis de "Frenesí", querido Alcaudón, la has diseccionado perfectamente, creo que coincidimos en casi todo, ya mañana escribiré mis modestas impresiones.
Frenesí (Frenzy, 1972)
Frenzy es una de las películas de Hitchcock que más veces he visto, de las que reviso más a menudo. Quizá influya en ello, por un lado, ese retrato de un Londres reconocible, que siempre me ha fascinado (adoro Londres), en el que notamos que el director se mueve a gusto, que recupera escenarios de su infancia y juventud, como el desaparecido mercado de Convent Garden, corazón geográfico y emocional del film. Quizá sea su pasado familiar, la dedicación de su padre al negocio de las frutas y verduras, pero se detecta una delectación especial por mostrarnos el trajín de los comerciantes, los transportistas, los vendedores. Quizá porque en mi caso también me crie junto a un mercado (el de Sant Antoni de Barcelona), pero me da la impresión de que la película permite oler ese aroma tan peculiar de los restos de verdura o de la fruta demasiado madura.
Se nota, además, que detrás del guion hay un escritor de altura, Anthony Shaffer, que vivía en esos momentos el éxito de su obra teatral “Sleuth” (llevada al cine ese mismo año por Joseph L. Mankiewicz, con guion del propio autor). No he leído la novela que se adapta, de Arthur La Bern, “Goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square”, pero el resultado es, a mi modo de ver, perfecto (a pesar de que no gustó a La Bern), medido, lleno de “color” (y no me refiero al cromatismo), de humor negro y, a su vez, escalofriante, durísimo, una visión ciertamente pesimista de la sociedad contemporánea, donde nadie sale bien parado, empezando por el protagonista, Richard “Dick” Blaney, que, como Alcaudón siempre recuerda, es, ciertamente, uno de los protagonistas más antipáticos de la obra de Hitchcock, pero así ha de ser “por exigencias del guion”, y en ese sentido Jon Finch (que venía de interpretar a Macbeth para Roman Polanski) está soberbio.
Curiosamente, otro de los implicados en el film de Polanski juega un papel clave en el film: Gil Taylor, responsable de la magnífica fotografía del film, una foto que huye del cromatismo de films anteriores de Hitchcock o de la tónica general del cine de los 60, para entregarnos un film terroso, un poco sucio, perfecto para poner en imágenes el ambiente grisáceo de Londres y en particular del Covent Garden. Taylor fue también el responsable de la fotografía en blanco y negro de otros dos films del director franco-polaco: Repulsion y Cul-de-sac, sin olvidar su participación en la kubrickiana Dr.Strangelove (o en A Hard Day’s Night, ¿eh, Alcaudón?, sin dejarnos, dando un salto hacia adelante en el tiempo, de la primera entrega de Star Wars). Siguiendo con los colaboradores, me parece acertadísima la banda sonora de Ron Goodwin (no sé qué tal hubiera resultado la de Henri Mancini, el primer encargado de componerla: en los extras se incluye el inicio del film con su música). Y acertadísimo todo el reparto, no tengo pero alguno para ninguno de los actores, con mención especial para Barry Foster, como el psicópata asesino, y la encantadora Anna Massey como Babs (Massey, hija de Raymond Massey, ya aparecía en la magistral Peeping Tom, de Michael Powell, o sea que estaba avezada a lidiar con psicópatas, aunque en esta ocasión no sale bien parada), pero sin olvidar a Alec McCowen, como el inspector jefe Oxford, o en roles más breves, su mujer (Vivien Merchant), el sargento Spearman (Michael Bates, que venía de participar en la kubrickiana A Clockwork Orange), Barbara Leigh-Hunt (la exesposa de Dick), Billie Whitelaw (fantástica en los pocos minutos de su presencia en pantalla) o la fugaz aparición de Elsie Randolp, como Gladys, la recepcionista del Hotel Coburg, a la que podemos recordar como la pasajera incordiante de Rich and Strange.
Seré breve en el comentario del film (bueno, quizá no tanto), porque tendría que detenerme en cada secuencia, ya que es de esas raras películas en que todo se aprovecha (como se dice del cerdo, y para muestra los pies de cochino con los que tienen que luchar el inspector jefe Oxford), en que no veo ni caídas de ritmo ni errores (al menos de bulto), aunque, eso sí, hay dos momentos, sin duda, que sobresalen, sobre los que se suele centrar el comentario del film: la violación y asesinato por estrangulamiento de la exesposa de Dick y el episodio del camión de patatas.
Me encanta la entrada en Londres siguiendo el curso del Támesis desde el este, pasando por la zona portuaria, hoy en día completamente transformada.
Todavía no se había convertido en una zona comercial y de apartamentos lujosos, pero ya se habla de recuperar la limpieza de las aguas del río… primera nota de humor negro del film, porque lo que va a aparecer es el cadáver de una mujer estrangulada con una corbata (hay un asesino en serie de mujeres en Londres, con lo que Hitchcock vuelve a sus orígenes, a The Lodger).
Quizá sea significativo que Hitchcock aparezca (como quizá pasaba en el film mudo citado, sobre eso no nos pusimos de acuerdo) por partida doble (y con bombín), aunque dentro de la misma secuencia. La relación que Hitchcock establece entre el cuerpo de la mujer asesinada y Dick poniéndose la corbata es otro de esos maliciosos ejercicios de crueldad refinada del director: es obvio que nos parece señalar al hosco exmiembro de la RAF como culpable del crimen, aunque no tardaremos mucho en descubrir que, una vez más, se tratará de un falso culpable.
Hitchcock va acumulando pruebas en contra de Dick: su tendencia a la bebida, incluso en horas de trabajo (claro que trabaja en un pub, es como poner al zorro a guardar las gallinas), que le comporta el despido; su agresiva y grosera manera de comportarse en la agencia matrimonial de su ex; su intempestiva reacción en otro pub, justo cuando dos hombres en la barra desgranan las característica probables del asesino… que parecen una referencia explícita a Dick (los cuales comentan “we haven’t had a good, juicy series of sex murders since Christie”, una referencia a John Christie, protagonista de la extraordinaria 10 Rillington Place, de Richard Fleischer, film fácilmente emparentable con Frenzy); su furia al descubrir que no ha ganado dinero con “Coming Up” aplastando las uvas; la copa rota en el club de la exesposa… El retrato es demoledor.
En cambio, Bob se nos presenta inicialmente como un tipo simpático, alegre, familiar… en especial cuando nos presenta a su madre, que intuimos es otra de esas madres horrendas típicas del cine de Hitchcock. Incluso tiene su retrato al lado de la cabecera de la cama (y, por tanto, “testigo” de sus fechorías).
La escena de la violación es, sin duda, uno de los momentos más desagradables y violentos (sino el que más) de la obra de Sir Alfred. Aquí Hitchcock se deja de medias tintas (aunque cortó la imagen en que se veía goteando la lengua de Brenda una vez estrangulada). Por otra parte, la agresión de Bob es sumamente extraña, parece que disfrute más del terror que ocasiona en Brenda que del acto carnal en sí (si es que en realidad lo llega a consumar). Ese repetitivo “lovely, lovely” con que parece jalearse a sí mismo es sumamente perturbador. No sé a vosotros, pero a mí me ha recordado otra de las violaciones más famosas del cine, que al igual que esta mezcla el horror de la violencia física con cierto humor negrísimo: la agresión sexual de Frank a Dorothy en la lynchiana Blue Velvet.
En su huida, una vez señalado como el principal sospechoso del asesinato, Dick se encuentra casualmente con un amigo del ejército que le ayudará a pasar la noche. Aquí Hitchcock vuelve a repetir una escena sin que oigamos el diálogo, como en Topaz o Torn Curtain, captada en un plano picado desde la terraza del apartamento del amigo.
Más tarde, volverá Hitchcock a jugar con la banda sonora al silenciarla cuando Babs deja el pub donde trabaja y Bob se “materializa” a sus espaldas.
A continuación, la cámara acompaña en un largo travelling frontal a la pareja de víctima y verdugo a través de las instalaciones del Covent Garden (seguramente Alcaudón habrá reparado en el color de la camisa de Bob, ese fucsia estridente, que aparece con más o menos intensidad en la indumentaria de otros personajes a lo largo del film: una nota quizá floral que nos recuerda que el mercado también es de flores, como se evidenciaba en My Fair Lady),
culminando la escena con el crimen, cometido fuera de campo, pero anunciado por la frase que le dice Bob a Babs (“I don't know if you know it, Babs, but you're my type of woman”, y que coincide con una similar dicha a Brenda antes de matarla) y por el lento descenso de la cámara por la escalera, que nos devuelve la acción a la calle (por cierto, en mi última visita a Londres localicé la casa de Bob: estaba idéntica, aunque con la fachada pintada y rehabilitada).
Dos comentarios antes de las curiosidades y los divertimentos: por un lado, no se puede dejar de mencionar la secuencia del camión de patatas y los desesperados intentos de Bob de recuperar la aguja que le ha arrancado Babs en el forcejeo. Una vez más, Hitchcock nos pone de parte del culpable, a pesar de que nos ha mostrado que se trata de un horrendo depredador sexual, un peligroso y violento psicópata. Queremos que Bob consiga salirse del apuro: que recupere la aguja y que pueda salir indemne del camión. Ese “ponernos del lado del culpable” es algo que Sir Alfred hizo muchas veces en su obra, pero en ningún caso de forma tan extrema como aquí. Hemos de agradecer a Hitchcock que nos haya permitido a lo largo de los años calzarlos los zapatos de todo tipo de psicópatas asesinos sin abandonar la tranquilidad de nuestras vidas cotidianas.
El otro momento que quería destacar es el del juicio, que como en otras ocasiones se reduce al mínimo (aunque sin llegar a la abstracción de Dial M For Murder). De nuevo oímos la sentencia porque el policía de guardia abre la puerta en ese momento, ya que la cámara se queda fuera de la sala.
Pero cuando ya se ha dictado sentencia, y la sala se ha vaciado, dos planos nos relacionan magistralmente al condenado (en un plano cenital, típico en Hitchcock, de la celda donde queda atrapado) y a quien lo ha llevado ante la justicia, el inspector jefe Oxford (en un plano picado, no llega a cenital, sobre la sala):
Dejo para el final la referencia a las hilarantes sesiones gastronómicas con que la esposa de Oxford le “gratifica” cada noche, pero durante las cuales, y gracias a los sensatos comentarios de la mujer, el inspector jefe va modificando su visión del caso. Por cierto, esa codorniz escuálida me recuerda nuevamente un film de Lynch, en este caso Eraserhead.
Y una curiosidad: el cuadre de la bailaora flamenca con que Bob decora su habitación. ¿Turista habitual de la Costa del Sol? “Beware, tomaszapa!”.
Acabo con un plano en que parece que Hitchcock invierte sus principios… ¿o es que introduce una ambigüedad adicional o un juicio moral subliminal?
¿No habíamos quedado, hablando de la ascensión de Arbogast por la escalera de la casa Bates en Psycho, que mostrar una mano que sube lentamente por la barandilla de una escalera denota a alguien como criminal? Quizá Dick no sea el autor de los crímenes de la corbata, pero parece que sus intenciones lo definen como un tipo realmente peligroso. No hay final feliz para él, aunque se salve probablemente de la justicia.
Para mí es una obra magistral de Hitchcock, un digno colofón a su carrera. Aunque nos queda todavía la simpática y divertida Family Plot (y después siguió trabajando en otros proyectos), con este film podría haber puesto broche de oro a su obra, y además en Londres, volviendo a sus orígenes.
Veo que compartimos muchas de nuestras impresiones, amigo mad dog earle, aunque ciertamente se me pasó comentar el cromatismo del vestuario de Rusk. Para eso están los compañeros.
Charlotte Chandler, en su libro sobre Hitchcock, cuenta en relación con el proyecto Kaleidoscope lo siguiente: "Comienza con el brutal asesinato perpetrado por un criminal que solo actúa cuando se encuentra en las proximidades de un inmenso caudal de agua. Finalmente, su madre descrubre el crimen. No pensaba recurrir a ninguna estrella del celuloide, pretendía rodar la cinta en Nueva York, y habría algún desnudo. Hitchcock creía en el proyecto, pero Universal dijo no, una palabra que Hitchcock no escuchaba desde sus tiempos con Selznick”. También añade que Hitchcock veía el proyecto como algo similar al Blowup de Antonioni, comentando el director: "estos italianos van cien años por delante", una muestra de la perspicacia y buen ojo de Sir Alfred.
Pues yo lo veo completamente a la inversa. A mí esa mujer me parece otra de las madres castradoras y traumatizadores de la amplia galeria hitchcockiana, lo que pasa es que está mostrada con sordina, sin profundizar en el personaje, pero para mí, como digo en mi comentario, es reveladora esa foto enmarcada junto a la cama donde Bob comete sus crímenes, en que la madre aparece con ese mismo aspecto sonriente que muestra al asomarse a la ventana.
Hay más juegos de palabras con los nombres: el caballo se llama "coming up" (nombre al que se le puede buscar connotaciones sexuales) y el sargento es Spearman, literalmente "lancero" (que ya apunta a una referencia fálica), pero que además recuerda "sperm", o sea "esperma". Pero, bueno, después de mi comentario sobre la presencia "fálica" de la Coit Tower en Vertigo, prefiero no abundar en el tema... pero ahí está, ahí está.
Yo no lo considero un error. De hecho, más que un flashback son un collage de imágenes relampagueantes que nos informan del estallido mental que sufre Bob (no tanto de lo sucedido, que no necesitaría de explicación visual alguna). Quizá se puediera preferir una solución más elegante, como la que tú apuntas, pero estamos ante un Hitchcock que se ha desprendido de ciertos convencionalismos clásicos y que penetra hasta el fondo en el cine del momento.
Sí, pero ¿por qué tendría que ser Bob? ¿Por qué no, por ejemplo, el dueño del pub (Bernard Cribbins), mucho más inquietante aún en su comportamiento diario?
Yo, si acaso, lo que veo forzado es el juicio exprés que condena a Dick y que no sepamos nada de su línea de defensa. Todo lo que le acusa es, en cierto modo, circunstancial. Pero una vez más ese no era el tema que le interesaba a Hitchcock, es solo una pieza más del engranaje narrativo sobre el cual no se detiene. Muchísimo más inverosímil me parece el jueguecito de las llaves de Dial M For Murder y la sospecha del policia que interpreta John Williams.
Lo mismo, pero al contrario.
En 1972, Alfred Hitchcock dirigía Frenesí, un thriller ambientado y rodado en su Londres natal. Frenesí podría haber sido el canto del cisne de este genial director, si no hubiera dirigido posteriormente su último film, La trama.
Con Frenesí, el director británico volvía a los temas que dominaba con maestría. La persecución del falso culpable, la intriga del asesino (en este caso, psicópata) de distintas mujeres, y una buena dosis del humor más negro que manejaba a la perfección.
Frenesí, además, es la película más cruda, por temática y visualmente hablando, de toda la filmografía. Ya liberado, por la época en que vivía y por la propia mentalidad (para el tiempo que voy a estar en el convento…), muestra sin reparo una violación con toda su dureza y además, desnudos de varias mujeres, elementos que hubieran sido impensables en otras etapas de su filmografía.
La historia
Frenesí nos cuenta que hay un asesino en serie en la ciudad de Londres que está aterrorizando a toda la población (especialmente, a la femenina, que son el objeto de sus crímenes). Solo se sabe de él, que ha cometido varios crímenes, que tienen como hilo conductor o conexión, el que todas las mujeres muertas aparecen con una corbata atada al cuello, utensilio utilizado para la asfixia de las mismas.
En un pub de la ciudad, Richard Blaney, un antiguo héroe de las Fuerzas Aéreas Británicas, ahoga sus penas en alcohol. Se trata de un hombre separado, sin futuro y con un presente muy deprimente, al que el tiempo le está asfixiando como la corbata a esas mujeres muertas.
Su jefe le despide y no le queda otra que acudir a su ex mujer, Brenda, quien está al frente, con gran éxito, de una agencia matrimonial. Pese a lo violento que se muestra, Brenda le invita a cenar y posteriormente le dará dinero (que él no advierte hasta que está solo en el albergue donde pasa la noche).
A la mañana siguiente, Bob Rusk, un frutero de Covent Garden, amigo de Richard, vuelve a la agencia, supuestamente para exigir que le busquen alguna mujer que se ajuste a su tipo ideal. Lo que pasa es que Rusk, en apariencia un buen ciudadano, con una madre bonachona y un trabajo digno, quiere mujeres sumisas y más, que se dejen pegar por él.
Ante la negativa de Brenda, Rusk se pone furioso y la acorrala hasta el punto de que abusa sexualmente de ella y posteriormente, la mata con la corbata. Con ello, ya queda demostrado que estamos ante el asesino en serie de la corbata.
Lo que ocurre es que la secretaria de Brenda, la señorita Barling, vio a Richard, el ex marido salir de la agencia, cuando ella volvía de almorzar. Las sospechas recaerán sobre Richard Blaney, que de ahora en adelante solo podrá confiar en una amiga y compañera del pub, su último trabajo antes de que lo despidieran.
Babs, con quien Richard planea una nueva vida en Paris, es también asesinada por Rusk, cuando este le ofrece su apartamento por una noche, después de que ella misma se despidiera del pub.
Posteriormente, la acción se precipitará, con momentos antológicos, como el del camión de patatas, hasta que finalmente Rusk es detenido, tras intentar deshacerse de su última víctima.
El elenco
Hitchcock se hizo con un elenco de actores, eminentemente británico, que eran una garantía de profesionalidad, y se nota en las grandes interpretaciones de todos, que hasta el que menos papel tiene, luce perfectamente en pantalla. Y podía haber sido incluso mejor aún, pues hubo varios rechazos de papeles por parte de actores ya conocidos, y de sobradas dotes interpretativas, como Michael Caine, que desechó el papel de Rusk, porque no quería que se le asociara con un asesino tan cruelmente mostrado en pantalla. Tampoco quiso el papel de Brenda, Vanessa Redgrave por similar motivo y finalmente, Helen Mirren, que años más tarde se lamentaría de ello, rechazó el papel de Babs.
John Finch, un guapo actor inglés, que el año anterior había protagonizado MacBeth, de Polanski, interpreta con notable resultado a Richard Blaney, el violento ex miembro de la RAF, que ahora es camarero, con tendencia al alcohol y protagonista de la gran confusión de la historia.
Barry Foster, que había aparecido en La hija de Ryan, de David Lean, un tiempo antes, es Bob Rusk. Un ciudadano casi ejemplar, de buena reputación, pero que esconde debajo de ese traje que lleva todas las mañanas a Covent Garden, a su lugar de trabajo, un tipo despreciable y repugnante, con un deseo de hacer daño a las mujeres, poseyéndolas y posteriormente, matándolas. Es el asesino en serie. Y es el que roba el film él solo. Está fantástico como indeseable ser, y además de producir miedo y asco, luce magníficamente, en esos momentos de humor que Hitchcock gustaba mostrar en sus películas. Por ejemplo, en el camión de patatas, donde parece que estamos viendo un gag humorístico del cine mudo.
El resto del reparto también ofrece momentos maravillosos.
Anna Massey, Babs, aporta mucha naturalidad y frescura a su personaje de camarera y amiga y confidente de Richard. Su desnudo en pantalla realmente fue el de otra mujer que hizo de doble de ella.
Barbara Leigh-Hunt, como Brenda, la ex mujer de Richard, y propietaria de la agencia de viajes, es una magnífica actriz, que soporta con gran aplomo interpretativo el hecho de la violación, una escena que probablemente, marcaría la trayectoria de cualquier actor. Mucha valentía tuvo que tener, pero también la gloria eterna de trabajar con Hitchcock, merecía la pena ese riesgo.
Alec McCowen, como el inspector jefe Oxford, y Vivien Merchant, como su esposa (genial su intuición sobre los crímenes, pero pésima aspirante a cocinera gourmet) ofrecen momentos de alivio, ante el drama y la tensión de los asesinatos.
La ilusión de ella, al preparar al marido un plato francés cada vez más asqueroso (una broma y una crítica, a la vez, de Hitchcock a la cocina francesa) solo encuentra réplica, de igual intensidad, en las caras de estupefacción que pone el marido, que odia a pasos agigantados esa nueva afición de su esposa. No es de extrañar que se infle de huevos, beicon y chistorra, todas las mañanas en su despacho.
Jean Marsh (conocida por su papel en la magnífica serie de tv, Arriba y abajo) es la eficiente y avinagrada Monica Barling, secretaria de Brenda. Aunque al principio inculpa, con su testimonio al ex marido de su jefa, posteriormente, en la investigación que desarrolla Oxford, que no ha quedado muy satisfecho con la resolución del caso, es cuando suministra al policía el archivo de Bob Rusk, un cliente especial que también rondaba la agencia y que, ya desde entonces, se convierte en el verdadero sospechoso de los crímenes.
Escenas memorables
Las escenas más impactantes son las que se corresponden con los crímenes y con el descubrimiento de las mujeres asesinadas.
- La primera, es el comienzo espectacular (una toma realizada por un helicóptero), que acompaña el cauce del río hasta atravesar el famoso Tower Bridge londinense. Allí cerca, hay en un margen del río, una intervención pública del político de turno que se vanagloria de la política de limpieza de aguas y ríos, justo en el momento en que la muchedumbre que asiste al evento se percata de un nuevo cadáver desnudo de mujer con una corbata atada al cuello.
Ahí, curiosamente, es donde aparece, con bombín típico británico, Alfred Hitchcock, que asiste a la charla sobre asesinos múltiples de un matrimonio cerca de donde él se encuentra.
- La segunda, y quizá la más recordada, es la violación de Brenda en la agencia de viajes. Ya he comentado la dureza de la misma y la valentía de ambos actores en esa escena, que seguro marcaría la carrera de ambos.
- La tercera es la muerte de la camarera. Al contrario de la anterior, Hitchcock quiso compensar la crudeza de la primera, con la muerte silenciosa, fuera de cámara, de Babs. Se ve como sube al piso de Rusk y lo último que se escucha es un comentario de este, señalando que “ella es el tipo de mujer que le gusta a él”, cosa que les decía a todas para engañarlas y posteriormente, abusar de ellas y matarlas.
- Otra escena, finalmente, es recordada como tétrica y cómica a la vez. Todo un mérito, atribuible a Hitchcock y por supuesto, al estupendo guión de Anthony Shaffer, que venía de un exitazo como La huella. Este autor estaba en forma en esa época, porque al año siguiente lograría otro éxito con El hombre de mimbre. Se trata del camión de patatas. El olvido de un sujeta-corbatas, y el posterior intento de recuperarlo, con la resistencia del cadáver de la víctima, en estado de “rigor mortis”, da para momentos memorables.
Puntos fuertes del film
Para mí, la presencia de actores británicos es una garantía de profesionalidad y se nota en el film. Pese a que algunos no eran conocidos, tenían la suficiente experiencia como para interpretar a la perfección sus personajes. Y lo hicieron.
Además, otro punto que destaco favorablemente es la vulgaridad con que se nos muestran algunos personajes. Esa naturalidad aporta más credibilidad a la historia. Ocurre a pie de calle y puede pasarle a cualquiera.
Obviamente, destacar cómo la historia nos va apuntando al sospechoso equivocado, incluso cuando ya sabemos quién es el verdadero asesino. En este sentido, el personaje de Blaney, con toda su violencia y rudeza, contrasta con los buenos modales y buena reputación de Bob Rusk.
Otro aspecto que me gusta es cómo Hitchcock sabe situar ese contraste entre la vida normal que sucede en el Covent Garden diariamente, ese bullicio de trabajadores arriba y abajo, y ese mal que acecha en un piso superior de uno de esos edificios. En la escena del asesinato de Babs, donde la cámara baja la escalera y sale por la puerta, es todo un reflejo de lo que digo. Magistral.
También me ha gustado mucho (a mi hermana también), la música de Ron Goodwin. Hitchcock rechazó lo que había propuesto Henri Mancini, y creo, a la vista del resultado, que hizo lo apropiado. Aporta en cada momento Goodwin la música adecuada al “estado de ánimo” del film. Más oscuras, a ratos, y más ligera en otros.
Y finalmente, Covent Garden. Ese lugar al que Hitchcock volvió para rodar su penúltima película, y seguramente, su última gran obra. Ese lugar donde correteaba de niño, pues su padre trabajaba en ese mercado abierto al público de Londres. Y ese lugar, qué mejor escenario para mostrar que la vida y la muerte conviven en una espeluznante y natural armonía.
Última edición por tomaszapa; 19/06/2020 a las 14:53
Mi blog: www.criticodecine.es
Un pequeño matiz, amigo tomaszapa.
Richard difícilmente pudo combatir en la Segunda Guerra Mundial dada su juventud.
En el realidad quien sí lo hizo fue el personaje de la novela dado que ésta sí está ambientada poco tiempo después de la misma.
Este es el aspecto que tenía la casa de Bob, donde perpetra el horrible asesinato de Babs (y alguno más), el año 2016.
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