Para mí su última obra maestra.
Por cierto, ya tengo encaminado el comentario de EXTRAÑOS. A ver si esta noche lo completo a falta de insertar las capturas de pantalla que me llevan últimamente bastante tiempo.
Última edición por Alcaudón; 10/02/2020 a las 15:33
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Sin olvidar
THE LODGER
39 STEPS
THE LADY VANISHES
y alguna más..... estas 3 son sobresalientes
Última edición por hannaben; 10/02/2020 a las 16:49
Al final del ciclo estaría bien hacer un ranking con las 10 mejores de toda su filmografía... para mi sería dificil pero habría que echarle valor y mezclar los años 20, 30, 40, 50, 60 y 70 y elegir solo las 10 mejores o las que estime pertinentes nuestro director del ciclo: mr. Alcaudón.
Dos películas que me gusta reivindicar siempre son CRIMEN PERFECTO (1954) y TOPAZ (1969), especialmente la primera que tal vez sea la obra de su director que más veces he visto después de DE ENTRE LOS MUERTOS (1958). Además creo que soy de los pocos que pueda verla en su formato original lo que le da un plus a su visionado.
Yo no podría decantarme por una sola favorita de Hitchcock. Si acaso, podría escoger 10 o 12 maravillas y de ellas, la mitad, obras maestras. Pero una cosa buena que tiene este ciclo que se le hace aquí, es que he ido descubriendo películas que o no había visto o hacía la tira que no veía y las he degustado enormemente (véase Sabotaje o Enviado especial)
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No te cortes...
... con CRIMEN PERFECTO.
Aunque voy a buen ritmo (empezando la página 4 del texto en Word) estoy demasiado dolorido para continuar así que a ver si puedo aprovechar mañana por la tarde y luego a la noche para finiquitarlo aunque no sé si me dará tiempo de incluir las múltiples capturas que tengo en mente para el comentario.
A ver qué tal me las arreglo mañana. Una pena porque estaba empezando a coger el ritmo (creo que en las últimas entregas había empezado a notar ya la fatiga de una revisión tan larga y exhaustiva como la de Sir Alfred).
Nos leemos.
Yo creo que junto a Spielberg o alguien así, Hitchcock puede ser el cineasta del que he visto más películas, probablemente más de veinticinco. La mayoría las tengo bastante olvidadas básicamente porque tengo tanto contemporáneo o moderno para ver que ya casi no veo cine clásico. Hitchcock, en cualquier caso, me gusta muchísimo y es una figura a la que es muy fácil aproximarse por lo visual y emocionante que suele ser su cine.
Puestos a escoger sólo una, para mí tiene que ser Vértigo siempre. Porque a la vez que supone la cúspide del cine de estudios (todos sus apartados técnicos rayan la perfección), resquebraja las concepciones del cine clásico y narra una historia de amor absolutamente arrebatada sobre la obsesión, el trauma, la culpa. Y por su enorme influencia: las películas que referencian o reelaboran temas de Vértigo darían como para hacer una historia del cine moderno realmente interesante.
Espero tener finiquitado para esta noche el comentario aunque seguramente el tema de las capturas de pantalla lo deje para mañana.
Como es habitual (salvo en alguno de los últimos títulos) el mismo me está saliendo un pelín alargado.
DEL ESTRANGULAMIENTO CONSIDERADO COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES
O
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE SIR ALFRED HITCHCOCK (1899-1980) / PARTE XXXVI:
37. STRANGERS ON A TRAIN (1951, EXTRAÑOS EN UN TREN)
Director: Alfred Hitchcock.
Producción y distribución: Warner Bros. Pictures, Inc.
Productor: Alfred Hitchcock.
Guión: Raymond Chandler y Czenzi Ormonde, a partir de la adaptación de Whitfield Cook de la novela homónima de Patricia Highsmith (Nueva York, 1950). [Whitfield Cook, Alfred Hitchcock, Barbara Keon, Czenzi Ormonde y Alma Reville].
Dirección artística: Ted Haworth.
Fotografía: Robert Burks (1.37:1) [Nominado a los Oscar en 1952]
Música: Dimitri Tiomkin.
Montaje: William H. Ziegler.
Reparto: Farley Granger (Guy Haines), Ruth Roman (Anne Morton), Robert Walker (Bruno Antony), Leo G. Carroll (El senador Morton), Patricia Hitchcock (Barbara Morton), Laura Elliott (Miriam Joyce Haines), Marion Lorne (La señora Antony).
Duración: 1 h 42 m 55 s.
Rodaje: de finales de octubre al 23 de diciembre de 1950.
Estreno: 30 de junio de 1951.
Después de una serie de (embarazosos) tropiezos artísticos y/o comerciales - que incluyen desde EL PROCESO PARADINE pasando por LA SOGA y ATORMENTADA y llegando hasta PÁNICO EN LA ESCENA - Hitchcock volvió a recuperar el pulso (o la musa) con EXTRAÑOS EN UN TREN, sin lugar a dudas una de sus mejores películas y que además le sirvió para inaugurar a lo grande la década de los ‘50, sin duda la más fértil de toda su filmografía y en la cual el director firmó sus más grandes obras maestras.
Aunque en principio Hitchcock seguía empecinado en rodar lo que más tarde se convertiría en YO CONFIESO (próxima entrega del coleccionable) finalmente se decantaría por la primera novela de la luego famosa Patricia Highsmith (1921-1995) atraído no sólo por su calidad (aunque el director como venía siendo habitual en él hizo una adaptación muy libre de la misma) sino especialmente porque consiguió los derechos de la misma por sólo 7.500 dólares al tratarse de una escritora novel.
- Cubierta de la primera edición norteamericana, Harper, Nueva York, 1950 -
- Cubierta de la primera edición británica, Cresset Press, Londres, 1950 -
Al igual que en LA SOMBRA DE UNA DUDA (Thornton Wilder) o NÁUFRAGOS (John Steinbeck) Hitchcock quiso contar con un escritor de prestigio a la hora de confeccionar el libreto y después de tantear a varios (todos los cuales le dieron un no por respuesta) finalmente el gran Raymond Chandler (1888-1959) accedió a los requerimientos del director.
- Un Chandler, padre del famoso detective Philip Marlowe (encarnado sucesivamente en la gran pantalla por Dick Powell (HISTORIA DE UN DETECTIVE (1944)), Humphrey Bogart (EL SUEÑO ETERNO (1946)), Robert Montgomery (LA DAMA DEL LAGO (1947)) y George Montgomery (THE BRASHER DOUBLOON (1947)), que ya había sido nominado en dos ocasiones a los Oscar (en 1945 por PERDICIÓN – en conjunción con Billy Wilder – y en 1947 por LA DALIA AZUL). -
Sin embargo la falta de compenetración entre guionista y director acabaría con la ruptura de la relación entre ambos y al parecer poco (o más bien nada) del guión de Chandler se conserva en la película que hoy podemos ver.
- Chandler creía en el poder superior de la palabra sobre la imagen mientras que Hitchcock siempre antepuso la imagen (la puesta en escena) sobre la palabra (e incluso sobre la lógica del relato, como veremos a continuación). Dos concepciones tan opuestas sobre el arte fílmico no podían sino colisionar como así fue.
Aunque el escritor porfió para que su nombre no apareciera en los títulos de crédito la Warner se negó aduciendo que su presencia en los mismos daría un plus de qualité a una película de presupuesto ajustado y sin grandes estrellas en el reparto (Granger prestado por Goldwyn, Walker por la MGM y Roman impuesta por la Warner (para disgusto de Hitchcock que intentó hacerle la vida imposible durante el rodaje)). -
Quizás para curarse en salud Hitchcock se decantó por una guionista que solía ejercer de “negro” para otros escritores, Czenzi Ormonde (1906-2004), una ayudante del prestigioso (y prolífico) Ben Hecht (uno de los grandes colaboradores (y amigos) del director) y que se encargaría de elaborar un nuevo libreto empezando desde cero y usando únicamente como guía el tratamiento previo de Whitfield Cook (guionista de PÁNICO EN LA ESCENA).
Ormonde crearía la mayor parte del esqueleto argumental de la obra, contando eso sí con la inestimable colaboración del propio Hithcock y de su esposa, Alma, así como la de Barbara Keon (1902-1962), antigua empleada de David O. Selznick y convertida en productora adjunta del director (con el que había colaborado desde los tiempos de REBECA).
Y si el trabajo de la escritora devino capital a la hora de llevar a buen puerto la cinta qué decir de la presencia tras las cámaras del gran operador Robert Burks (1909-1968), una de las tres personalidades más importantes en la carrera del director si obviamos a su propia esposa, Alma Reville.
- Las otras serían el montador George Tomasini (1909-1964) y el músico Bernard Herrmann (1911-1975) pero ya tendremos tiempo de hablar largo y tendido de ellos (especialmente del segundo) en las próximas entregas… -
Burks trabajó codo con codo con Hitchcock en 12 películas consecutivas incluidas sus grandes obras maestras (desde EXTRAÑOS EN UN TREN hasta MARNIE, LA LADRONA, con la excepción de PSICOSIS).
- Mucho se ha debatido sobre la ausencia de Herrmann en CORTINA RASGADA, de la que el maestro llegó a componer una banda sonora que fue rechazada por el director, pero poco o nada de la ausencia de Burks de dicho título.
Erróneamente en su libro de entrevistas Truffaut afirma que la misma fue debida a su muerte en un accidente doméstico el año anterior pero lo cierto es que Burks murió sí por tal causa pero en 1968.
Quizás por ello MARNIE, LA LADRONA es el canto de cisne del genio británico, su última obra maestra (aunque luego seguiría elaborando excelentes películas como la salvajemente divertida FRENESÍ). La última película en la que coincidieron el gran triunvirato que antes mencionábamos formado por Burks / Herrmann / Tomasini. -
Burks inauguraría de forma brillantísima sus colaboraciones con Hitchcock puesto que su espléndida fotografía en blanco y negro fue justamente nominada a los Oscar en 1952 (la única que recibió esta extraordinaria película).
- Y pronto podremos observar que Burks se manejaba igual de bien en el blanco y negro que con el color.
De hecho será con él con quien Hitchcock experimente tanto el 3-D (CRIMEN PERFECTO) como los grandes formatos (léase VistaVision) (ATRAPA A UN LADRÓN, PERO… ¿QUIÉN MATÓ A HARRY?, EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO, DE ENTRE LOS MUERTOS, CON LA MUERTE EN LOS TALONES) que harían irrupción a partir de 1953. -
Pero basta ya de marear la perdiz y centrémonos en la película.
Y lo primero que hay que decir es que EXTRAÑOS EN EL TREN tiene uno de los mejores comienzos no sólo del cine de su autor sino de la Historia del Cine (con Mayúsculas).
Detengámonos en él porque toda la película gravitará sobre el mismo. No sólo se nos presentará a nuestros protagonistas y la peculiar relación que se establecerá entre ellos sino que conoceremos en profundidad la personalidad de cada uno de ellos. Son unos 10 minutos de metraje en los que Hitchcock da el do de pecho y un ejemplo de prodigiosa puesta en escena que roza la perfección.
Y todo principia con la llegada de sendos taxis a la estación de tren de la capital de la nación, Washington D.C.
La música de Tiomkin (en su segunda colaboración tras la magnífica LA SOMBRA DE UNA DUDA – otra película de estranguladores… -) tiene un toque burlón que se ajusta como un guante a ese aparente esbozo de comedia de enredo con el que el director parece iniciar la narración.
De uno de los taxis bajará un individuo del que sólo veremos que lleva unos llamativos zapatos en dos tonos (el tema de la dicotomía (o los dobles (o las duplicidades))) parece ser central en la película pero yo prefiero encaminar mi comentario por otros derroteros...) y que ya nos indican el carácter narcisista de quien los lleva.
De otro taxi bajará igualmente un hombre que en este caso lleva unos zapatos de colores más austeros así como unas raquetas (una forma rápida de indicarnos la profesión de su dueño – como más tarde haría en la obra maestra que es LA VENTANA INDISCRETA -).
Y las vías de tren que se bifurcan…
El encuentro (¿casual?) entre los dos protagonistas en el vagón de tren como decía antes recuerda a una de esas comedias clásicas de los años ‘30 y ‘40 pero que en este caso la historia tomará un rumbo diametralmente opuesto.
Y por fin conoceremos la identidad de los viajeros.
El joven y atractivo Guy Haines (un Farley Granger que curiosamente ya había ejercido de contumaz estrangulador en LA SOGA…) y el inquisitivo Bruno Antony (un espléndido Robert Walker, en su penúltima aparición en la gran pantalla y que encarna a uno de esos “villanos con encanto” que pueblan los mejores títulos de la filmografía de su autor).
Veremos como Bruno (cuyo nombre aparece igualmente en su corbata y que él atribuye a una concesión a los gustos de su querida madre pero que en el fondo nos hablan de ese carácter arrogante del personaje) cual Sherezade parece hechizar con su verborrea al paciente Guy que en un principio parece sentirse incómodo con la presencia y las (capciosas) preguntas de su interlocutor pero que pronto se verá ganado por la arrolladora personalidad de su inteligente (y ameno) compañero de viaje.
- Antes he puesto entre interrogaciones lo de casual porque de nuevo Hitchcock quiebra la lógica del relato (algo por otra parte habitual en él) dado que en realidad la probabilidad de que Bruno encuentre en Guy a la persona perfecta para llevar a cabo su plan maestro es ciertamente infinitesimal.
De nuevo la emoción por encima de la lógica.
Y funciona. Ya lo creo que funciona. -
No deja de tener gracia (y es otro toque maestro del director) el que el elegante encendedor de Guy (quien después de todo no fuma mucho dado que es deportista) sea el objeto (otra de las obsesiones temáticas del director) que nos lleve al trepidante final con el que Hitchcock cerrará la historia.
- Claro que si lo pensamos bien, ¿una simple inscripción “A to G” sirve para incriminar a una persona?
Yo diría ciertamente que no es una prueba concluyente.
Pero, de nuevo, la emoción por delante de la lógica. -
Por cierto y esto ya es de mi propia cosecha, veo más suelto a Walker que a Granger, un actor que siempre tiene un gesto extraño en su rostro.
- Sigo pensando que su mejor trabajo interpretativo lo podemos ver en la ópera prima de Nicholas Ray THE TWISTED ROAD (1948)/THEY LIVE BY NIGHT (1949), sin duda una de sus mejores películas. -
Eso sí, las miradas que Bruno le lanza a Guy podrían tener un doble sentido…
… lo cual no sería nada extraño dado el desdén (o la falta de interés) que el bello sexo despierta en él frente a un Guy que no sólo está casado sino que mantiene una relación extramatrimonial.
- No deja de tener gracia que Farley Granger que era homosexual haga aquí el inverso del papel que encarna su némesis, un Robert Walker al que abandonó Jennifer Jones por David O. Selznick y que sería uno de los detonantes de su prematura muerte. -
Aunque el tren tiene como destino Nueva York Guy tiene previsto apearse en Metcalf (Illinois) donde vive su esposa a la que pretende convencer de que le conceda el divorcio.
Como decíamos la arrolladora personalidad de Bruno (¡qué gran actor demuestra ser el prematuramente desaparecido Robert Walker!) parece dominar desde un principio al más apocado (o educado) Guy, en una relación que tiene concomitancias con la que se establecía entre Brandon (John Dall) y Phillip (el mismo Granger) en LA SOGA…
En esa primera toma de contacto intuímos que Bruno ha tomado la decisión que pronto comunicará a Guy con las consecuencias que todos sabemos…
Ya en el compartimento de Bruno éste empezará a hablar del desprecio que su padre siente hacia él (justificado, todo sea dicho, dada la voluble naturaleza de su vástago) y que él lo revierte en un odio visceral hacia su persona.
- Un detalle del que no me había dado cuenta hasta la presente revisión es que Bruno tiene en su lado de la mesa el encendedor que le había prestado Guy y que el director nos pone bien a la vista indicándonos de esta forma su decisiva importancia en el ulterior desarrollo de la trama. -
El gesto con las manos de Bruno (esas manos que luego servirán para estrangular a la esposa de Guy) es toda una premonición.
Las divagaciones un tanto pueriles de Bruno nos hablan de alguien inmaduro e insatisfecho con la vida y al que le gusta vivir al límite. Y alguien con delirios de grandeza.
Dice admirar a Guy por ser un deportista famoso y, especialmente, por ser tan inteligente como para casarse con la bella hija de un senador y así tener su futuro garantizado.
Bruno aplica a Guy alternativamente la ley del palo y de la zanahoria pero finalmente le hará partícipe de su (descabellado pero inteligente, seamos sinceros) plan de acabar con las personas que interfieren en sus respectivos planes a futuro: la esposa de Guy y el padre de Bruno.
La idea aparentemente banal para cometer un crimen perfecto (recordar que pronto tendremos un auténtico CRIMEN PERFECTO (entrega n.º 38 del coleccionable)…) que Bruno deja caer en los oídos de Guy no deja de ser una genialidad por parte del primero. Un intercambio de muertes sin un móvil común que las relacione. Así de simple, así de genial.
Y donde ya Hitchcock deja ver a las claras la mentalidad ciertamente desequilibrada de Bruno pero también la dejadez (o el descuido) de Guy, la cual tendrá efectos catastróficos en su vida habiendo aceptado tácitamente la no tan descabellada propuesta del primero (y que hay que reconocer que solventaría el problema de ambos de una forma ciertamente ingeniosa…).
El olvido del encendedor por parte de Guy y su apropiación por parte de Bruno será asumido por éste como un símbolo de la alianza que se ha forjado entre ambos durante las escasas horas que han compartido en el tren.
En Metcalf Guy, que ya ha borrado de su memoria su encuentro con Bruno (craso error, querido amigo), se encontrará con su esposa, la casquivana Miriam (Kasey Rogers, aunque aparece acreditada como Laura Elliott), una mujer de moral más que cuestionable y que se ha quedado embarazada de otro (no de Guy) pero que se niega a concederle el divorcio ahora que su marido es alguien famoso.
Pero no antes de que Hitchcock haga su habitual cameo...
- Es difícil entender cómo el Código de Producción imperante en el cine norteamericano dejara pasar semejante ataque a los pilares del mismo salvo que el castigo que le espera a la pecadora fuese suficiente como para contentar a los censores… -
La violenta discusión que se da entre ambos en la casa de discos en la que ella trabaja dará una idea equivocada a sus convecinos de la verdadera personalidad de Guy, alguien más bien apocado pero con expectativas (como luego veremos…).
Y ciertamente es difícil de explicar qué pudo ver alguien como Guy en una mujer como Miriam y qué le llevó a casarse con ella. Además la genial de idea de Hitchcock de endosarle unas gafas de gruesos cristales (que luego darán mucho juego…) hacen al personaje alguien todavía más odioso.
[Como curiosidad una imagen del aspecto real de la actriz Kasey Rogers:
- Lo más gracioso es que Elliott/Rogers veía perfectamente y por ello al ponerse las gafas la actriz era incapaz de dar un paso sin tropezarse con el mobiliario o sus propios compañeros de reparto. -
Mientras Guy habla con Anne (una hermosa pero totalmente inadecuada Ruth Roman – como decía, imposición de la productora y una actriz en las antípodas de las féminas que el director veneraba -) y le comenta vehementemente que mataría a su esposa con sus propias manos…
… oímos pasar el tren al lado de la cabina de teléfonos (recordándonos el “pacto” que se ha establecido en un otro tren unas horas antes) y pasamos a continuación a un plano de las manos de Bruno a quien su madre le está haciendo la manicura.
Una broma típica del mejor Hitchcock.
Pero aquí, al contrario que en ENCADENADOS, Bruno no tiene una madre que le domina sino que es una señora encantadora aunque un tanto excéntrica (encarnada con notable gracejo por Marion Lorne) y que mantiene una relación de camaradería con su peculiar hijo.
Una magnífica escena en la que Hitchcock introduce sus habituales (y distintivos) toques de humor y que ambos interpretan a la perfección que podría acabar con la desopilante reacción de él al ver el cuadro pintado de ella...
... pero que lo hace bruscamente con la aparición del odiado padre (la única vez que le vemos en pantalla).
Aquí Hitchcock mezclará la profundidad de campo y el rodaje de dos escenas unidas en el montaje (y que recuerda pero en mejor a una similar acontecida en PÁNICO EN LA ESCENA) para volver a conectar a los dos protagonistas.
El intento fracasado de Guy de conseguir el divorcio será interpretado por Bruno como el pistoletazo de salida de su plan maestro.
Y para ello se presentará en Metcalf para cumplir su parte del plan: matar a la esposa del que considera su amigo.
Toda la secuencia de la caza y captura de su presa (porque tal parece al menos desde el punto de vista del demente Bruno) es un prodigio de puesta en escena y no tiene nada que envidiar al extraordinario comienzo con el que se inicia la película.
El aspecto atildado de Bruno esconde un cuerpo robusto como demuestra en la prueba de fuerza con la que se gana la mirada admirada de la coqueta Miriam. Y de nuevo ese gesto de él de mirarse las manos antes de coger la maza y golpear con extraordinaria fuerza.
La escena en la que Bruno estrangula a Miriam y que se refleja en los cristales rotos de sus gafas se debe tanto a Hitchcock como a Burks y de hecho el primero llevaba años intentando materializarla infructuosamente hasta la llegada de su operador favorito.
Antes, por cierto, el director ya nos ha dado una pista de cómo va a acabar la película en la escena en la que Bruno siguiendo a Miriam y sus dos admiradores se monta en el tiovivo. De nuevo, Hitchcock mostrándonos la senda que hemos de seguir…
Y como bien hemos indicado en el encabezamiento de la presente reseña el estrangulamiento es con diferencia el método más usado por Hitchcock en sus películas para matar a una persona. De una forma directa o indirecta está presente en la mayor parte de sus obras con temática criminal. Sólo Richard Fleischer podría hacer sombra al maestro con su magnífico díptico de títulos rodados en los años ’60 (EL ESTRANGULADOR DE BOSTON (1968) y EL ESTRANGULADOR DE RILLINGTON PLACE (1971)).
Hitchcock de nuevo volverá a quebrantar las leyes de la lógica cuando al feriante la presencia de Bruno se le haga extraña entre la multitud. Pero como ya dijimos antes, siempre la emoción del relato se antepone a la lógica del mismo.
De nuevo el director incluye un toque de humor cuando un tranquilo Bruno ayuda a un ciego a cruzar la carretera. Lo cortés no quita lo valiente.
Y Hitchcock sincroniza de nuevo la mirada de Bruno a su reloj con la misma acción de Guy en el tren que le lleva de vuelta a Washington.
En el compartimento se encontrará con un profesor con unas copas de más cuya (banal) presencia tendrá mucha importancia cuando se sepa del asesinato de su esposa.
El encuentro en la noche entre Guy y Bruno en el que éste le comunica que ha cumplido con su parte del trato está tratado por Hitchcock casi como si de una película de terror se tratase además de incluir por primera vez un contrapicado (que luego volvería a utilizar) en la escena en la que Guy está en las escaleras a punto de entrar en su domicilio y oye que alguien le llama.
Por primera vez Guy se dará cuenta de que Bruno no es sólo alguien excéntrico sino un peligroso maníaco asesino.
No obstante el trabajo de Hitchcock con Walker es tan delicado que casi nos ponemos de su lado cuando intenta convencer a Guy de que ahora sea él que el cumpla su parte del trato.
- Y en verdad que Robert Walker se muestra infinitamente superior a Farley Granger, una actor escasamente maleable en las manos del director dada su poca pericia delante de las cámaras. –
La llegada de Guy al hogar de los Morton donde “se entera” del asesinato de su (aborrecida/aborrecible) esposa nos permite conocer a Anne (un personaje completamente dejado de la mano debido como decía a la antipatía que sentía por la actriz el director), a su hermana Barbara (una excelente Patricia Hitchcock, en el mejor papel de los que interpretó a las órdenes de su padre) y el ínclito Leo G. Carroll (uno de los actores favoritos del director).
Por cierto, Hitchcock, no sé si como burla, intentó repetir (sin éxito) el beso de bienvenida entre Anne y Guy, que es muy similar (aunque mucho más corto y elaborado) que el más mítico entre Ingrid Bergman y Cary Grant de ENCADENADOS.
La secuencia en el domicilio de los Morton es dominado por la presencia de Barbara, de nuevo un avance de Hitchcock acerca de la importancia que el personaje va a tener.
La coartada de Guy de que en el momento en el que se produjo el asesinato se encontraba en el tren de camino a su hogar choca con los efectos que la resaca produjo en el pasajero con el que compartió unos fugaces momentos de animada charla.
Claro que como bien afirma Guy el sólo hecho de que sea capaz de reconocer al pasajero debería haber sido suficiente para la policía pero ya sabemos cómo se las gasta Sir Alfred con el cuerpo…
Y dos perlas con las que Hitchcock nos obsequia.
Por una parte la presencia en el domo del Capitolio de un Bruno cuyo traje oscuro semeja un faro en la oscuridad y que parece la encarnación del Mal (con Mayúsculas).
Por otra cuando Guy afirma que piensa dejar el tenis (aunque sea sólo un amateur) y dedicarse a la política. Teniendo en cuenta sus planes de casarse con la hija de un senador la cosa no deja de tener retranca. Quizás Guy no sea tan puro como aparenta...
Los reiterados (y frustrados) intentos de Bruno de contactar con Guy se verán finalmente recompensados cuando el mismo presente sus respetos a su novia.
Claro que antes Bruno se habrá hecho notar a Guy en la mítica escena del partido de tenis con la mirada de aquel fija en la de éste mientras el resto de los espectadores sigue el partido.
Otra magnífica escena es cuando Bruno pone los ojos en Barbara y piensa que es Miriam que ha regresado… de entre de los muertos.
E igualmente sensacional aquella otra en la que hace una demostración de su “arte” con la pobre señora Cunningham (una estupenda Norma Warden – otra muestra del cuidado del maestro en esos pequeños papeles que dan vida a una película -) a la que está a punto de estrangular cuando de nuevo se cruza en su mirada la pobre Barbara, fiel reflejo (en cuanto a físico, no a carácter) de la esposa asesinada.
Igual que en otras cintas donde tal acontecimiento fue denostado (léase RECUERDA) nuestro protagonista sufrirá un desvanecimiento debido a la tensión del momento.
Es ese momento cuando Barbara se da cuenta de quién ha matado a Miriam e igualmente de que Guy no es la persona ejemplar a la que admira (¿o de la que está secretamente enamorada?).
En una de las pocas ocasiones que tiene para lucirse Ruth Roman (que como bien dice el querido compañero cinefilototal tiene una silueta preciosa) es cuando ella se encara con Guy para conocer la verdad de su relación con Bruno.
El intento de Guy de engañar a Bruno intentando avisar a su padre de las intenciones de su hijo será debidamente contrarrestado por éste.
Una escena donde Hitchcock jugará al principio y al final con el tiempo alargándolo a su conveniencia y que demuestra que Bruno de tonto no tiene un pelo.
- Por cierto, la escena con el dogo en la escalera siempre me ha parecido extraña (gótica, en el sentido hammeriano de la palabra), especialmente esa toma al ralentí debida al parecer a la escasa predisposición del perro a seguir la órdenes del maestro. -
¿Por qué Bruno no mata a Guy cuando tiene oportunidad y cuando sabe que éste no tiene intenciones de cumplir con su parte del trato? ¿Quizás por en su mano está el encendedor que podría incriminarlo? ¿O simplemente porque siente por Guy algo más que amistad? Pensamientos a vuelapluma…
Tampoco los intentos de Anne de intentar convencer a la madre de Bruno de quién es en realidad su hijo tendrán fruto dado que la pobre señora no parece tener muchas luces y menos cuando se trata de su querido y mimado hijito.
Un Bruno que envuelto en su bata multicolor demuestra una vez más que su personaje (y el actor que lo encarna) es el más mimado por el director y su enfrentamiento con Anne/Roman lo demuestra con creces.
El tramo final de la película es otro ejemplo superlativo del poderío de Hitchcock a la hora de crear (y alargar) una situación de suspense enfrentando dos acciones paralelas: de un lado el intento de Bruno de dejar el encendedor en el escenario del crimen para así culpar a Guy y de otro el intento de éste por ganar el partido de tenis de la forma más rápida de forma que pueda llegar a tiempo y evitarlo.
Es uno de los mejores ejemplos en toda la obra de su director (y mira que van…) donde el suspense está mejor dosificado y donde además Hitchcock como decía juega a dos bandas, lo que hará que nos preocupemos por igual por las dificultades que encuentra Guy frente a su rival para ganar el partido y las tribulaciones cuando el encendedor se cae fortuitamente por la alcantarilla.
Pocas veces podrá Hitchcock igualar la tensión que se crea al simultanear ambas acciones y especialmente cuando vemos esa mano de Bruno que se estira más allá de lo posible para recuperar el mechero.
Ciertamente no hay una relación lógica entre las acciones de ambos protagonistas porque las circunstancias por las que pasan ambos son distintas y de diferente duración pero Hitchcock logra lo imposible al hacer que al final converjan en otro de esos finales grandiosos de los que el cineasta nos había privado desde los tiempos de SABOTAJE (ojo, no SABOTAGE).
Y es que el cineasta británico guarda como traca final la memorable escena en el tiovivo en el que antes se había montado Bruno en su persecución de Miriam y que nos proporciona un catártico (o cuasi apocalíptico) final.
- De lo que nadie parece haberse percatado es de que la acción del abuelete (genial, por cierto Harry Haines, arriesgando su propia vida como relata un aterrado Hitchcock a Truffaut) más que solucionar el problema parece todo lo contrario puesto que provoca que toda la atracción salte en pedazos. ¿De verdad es mejor el remedio que la enfermedad?. -
Bruno le negará a Guy en su lecho de muerte la exculpación del delito del que se le acusa. Una bella forma de mantenerse en su papel hasta el final y un bonito gesto de Hitchcock al no acudir al socorrido “happy end”.
Sólo al morir, veremos cómo de la mano inerte de Bruno cae el encendedor que acaba por convertirse en el MacGuffin de la película, pues como antes decía, ¿de verdad es posible condenar a un hombre a la pena de muerte por una prueba tan nimia?
Y como también decía antes el testimonio del feriante sobre la verdadera identidad del asesino de la isla es ciertamente traído de los pelos pero…
… esa es la magia del cine.
Una película que sería una fuente de alegría para el director no solo por sus extraordinarios logros artísticos sino también (y muy especialmente) por su excelente rendimiento en taquilla (casi 3.000.000 de dólares).
Y en la próxima entrega el tan demorado tercer proyecto de la ya fenecida Transatlantic (tras, recordemos, ATORMENTADA y LA SOGA – por ese orden -), una película de la que tengo un recuerdo muy remoto y no demasiado bueno, todo sea dicho.
Claro que con esta revisión exhaustiva (y extenuante, al menos por mi parte) nos está dando más de una sorpresa a los que pensábamos que ya todo estaba dicho (o visto) de uno de los directores fundamentales del 7º Arte y del que este año 2020 se cumplen los 40 años de su desaparición.
Aunque, como en CASABLANCA, siempre nos quedarán sus películas.
Feliz noche y mejor despertar.
El alcaudón vuelve a volar aunque tenga las alas recortadas...
Última edición por Alcaudón; 12/02/2020 a las 02:25
Una de los titulos más populares y valorados de Alfred y un exito comercial. El maestro del suspense llevaba cuatro pelis seguidas que habían fracasado en taquilla por lo que quiso ponerse a cubierto en su siguiente proyecto, adaptando la novela policíaca de Patricia Highsmith con Raymond Chandler preparando el guion.
No congeniaron y aunque aparece en los creditos,la peli apenas mantiene nada de Chandler. Tampoco adapta la novela con plena fidelidad, cambia la segunda parte en beneficio de la trama del falso culpable, tan del gusto del britanico. Con todo es quizá la película más Noir de Alfred.
Da inicio con los pasos de sus dos protagonistas de los que no vemos nada.... salvo zapatos y equipaje. No se cruzarán hasta que tropiecen en el compartimento del tren,medio de transporte preferido en la filmografía del Sir.
Comenzarán a hablar de sus vidas.Bruno (Robert Walker) propondrá a Guy (Farley Granger)...un curioso intercambio,asesinarán a personas que les estorban en sus vidas, el padre en el caso de Bruno y la esposa en el de Guy. Guy no se toma en serio logicamente a este tipo,pero ya se dará cuenta de cómo las gasta el tal Bruno.
Olvidemonos de la vertiente homosexual de la obra de Patricia H ...en la peli se camufla en un acoso de Bruno a Guy que no deja de tener su aquel...
A destacar una tenebrosa fotografía del gran R Burks.... ambientacion a lo cine negro muy guay.
Bruno cumple un trato irreal y se convierte en la peor pesadilla de Guy.... amenazante y peligroso ya sabemos de lo que es capaz.
El rodaje en la feria tiene momentos muy recordados. El asesinato de Miriam filmado a través del reflejo en sus gafas,instante álgido visualmente en el que una vez más se aunan sexo y violencia.
Y la pelea de Guy y Bruno sobre el tiovivo desbocado con niños incluidos de un frenetico...qué tension!
De nuevo sabemos más que el personaje...salvo cuando Guy visita al padre de Bruno, en la que Hitch utiliza nos distraerá con el perro alargando el nerviosismo, en el tramo final antes del tiovivo terrorifico se alternará un partido de tenis con la marcha de Bruno hacia las atracciones para dejar el mechero y meter a Guy en el fango.
Lo dicho tension y ritmo en una peli notable de la que Hitch no quedó totalmente satisfecho o sí?¿
A mí me ha gustado su revision,R Walker está estupendo pero Granger para mí no desmerece y la chica tampoco lo hace mal y vaya preciosidad.Patricia bien,los secundarios idem.... destacando a Kasey Rogers.
8/10
Última edición por hannaben; 12/02/2020 a las 09:46
Mira que me gusta Montgomery Clift y los habitos de cine religiosos,pues esta proxima la meto en el saco de "Recuerda" me decepcionó
¿Qué versión has visto? Porque esa duración intuyo que corresponde a la que se conoce como "preview" o versión británica, que presenta algunas pequeñas diferencias con la norteamericana. La que yo he visto (BD de Warner) se queda en los 101 minutos
No son solo las iniciales, sino el modelo de encendedor con las raquetas de tenis. Yo creo que es más que suficiente como para incriminarlo. Otra cosa es si en un juicio será suficiente o no para condenarlo si no hay más pruebas.
No, porque como comenta el propio Guy, la policia objeta que podría haberse subido al tren con posterioridad (se habla de Baltimore) a esa hora.
¡Exhaustivo comentario! Como bien dices, el alcaudón vuelve a volar. Lo cual nos permitirá a los demás quedarnos en el nido más tiempo, viendo películas. Hoy o mañana publicaré mi comentario que centraré en algunos aspectos que me parecen destacables, procurando no ser reiterativo (cosa no fácil, porque como pasa con el cerdo de Strangers on a Train todo se puede aprovechar).
Yo no me olvidaría de la lectura homosexual del film (de la novela no puedo decirlo, porque la leí hace muchos años, pero conociendo a Highsmith no me extrañaría).
A mí, más que el tono tenebroso de la fotografía, que también, me encanta la forma como Burks era capaz de captar los exteriores, el aire y la luz. Sus paisajes, urbanos o campestres, son modélicos. Es algo que podremos apreciar en todos los films que contó con su presencia tras la cámara y que marcan la evolución del estilo del cine de Hitchcock, como después lo hará la música de Herrmann. Lo volveremos a apreciar, sin duda, en la próxima entrega, en la maravillosa manera de filmar el paisaje de Quebec.
Con comentarios tan extensos parece que he visto la película dos veces. A mi me ha encantado la peli, no me acordaba en absoluto. Me gustaría señalar algo:
En serio parece traido por los pelos? Para mi entender Bruno destaca por varias razones: Solamente van parejas y es el único tipo que va solo. Con anterioridad se percatan de que Bruno esta haciendo tiempo porque el muy gandul le dice eso mismo al feriante vecino, como si entre feriantes no charlasen. Y encima el testigo de las barcas se fija en el cuando vuelve solo con los gritos de socorro desde lejos. A mi no me parece tan descabellado viendo su peculiar forma de vestir y lo rarito que es que alguien vaya solo donde otros van a otras cosas. Es mas sospechosos que nadie y hay que tener en cuenta que no sale como le interrogan al feriante (o los feriantes).
Última edición por Anonimo19042021; 12/02/2020 a las 11:58
Excelente explicación, amigo muchogris.
En verdad que éste es un foro interactivo.
Y el siempre inagotable mad dog earle que siempre saca alguna sorpresa de su chistera.
Extraños en un tren (1951)
Vista por quinta vez, pero siempre descubres nuevos detalles que habías olvidado, o simplemente por el placer de verla y comentarla en este hilo.
Filme con un guión memorable (Raymond Chandler entre otros y basado en una novela de Patricia Highsmith nada menos) y música de suspense del gran Dimitri Tiomkin.
Todos los personajes están muy bien interpretados por los diferentes actores, todos muy bien elegidos, aunque yo destacaría a dos:
- Robert Walker, un tipo malsano, mimado y ciertamente psicópata que aunque es el villano, a mi personalmente me gana… además perfectamente interpretado por este maravilloso actor.
- Patricia Hitchcock, después de su breve intervención en “Pánico en la escena”, aquí su papi le ha dado un papel mucho mas vivo, mas importante y con muchas frases jocosas y punzantes, ella es la que da los elementos de comedia de la película, aunque también alguno inquietante como el de la fiesta… (la pobre, y todo por sus gafas).
Es raro ver una película de Hitchcock ya en los 50 sin ninguna rubia, pero ni falta que hace; tanto Ruth Roman como Laura Elliot están perfectas como chica de alta sociedad y fulana barata respectivamente.
Farley Granger está adecuado a su papel, es joven, tiene buen cuerpo (de deportista, se entiende), y también es algo frágil de carácter, totalmente opuesto a su contrincante, creo que fue acertada su elección, otro actor de mas carácter le hubiera parado los pies a “Guy” en el mismo tren…
Por cierto, el cameo de Hitch es verdaderamente fácil de ver cuando Farley se apea del tren y este sube con un contrabajo ¿Qué significado tiene ese instrumento? Pues no lo sé, a lo mejor es una guasa del director, pero con una cartera hubiera ido mas cómodo…
Se me olvidaba mencionar a Leo G. Carroll, el actor fetiche, en un papel poco extenso, pero su marca está ahí.
Me gusta el inicio de la película enfocando solo los pies de los protagonistas, esto le hace ya un distintivo especial, diferente a cualquier película de la época. Luego vemos sus caras en el tren y ya se desarrolla la trama.
La larga escena de la persecución/seducción de Miriam por parte de Guy en el parque de atracciones es quizás mi parte favorita, porque está tan bien filmada, como de cuento de horror, sabes lo que va a pasar pero no cuando… me gusta cuando la chica grita en el túnel del amor o las sombras de las dos barcas casi se superponen, pero no, es un engaño de Hitch, porque será en la isla donde todo ocurra, además de la manera mas rápida posible, y además a través de uno de los cristales de las gafas… ¡¡perfecto!!.
Me gusta el detalle del feriante de cómo se queda con su cara, cuando vuele solo del túnel del amor y la gente está pidiendo auxilio, y a él se le ve como “huidizo”… jejeje
Aunque se vea a Guy como un spicópata, este acto le ocasiona remordimientos, pues cada vez que ve las gafas de Bárbara rememora ese momento, como por ejemplo en la fiesta, cuando le agarra el cuello a una de las invitadas (Norma Varden), una actriz muy graciosa siempre que la veo, me acuerdo de ella ahora mismo en “Los caballeros las prefieren rubias” + su tiara de diamantes…
Hay otro momento Hitchcock cuando se le cae el mechero en una alcantarilla, es muy difícil de creer que le quepa el brazo hasta tan adentro, porque los agujeros no son tan grandes, o al menos yo no me he fijado muy bien, pero creo que no deberían caber un brazo por ahí…
La parte final en el tiovivo es realmente angustiosa y escalofriante, aunque cuando finalmente lo para ese viejecillo y algo hace con la palanca que explota no está muy conseguido los efectos especiales, pero bueno, se perdona por ser de 1951.