HAMLET: Yo solo estoy loco con el Nornoroeste; cuando el viento es del Mediodía, sé distinguir un halcón de una garza.
Shakespeare, “Hamlet”, acto segundo, escena segunda.
o
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE SIR ALFRED HITCHCOCK (1899-1980) / PARTE XLV:
46. NORTH BY NORTHWEST (1959, CON LA MUERTE EN LOS TALONES)
Director: Alfred Hitchcock.
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer Corp.
Distribución: Loew’s Inc.
Productor: Alfred Hitchcock.
Productor adjunto: Herbert Coleman.
Guión: Ernest Lehman. *
Diseño de producción: Robert Boyle. *
Dirección artística: William A. Horning y Merrill Pye. *
Decorados: Henry Grace y Frank McKelvey. *
Fotografía: Robert Burks (en Technicolor y VistaVision).
Asesor de color: Charles K. Hagedon.
Música: Bernard Herrmann.
Montaje: George Tomasini. *
Reparto: Cary Grant (Roger Thornhill), Eva Marie Saint (Eve Kendall), James Mason (Phillip Vandamm), Jessie Royce Landis (Clara Thornhill), Leo G. Carroll (El profesor), Josephine Hutchinson (La (falsa) señora Townsend), Philip Ober (Lester Townsend), Martin Landau (Leonard).
Duración: 136 minutos.
Rodaje: del 27 de agosto al 24 de diciembre de 1958.
Estreno: 1 de julio de 1959.
Recaudación: 5.500.000 dólares (Variety, 4 de enero de 1961).
- 3 nominaciones *, 0 Oscar -
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Recorrido:
Nueva York (Nueva York) > Illinois (Chicago) > Indiana > Illinois (Chicago) > Dakota del Sur (Monte Rushmore)
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CON LA MUERTE EN LOS TALONES, por cierto un título mucho más hermoso que el original, NORNOROESTE (que procede, al parecer, de un diálogo de Hamlet – ver la cita que encabeza el comentario -), es la película más larga de toda la filmografía de Sir Alfred Hitchcock.
- Y que nadie lo tome como reproche dado que su visionado se me ha pasado en un santiamén. -
Igualmente, es la última colaboración de Hitchcock con Cary Grant, que contaba en ese momento con 54 años (por cierto, la mía en estos momentos), al igual que pasó con DE ENTRE LOS MUERTOS que fue su última cinta con James Stewart.
Sin duda ambas películas fueron un punto y aparte en la obra del director británico que a partir de entonces tuvo que lidiar con actores más jóvenes, unas veces con más suerte y otras (las más) con menos.
También CON LA MUERTE EN LOS TALONES sería la sexta y última película del gran Leo G. Carroll, uno de los actores de reparto favoritos del maestro desde los ya lejanos tiempos de REBECA (1940).
Además fue su única colaboración con la MGM que le prometió el oro y el moro a cambio de sus servicios.
Entre ellos, el derecho al montaje final (algo inédito hasta ahora en la carrera del director) o la presencia de sus más queridos colaboradores: el productor (de facto) Herbert Coleman; el director de fotografía Robert Burks; el compositor Bernard Herrmann y el montador George Tomasini.
Únicamente en el apartado de la dirección artística y de los decorados Hitchcock usó los profesionales contratados por el estudio que, por cierto, hicieron un espléndido trabajo de reconstrucción tanto del interior de la Sede de la Organización de las Naciones Unidas (donde Thornhill “mata” a Townsend) como en el centro de visitas del Monte Rushmore (donde Kendall “mata” a Thornhill) y, por supuesto, el mismo monumento nacional.
Tampoco la Paramount permitió que Edith Head trabajara en el diseño del vestuario de la protagonista, algo en lo que siempre colaboraba estrechamente el propio director, eligiendo los cortes y los colores. En el caso de Cary Grant no hubo ningún problema dado que habitualmente usaba su propio guardarropa.
Hitchcock incluso logró persuadir a los ejecutivos de la MGM para poder usar el procedimiento VistaVision, que era propiedad de la Paramount, en lugar de las lentes de Panavision que eran las habituales en la compañía.
- Curiosamente la MGM sólo había autorizado previamente el uso de la VistaVision para una película de la segunda musa de Alfred Hitchcock, ALTA SOCIEDAD (1956). -
Algo, no obstante, que se indica como de tapadillo en los títulos de crédito.
Vamos, donde antes teníamos ésto…
… ahora tenemos ésto…
CON LA MUERTE EN LOS TALONES sería de hecho la última película filmada en Scope por el director. A partir de aquí todas sus producciones se rodarían en formato panorámico y por tanto de una forma mucho menos onerosa, aunque ello implicaría lógicamente una pérdida en la calidad de la imagen teniendo en cuenta la extraordinaria nitidez que proporcionaba la VistaVision.
- Por cierto, ya he comentado anteriormente que la calidad de imagen del BD editado por la Warner en 2009 no es tan buena como la de las películas precedentes.
No se nota en demasía esa extraordinaria nitidez a la que hacía referencia y que proporcionaba la VistaVision y los colores me parecen menos vivos, más apagados.
En fin, ya me diréis que os ha parecido la edición. -
Y ahora hablemos un poco (sólo un poco...) de la película.
CON LA MUERTE EN LOS TALONES es una muestra más, si ello fuera menester, del extraordinario momento profesional en el que se encontraba el director británico, porque no sólo es una de sus películas más entretenidas sino que fue un gran éxito económico.
- Si echamos un vistazo al número del 4 de enero de 1961 de la revista Variety (no he podido encontrar ejemplares en la red del año 1960) la película se convirtió en la segunda más taquillera del director, sólo por detrás del bombazo (a todos los niveles) que supuso PSICOSIS (que será la próxima entrega del coleccionable…).
Esta sería la jerarquía:
1. PSICOSIS (9.200.000 dólares)
2. CON LA MUERTE EN LOS TALONES (5.500.000)
3. LA VENTANA INDISCRETA (5.300.000)
4. RECUERDA (4.975.000)
5. ENCADENADOS (4.800.000)
6. ATRAPA A UN LADRÓN (4.500.000)
7. EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO (4.100.000)
Y lo que es más importante supuso una ruptura completa con su obra anterior, su gran obra maestra DE ENTRE LOS MUERTOS, que no lo tuvo tan bien en taquilla (3.200.000).
Y es que si algo es de admirar en el director británico es su afán continuo de experimentación y la originalidad de las propuestas (en este caso relativa, como pronto veremos) que le hacen cambiar continuamente de registro. Y si no, ¿qué pensáis de la secuencia DE ENTRE LOS MUERTOS / CON LA MUERTE EN LOS TALONES / PSICOSIS?
Es más, pocos directores en la Historia del Cine han sido capaces de elaborar cinco obras maestras consecutivas (las que van de 1958 a 1964) tan dispares y a la vez tan hermosas:
DE ENTRE LOS MUERTOS > CON LA MUERTE EN LOS TALONES > PSICOSIS > LOS PÁJAROS > MARNIE, LA LADRONA
- Aunque como ya he referido en numerosas ocasiones, la primera y la última tienen muchos puntos de contacto. Pero ya hablaremos de ello cuando toque. -
Y ese brusco giro de 180º que supone CON LA MUERTE EN LOS TALONES frente a DE ENTRE LOS MUERTOS y que volveremos a ver (incluso acrecentado) en la siguiente reseña, la mítica PSICOSIS, no se debió a los malos resultados económicos de la segunda dado que el guión de la película hoy reseñada ya se estaba elaborando durante la producción de la obra maestra de Sir Alfred.
- Conviene recordar que el guionista, Ernest Lehman, elaboró también el libreto de la película que cierra la irrepetible filmografía del director británico, la simpática LA TRAMA (1976). -
Antes hacía referencia a la relativa originalidad de la propuesta y creo que va siendo hora de que me explique.
Primero usemos las palabras de Truffaut en su famoso libro de entrevistas:
TRUFFAUT: Varias veces hemos tenido ocasión de mencionar CON LA MUERTE EN LOS TALONES y ha aceptado usted la idea de que ese film era un poco como el resumen de su obra americana, igual que 39 ESCALONES era el de su obra inglesa. Sus filmes de peripecias son difíciles de resumir y en este caso es casi imposible…
Y ahora las del propio director en el de Bogdanovich:
BOGDANOVICH: Creo que CON LA MUERTE EN LOS TALONES es su última palabra sobre el cine de persecuciones.
HITCHCOCK: Lo es, es el 39 ESCALONES americano.
Una apreciación que comparto plenamente aunque sigo pensando – y espero no ofender a nadie – que 39 ESCALONES me parece una película superior (y de tan sólo 86 minutos de duración). Y no sólo eso sino que es a la vez la primera obra maestra de su director e igualmente una de las mejores de toda su carrera y una fuente inagotable de la que el propio director se alimentó en reiteradas ocasiones.
Pero no sólo de 39 ESCALONES bebe CON LA MUERTE EN LOS TALONES sino también de ALARMA EN EL EXPRESO (1938) – la segunda obra maestra de Sir Alfred y a la que puedo aplicar lo mismo que decía antes sobre 39 ESCALONES -, de SABOTAJE (1942) - ¡quién lo iba a decir! - y, por supuesto, de ENCADENADOS (1946), otras de las cimas del director.
Quizás la vinculación con ALARMA EN EL EXPRESO sea más tenue y venga referida al hecho del tramo en el que el protagonista, Roger Thornhill (un espléndido – y muy moreno, as usual - Cary Grant), conoce a la bella Eve Kendall (una exquisita Eva Marie Saint y que no era la típica rubia que asociamos a los gustos del director), en el 20th Century Limited que conecta las ciudades de Nueva York (donde se inicia la peripecia de falso señor Kaplan) y Chicago (donde Eve ayudará a tender una trampa al confiado Roger que es sin duda es una de las escenas más icónicas – ducha aparte – de la filmografía del británico).
Aunque luego hablaré más extensamente (pero no tanto como podáis pensar…) este tramo de la película es uno de los más bellos no sólo porque es cuando ellos se conocen sino por esos diálogos con doble sentido que hubieron de pasar la criba de la censura (también hablaremos más tarde de ello). Y uno de los motivos, por cierto, por los que Hitchcock contactó con Lehman (y gracias a la intercesión de Bernard Herrmann que era amigo suyo) a la hora de la elaboración del guión (recordemos su trabajo en la deliciosa SABRINA (1954) de Billy Wilder o la contundente CHANTAJE EN BROADWAY (1957) de Alexander MacKendrick).
La vinculación con la denostada SABOTAJE (1942) viene del hecho de que fue la primera película en la que usó un edificio o monumento significativo (y conocido por todo el mundo) como lugar donde se resuelven las enrevesadas tramas con las que Hitchcock engalanaba sus propuestas.
Si allí teníamos la Estatua de la Libertad...
... aquí tenemos el igualmente famoso Monte Rushmore.
- De hecho, la idea de realizar una película cuyo final se dirimiera en el citado monte ya le rondaba a Hitchcock desde los tiempos de EXTRAÑOS EN UN TREN (1951), por lo que podríamos considerar a esta película como uno de sus proyectos más dilatados en el tiempo. -
Y, por supuesto, de la mítica ENCADENADOS (1946), esa agente doble que allí era la imperial Ingrid Bergman y aquí la fría (pero pasional - ¿contradictorio? -) Eva Marie Saint, quienes no dudan en acostarse con los hombres a los que vigilan (Claude Rains vs. James Mason), para así poder acceder a sus planes en contra del gobierno de la nación. Y ambas tienen además una historia detrás que prefieren dejar atrás (más críptica en el caso de Eve).
Además en ambas, el MacGuffin es igual de irrelevante. Allí una botella de vino que contiene mineral de uranio, aquí una estatuilla precolombina en cuyo interior se encuentra un microfilme (del que nunca jamás sabremos qué contiene y por ello es el MacGuffin perfecto).
Hitchcock llega al extremo de que mientras en la subasta sale a la venta el objeto tan deseado apenas se centra en él y le importa (y nos importa) más el diálogo entre Roger y Vandamm, con esa Eve a la que le refulge la mirada ante las palabras de desprecio vertidas por su amor.
Aquí también he de decir que así como el personaje encarnado por el gran Claude Rains, era uno de los villanos mejor perfilados de toda la filmografía del director, el que encarna el no menos grande James Mason (¡ah, esa dicción impecable!) no está tan desarrollado y es uno de los puntos “débiles” de la trama.
Y es que no se puede comparar la relación que existía entre Alicia (Bergman) y Alexander (Rains) con la que se da entre Eve (Saint) y Vandamm (Mason).
Y es una lástima porque es uno de los defectos de la película que impiden que sea una obra tan redonda como podría haber sido.
Y repito, sigo pensando que es una película maravillosa. Pero…
Volvamos al principio, o sea a hablar de la película.
Los títulos de crédito, diseñados al igual que en DE ENTRE LOS MUERTOS por el gran Saul Bass (aunque yo diría que bastante menos inspirados y ciertamente menos simbólicos) tienen dos particularidades que me gustaría resaltar.
La primera que la enseña del león rugiente, símbolo de la compañía, se encuentra virada al gris y con un fuerte color verde que contrastan vivamente.
De hecho ese cambio me recuerda a este otro que muchos amigos del foro tendrán en el recuerdo...
La segunda, ese color verde que lo impregna todo y que parece una continuación estilística después del uso determinante que del mismo hizo en DE ENTRE LOS MUERTOS (y que demuestra, en mi modesta opinión, el craso error que ha cometido la Paramount en la reciente edición de ATRAPA A UN LADRÓN donde el verde era igualmente relevante y ahora se ha convertido en un vulgar azul). Y donde además veremos que el diseño de Bass lo mismo evoca el edificio en el que supuestamente trabaja el señor Thornhill como un avance de lo que acontecerá en el de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Y no nos olvidemos del rapidísimo cameo de Hitchcock que parece interesado en que su presencia no distraiga lo más mínimo de la intriga que con precisión milimétrica nos va a ofrecer en sus 136 minutos de proyección.
Las primeras escenas con Thornhill y su secretaria, Maggie (Doreen Lang, a la que vimos FALSO CULPABLE y volveremos a ver en LOS PÁJAROS), son ya identificativas del tono de comedia que va a presidir la mayor parte de la historia. Y donde volvemos a apreciar las dotes del actor en el género en que se siente más cómodo.
La cita con unos amigos en el Hotel Plaza será el inicio de la pesadilla (aunque muy distinta a la que sufría Scottie en DE ENTRE LOS MUERTOS – y no me refiero sólo a la de su sueño -) de Roger y el inicio de una de las aventuras más amenas que nos ha legado el género de suspense, eso sí trufado de numerosos toques de comedia y del ineludible romance.
Esa mano alzada será el detonante.
Desde luego Hitchcock no se anda por los cerros de Úbeda y principia la historia con un ritmo frenético que no decae en ningún momento (salvo los necesarios para las explicaciones – dos, por cierto -) hasta el catártico final en las narices del mismísimo presidente Washington.
No deja de ser curioso como un simple gesto puede volver patas arriba la vida de un ciudadano anónimo (igual que un simple virus puede cambiar de la noche a la mañana todo un planeta. Pero ésa es otra historia...)
Por cierto esa manera de poner la mano en el hombro de Roger me recuerda a la forma (aunque en este caso más posesiva) con la que Vandamm coge del cuello a Eve en la escena de la subasta. Ambas indican posesión.
En la residencia de los Townsend, Roger conocerá a la mente maestra que está tras los hilos de ese secuestro aunque sus intentos por convencerle de que se ha equivocado de persona resultarán infructuosos.
El elegante, luego lo sabremos, Phillip Vandamm (un impecable James Mason).
Y su lugarteniente, el sibilino Leonard (Martin Landau).
Y, por supuesto, sus dos sicarios, que no se despegan de él.
Vandamm le leerá al falso señor Kaplan el itinerario que ha ido siguiendo y que además nos servirá de avance de la trama al conocer sus próximos destinos (caso de sobrevivir a esa noche): el Hotel Ambassador East de Chicago y el Hotel Sheraton-Johnson de Rapid City, en Dakota del Sur.
- Y de nuevo el uso de las tomas cenitales que Hithcock usará en varias ocasiones y que normalmente asociamos a momentos de máxima tensión. -
Retomo lo que dejé ayer escrito y prometo acelerar la reseña para evitar que ésta se me escape de las manos y además y como bien han indicado los compañeros, no es una película tan compleja y tan rica en matices como DE ENTRE LOS MUERTOS, lo que no invalida que sea una de las más entretenidas de toda su filmografía.
El intento de eliminar a Thornhill, bastante chapucero por cierto, nos proporcionará algunos divertidos gags que recuerdan a aquellas comedias locas de los años ‘30 y ‘40 y de las que Cary Grant era uno de sus principales símbolos.
La aparición de la madre de Thornhill, Clara (la chispeante Jessie Royce Landis, que ya había coincidido con Grant en la deliciosa ATRAPA A UN LADRÓN y que sólo era 8 años mayor que él (¡!)), nos proporciona escenas tan divertidas como aquella en la que les pregunta inocentemente a los dos matones en el ascensor si, efectivamente, tienen planeado matar a su hijo.
El binomio Grant/Landis funciona a la perfección y es una lástima que esta última no tenga más presencia en la pantalla, siquiera al final, porque su presencia se echa de menos a lo largo de la proyección.
La escena del asesinato del verdadero señor Townsend (Philip Ober) en la Sede de la Organización de las Naciones Unidas ¡de una cuchillada! nos recuerda a películas precedentes como EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO y alguna otra que ahora no recuerdo...
Por cierto, esa toma cenital del edificio donde vemos huir a Roger es muy similar (aunque con distinto significado) de aquella otra en la que Scottie huía después de haber presenciado el suicidio de Maledeine.
Si en la anterior reseña alguno se quejaba de la existencia de ese (molesto) flashback que para unos destruía la posibilidad de que la segunda parte de la película no fuera sino una ensoñación de la mente atormentada de Scottie, para otros en cambio venía a significar la típica escena que se encuentra en mucha de sus películas de hacer una especie de resumen de lo visto hasta ahora y de esta forma recuperar a los espectadores que se hubiesen perdido en los vericuetos de la trama.
De esta forma Hitchcock incluyó no un flashback sino dos escenas explicativas, ambas bajo la tutela del personaje encarnado por el gran Leo G. Carroll, al que aquí únicamente se referirán como el profesor.
En esa primera escena explicativa sabremos que el tan traído señor Kaplan no existe sino que es un señuelo para evitar descubrir la presencia en las filas del enemigo del auténtico agente infliltrado. Y también sabremos que Thornhill tendrá que apañárselas sin ayuda para poder sobrevivir de ahora en adelante.
Luego haré referencia a la segunda escena explicativa.
Como antes decía las escenas que transcurren en el tren que va desde Nueva York hasta Chicago nos proporcionan el interludio romántico que permitirá que nuestros dos protagonistas, Roger y Eve, se conozcan.
Y si en 39 ESCALONES o ALARMA EN EL EXPRESO eran ellos los que llevaban la voz cantante aquí en cambio será ella la que dé claramente el primer paso, el tipo de mujer hitchcockiana que antes sólo habíamos visto en la Grace Kelly de LA VENTANA INDISCRETA y ATRAPA A UN LADRÓN.
Y aunque parece en un primer momento que la intención de ella es simplemente acostarse con él por aquello de ser un fugitivo de la justicia (inversión de roles, como hemos visto y como veremos (léase MARNIE, LA LADRONA)) en realidad y a pesar de la atracción que siente por él, ella tratará de engatusarlo para sus propios fines que no tardaremos mucho en saber cuáles son.
Primero esos diálogos cargados de doble sentido (y con pullas como la de la caja de cerillas – que luego tendrá vital importancia – y donde aparecen las iniciales de él (R.O.T.), siendo la O un coqueto añadido sin valor alguno (una nada velada referencia al David O. Selznick que había sido el primer empleador de Hitchcock en el Nuevo Mundo)) y donde hubo que cambiar el sentido de los diálogos en postproducción, de forma que la frase “Nunca hago el amor antes de comer” se transformó en “Nunca hablo de amor antes de comer”.
Y luego esas escenas de pasión en el coche cama de ella y a las que Hitchcock solía dar siempre ese toque de sensualidad (y sexualidad) tan característico.
- Por cierto, sigue esa obsesión de Hitchcock por la nuca de Cary Grant... -
Si en DE ENTRE LOS MUERTOS el flechazo de Scottie por Madeleine fue instantáneo (la maravillosa escena en Ernie’s) aquí igualmente sucederá algo similar salvo que en esta caso lo sufren los dos, aún a sabiendas ella de que tendrá que sacrificarle para poder conseguir su objetivo.
Destilan una excelente química Cary Grant y Eva Marie Saint aunque nadie hubiera pensado jamás en ella como la típica rubia hitchcockiana.
La melancólica escena de la despedida de ambos en Chicago y donde ya intuímos que ella está profundamente enamorada de él servirá de vestíbulo para una de las piezas maestras de toda la filmografía del director y a la que sólo la escena de la ducha de PSICOSIS podría hacerle sombra.
Me refiero, lógicamente, a aquella en la que Roger tiene que reunirse con el esquivo señor Kaplan.
Que además significa el único retroceso en ese recorrido que va desde los estados de Nueva York hasta Dakota del Sur.
Y es que estamos (supuestamente) en medio de los campos de maíz del estado de Indiana que es donde se baja nuestro protagonista.
Como la escena ha sido diseccionada hasta la extenuación sólo me gustaría indicar que, en realidad, la escena viene a ser una película dentro de otra película.
Una pieza que no tiene más razón de ser (¡bendita razón!) que la demostración que quería hacer Hitchcock de cómo llevar a cabo un asesinato a plena luz del día y huyendo de todos los tópicos habituales que se usaban en el género.
Otra cosa es que la escena tenga lógica, porque seguro que hay maneras mucho más sencillas de eliminar a una persona que usando un avión (¡de la Primera Guerra Mundial!) para acabar con el pobre señor Kaplan, digo Thornhill.
Y además si no es por las balas Roger podría haber muerto por el DDT que en aquella época se usaba para fumigar los campos...
Una escena tan bella y tan magníficamente planificada que nos hace olvidarnos del sentido de la misma.
La emoción por encima de la lógica. Uno de los lemas (o tal vez el lema) esencial en las producciones del británico.
Y no deja de ser curioso que Hitchcock descartara una escena similar que hubiera acontecido en Detroit, Michigan y que hubiera supuesto un nuevo desvío de ese camino inexorable hacia el Noroeste y que el director menciona tanto en el libro de entrevistas de Truffaut como en el de Bogdanovich.
Quizás Hitchcock pensó que dos desvíos hubiesen sido demasiados y hubiesen ralentizado la cada vez más trepidante aventura de Thornhill.
Al menos no pensó lo mismo de la escena del avión que además tiene uno de los mejores diálogos (pese a su simplicidad) de cualquier película del director:
EL GRANJERO: Es extraño.
THORNHILL: ¿El qué?
EL GRANJERO: Aquel avión está fumigando cosechas donde no las hay.
El reencuentro entre Roger y Eve será toda una sorpresa (¿agradable?) para ésta dado que lo daba por muerto.
- Por cierto, ¿os habéis dado cuenta de la torpeza de los sicarios de Vandamm a la hora de eliminar a Thornhill? Tan sólo acertaron con el señor Townsend, aunque fuese lanzándole un cuchillo como si de una película de aventuras se terciase. Claro que el puñal es una de las armas favoritas de Sir Alfred, eso sí, detrás del estrangulamiento… -
Al contrario del minucioso uso del color que hizo Hitchcock en su anterior propuesta (y que yo en mi modestia intenté analizar) aquí no veo ninguna intencionalidad cromática por parte del director.
He intentado ver algún patrón por ejemplo en el vestuario de ella y lo más claro que he sacado es la secuencia negro/estampado (rojo)/negro/rojo, no demasiado significativa que digamos.
Es una lástima que Hitchcock abandone los experimentos con el color y que habían convertido sus últimas películas en auténticas piezas de orfebrería.
- También es cierto y como indicaba antes que la copia no es todo lo buena que uno debería haber esperado y los colores se ven menos brillantes e incluso emplastados. -
Aunque yo intuyo que simplemente Hitchcock decidió prescindir de todo lo superfluo (es sólo una expresión) para centrarse únicamente en la acción pura y dura.
Un pequeño gazapo por cierto es el hecho de que una espía no necesitaría tomar nota de una simple dirección dado que se presupone una gran memoria (necesaria para su trabajo) y que únicamente (¿unicamente?) sirve para que Roger descubra a dónde se ha dirigido su esquivo amor.
La divertidísima escena de la subasta (donde conoceremos el MacGuffin de la película) procede igualmente de 39 ESCALONES, lo que demuestra la profunda influencia de esta película en la obra hoy comentada.
Y donde Cary Grant se siente a sus anchas y domina la escena de cabo a rabo.
Ahí es donde podemos apreciar esa extraña forma que tiene Vandamm de coger el cuello de Eve y que demuestra que ella es propiedad de él como pronto va a serlo esa figurita que contiene en su interior el enigma de la película, cual Halcón Maltés.
La ingeniosa manera que tiene Thornhill de escabullirse le pondrá en contacto con “el profesor” y será entonces donde Hitchcock situará su segunda escena explicativa y por la cual sabremos que la señorita Kendall es en realidad un agente encubierto.
El director usará el off, con el ruido de los aviones, para que Roger se ponga al día en lo referente a la trama de espionaje aunque contrae el tiempo (en lugar de alargarlo, como solía ser más habitual en él) de forma que lo que hubiera llevado varios minutos se convierte en unos meros segundos.
También y como curiosidad veremos en el aeropuerto de Chicago el cartel “Northwest” que será la única referencia explícita que se haga en toda la película al título de la misma.
De nuevo Hitchcock usará las inagotables aguas de 39 ESCALONES (que al final nos acabará por convencer de que CON LA MUERTE EN LOS TALONES es un remake en toda regla de la citada película) para simular la muerte de Roger a manos de Eve de forma que las sospechas que estaba empezando a tener Vandamm se vean disipadas.
La escena del reencuentro de ellos y que al parecer la MGM trató de eliminar del montaje a lo que Hitchcock se negó ateniéndose a los términos de su contrato, sirve de nuevo como interludio romántico entre los protagonistas aunque tampoco es una escena que aporte gran cosa a la trama.
- Por cierto, uno de los escasos momentos (junto al del descampado) donde Hitchcock situa a los figurantes en los extremos del encuadre, algo a lo que ayuda el ancho formato de la VistaVision. -
Al conocer que ella se marchará con Vandamm, porque en eso consiste su misión, Roger intentará evitarlo pero se encontrará con la (contundente) oposición de uno de los ayudantes del profesor.
La (breve) estancia en el hospital de Roger tendrá como colofón la divertida escena en la que él se mete en el dormitorio de una paciente y provoca un admirativo comentario por parte de ella tras el susto inicial.
En el tramo final Hitchcock se molesta en desarrollar un poco más el personaje de Vandamm y el de su más fiel servidor, Leonard, que parecen mantener una peculiar relación (no profesional).
Como decía es una pena que contando con un actor del talento de James Mason su personaje sea demasiado esquemático e incluso su relación con Eve dista años luz de la que mantenía Claude Rains con Ingrid Bergman en ENCADENADOS.
Y es que el mayor problema que tiene la película es que ésta está demasiado centrada en el personaje de Thornhill y aunque Cary Grant está impecable en todas y cada una de las escenas, la trama se resiente por ello.
Si en DE ENTRE LOS MUERTOS el punto de vista dominante era el de Scottie durante la primera mitad de la película, no ocurría lo mismo en el tramo final de la misma.
En cambio, en CON LA MUERTE EN LOS TALONES, todo lo vemos a través de los ojos de Roger, salvo la primera escena explicativa que ya comentaba antes que estaba más que nada para recuperar a aquellos espectadores que habían perdido el hilo de la enrevesada trama.
Como ya mencionaba antes, la famosa caja de cerillas con las iniciales R.O.T. servirán a Eve para percatarse de la presencia de Roger y para que aquella se entere de la intención de Vandamm de eliminarla tan pronto como el avión que espera despegue después de que Leonard le demuestre que la pistola que ella usó para “matar” a Thornhill estaba cargada con balas de fogueo.
Y ya llegamos hasta el famoso final, ese que podemos rastrear de la infausta SABOTAJE (algo bueno tenía que tener, ¿no?) y donde Hitchcock se encuentra a sus anchas, aunque hay que reconocer que difícilmente se podría mantener una pelea en las laderas del Monte Rushmore sin grave perjuicio de los participantes.
En el comentario anterior, cuando hablaba de DE ENTRE LOS MUERTOS, mencionaba al principio que ésta se iniciaba como acababa CON LA MUERTE EN LOS TALONES, o sea, con la mano de alguien tratando de ayudar a otro en peligro.
Si en la primera tenía un sentido trágico (la muerte del policía que trata de ayudar a un desesperado Scottie colgado del alero de un tejado en su persecución a un delincuente) aquí se transmutará en algo cómico en un cambio de plano sencillamente magistral, ni siquiera opacado por la nada velada alusión sexual que es ese tren de vuelta a Nueva York entrando en un túnel (que a mí jamás se me hubiera ocurrido, ingenuo de mí).
¿Qué conclusión podemos sacar a todo lo dicho?
Que CON LA MUERTE EN LOS TALONES es una de las películas más entrañables de su autor pero que no es una película que juegue en la misma liga que la que le precede (DE ENTRE LOS MUERTOS) ni la que le sigue (PSICOSIS).
Pienso que su modelo, 39 ESCALONES, es una película más redonda e incluso su final, la maravillosa secuencia con el Señor Memoria me parece muy superior al final agarrado a las faldas del Monte Rushmore.
También me gusta más Madeleine Carroll que Eva Marie Saint, que quizás sea mejor actriz, pero que resulta un tanto fría en su relación con Thornhill (no con Cary Grant, ya dije que la química es excelente).
Y como decía el mayor handicap es el escaso desarrollo del personaje de Vandamm que hubiera necesitado mucho más juego no sólo en la trama sino incluso en su relación (posesiva) con Eve.
De todas formas y aunque siempre había considerado a CON LA MUERTE EN LOS TALONES una de las grandes obras maestras de su director, cosa con la que ahora discrepo, sigue siendo una película cuasiperfecta debido al irresistible ritmo que Hitchcock impone a la acción y que contiene además una de las más famosas (con todo merecimiento) escenas de la filmografía del británico.
Como decía, una excelente película pero no una obra maestra.
Quizás es que después de 45 (+ 2) revisiones y los años transcurridos desde su último visionado han distorsionado o empañado en cierta medida esta, por otra parte, impecable cinta y que nos muestra además las continuas ganas de innovar del director y que le convierten por ello en uno de los más grandes de toda la Historia del Cine.
Quién podría pedir más.
Un abrazo y feliz tarde/noche.
Y cuidaros, que vienen tiempos inciertos.