L ANÁLISIS Tecnologías DRM
REPORTAJE
¿Qué puedo hacer con la música que compro en Internet?
Las tecnologías contra la piratería imponen restricciones al uso de las películas, discos o juegos que se descargan de la Red, ofreciendo garantías al titular de la obra y limitando lo que los consumidores pueden hacer con contenidos que adquirieron legalmente
ARANTZA COULLAUT / PABLO FERNÁNDEZ - Madrid
ELPAIS.es - 21-03-2006 - 13:16
“Para un autor una obra es como su hijo y la tecnología DRM permite que verlo en la Red bajo determinadas normas”
“Es cómo si te compras un coche y sólo vale para una carretera”
Frente al ordenador de casa, ha comprado usted una película de dibujos animados en Internet, pero cuando intenta grabarla en un DVD para que los niños lo vean en el coche descubre que no es posible. Una protección tecnológica llamada DRM decide qué puede hacer con los contenidos digitales que adquirió legítimamente, y aunque como la gran mayoría de europeos no sepa qué son o cómo funcionan estos sistemas, su incorporación a todas las formas de entretenimiento digital del futuro puede afectar de forma decisiva al modo en que consume música, películas y juegos.
La creación y venta de contenidos a través de Internet es uno de los factores de impulso de la sociedad de la información, un mercado movió un negocio de 2.900 millones de euros en 2004 y en 2005 pudo superar los 3.200, según los datos de JPR. Los productores de contenidos creen, en todo caso, que la cifra podría ser aún mucho mayor de no existir la piratería. Internet, la misma herramienta que les permite distribuir películas, música, tonos para el móvil, juegos y todo tipo de software, facilita la copia y distribución ilegal.
Ese es el motivo que lleva a la creación de sistemas digitales de gestión de derechos (Digital Rights Management o DRM, en inglés), presentes en todos los dispositivos imaginables: CDs, DVDs, descargas en tiendas online, móviles, sistemas de entretenimiento para el salón que añaden a la videoconsola herramientas para escuchar música, ver películas, comprar en Internet…
Pero estas tecnologías pueden crear un conflicto con el consumidor, cuya capacidad para manejar los contenidos que compra se ve reducida por el DRM. En España, la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual que el Congreso aprobó la semana pasada mantiene la posibilidad de que los consumidores realicen una copia privada de los contenidos digitales, pero al mismo tiempo permite al titular de la obra incorporar medidas tecnológicas de protección que dificulten o impidan realizar ese duplicado. La guerra entre medidas antipiratería y derechos de los usuarios sigue abierta.
Protección del contenido y flexibilidad
Los sistemas DRM deciden qué podrá hacer el consumidor con los contenidos que ha adquirido: cuántas veces podrá reproducirlos y en qué dispositivos, si podrá copiarlo o no y en cuántas ocasiones, si se permite su transmisión a otros ordenadores, el cambio a otro formato de archivo distinto del original, la edición del fichero, etc. Esto provoca una constante lucha entre la protección del autor y la flexibilidad que el consumidor requiere para manejar los contenidos por los que ha pagado como mejor el convenga.
Rebecca Jeschke, portavoz del grupo estadounidense Electronic Frontiers Foundation (EFF), señala que “cuando los consumidores compran música con DRM normalmente están logrando mucho menos de lo que creen que están pagando. Los productores de contenidos tienen derecho a preocuparse por las operaciones de piratería masiva, pero si niegas el derecho a hacer copias de seguridad frustarás a tus clientes.
Si el problema parecía acuciante cuando sólo se vendía música en tiendas –y quien quería copiar debía extraer las canciones del CD y comprimirlas para distribuir las en Internet-, encontrar una solución satisfactoria para todas las partes se convierte en algo fundamental en un entorno como el actual, donde los discos se venden ya a través de la Red en forma de archivos digitales. La tienda online de Apple, iTunes superó en febrero de este año los mil millones de canciones descargadas, y según las previsiones de las consultoras Forrester Research y Strategy Analytics, en 2009 la cifra total del mercado se acercará a los 4.000 millones de canciones vendidas por esta vía.
Cadena de confianza
¿Cómo evitar que toda esa música acabe en las redes de intercambio de archivos? Desde Apple, líder en la venta legal de música en Internet, se explica que la estrategia es clara desde el principio. La tienda de música online iTunes, el software para la gestión de bibliotecas musicales del mismo nombre, y los reproductores de música digital iPod utilizan un mismo sistema DRM, una combinación del formato de archivo AAC con la tecnología anticopia FairPlay.
Apple sostiene que esto crea una cadena de confianza que permite a los creadores de contenidos vender sus obras en Internet sin tener que preocuparse por la piratería. No existe sistema inviolable, pero en Apple confían en que la comodidad que ofrece su servicio frente a las redes de intercambio y descarga ilegal incentive a obtener música y vídeo de forma legítima.
Otra de las tecnologías de gestión de contenidos que más fuerza están ganando en los últimos meses es Windows Media DRM 10, la última versión el sistema desarrollado por Microsoft y que utilizan desde los Media Center –dispositivos para el salón en los que se pueden reproducir todo tipo de archivos multimedia-, hasta todo tipo de pequeños reproductores portátiles de MP3.
Myriam Pereira, Product Manager de Windows en Microsoft Ibérica, explica que su sistema funciona con dos capas de protección. Por una parte, el DRM del gigante del software cifra el contenido, mientras que por otra realiza la gestión de derechos. La primera fase corre de parte del sistema de Microsoft y es casi automática, mientras que en la segunda es el propietario de la obra el que decide qué permisos dará al usuario. “Cada uno hace lo que quiere”, señala Pereira. “Limitar la copia, el paso a otro formato, a otro soporte de almacenamiento… Es algo bastante normal, Disney, la MTV, la televisión por cable de EE UU, los ordenadores, los móviles. Todos usan DRM”.
Nuevas vías de distribución
Intel, el mayor fabricante mundial de procesadores, se encuentra en una etapa de transición desde el mercado profesional al doméstico, en la que una de sus principales apuestas es VIIV. Se trata de una plataforma, un conjunto de tecnologías que permiten construir dispositivos destinados a gestionar todo el entretenimiento digital del hogar del futuro. Estos aparatos ya están en el mercado, y permiten grabar una película en disco duro mientras se escucha la música favorita o se navega por Internet. Pero para poder gestionar contenidos hay que dar garantías a sus propietarios, e Intel ha confiado para ello en la tecnología DRM de Microsoft.
El director de tecnología de Intel Ibérica, Antonino Albarán, sostiene que uno de los componentes básicos de estos dispositivos “debe ser la tecnología de seguridad”, pues para los proveedores de contenidos ese es su principal valor”. Los dispositivos VIIV utilizan el sistema operativo Windows Media Center Edition y su correspondiente protección DRM. Don MacDonald, vicepresidente de la multinacional, dejaba claro recientemente en la publicación electrónica News.com que la compañía está animando a los productores de contenidos a que permitan transferir los vídeos y la música que vendan a través de VIIV a otros dispositivos. Pero la decisión final está en manos de éstos.
Consumidores informados
Esa libertad para que sea el propietario de la obra el que decide sobre los derechos que otorga al consumidor está creando cierta confusión en el mercado, sobre todo por la falta de información que se detecta en muchos casos en los productores.
El uso más polémico de DRMs de los últimos meses es el de la discográfica Sony-BMG, que a finales de 2005 se vio obligada a retirar del mercado más de cuatro millones y medio de CDs que, para impedir la copia de las canciones, incorporaba un sistema DRM llamado Extended Copy Proteccion (XPC) que causaba graves problemas de seguridad en el PC de los consumidores. Los discos incorporaban una pequeña advertencia que decía que estaban protegidos, pero ni se decía de qué manera ni cómo iba a afectar la reproducción de un CD al ordenador en que se reprodujera.
Desde Electronic Frontiers Foundation, que ha presentado una demanda colectiva en EE UU por este caso, Rebecca Jeschke señala que los productores de contenidos “deben dar una clara información sobre lo que el DRM permite o no permite. El secretismo fue un gran problema en la debacle de Sony BMG, y afectó negativamente a muchos de los artistas que ni siquiera sabían que ese software formaba parte de su disco, por no mencionar a los consumidores que no sabían que el CD estaba instalando programas en su ordenador”.
Estudios recientes afirman además que la transparencia sobre la protección de las obras en formato digital debería partir de una información clara sobre su existencia y funcionamiento. El informe de la Fundación France Telecom Ocio Digital: el rey de los contenidos señala que tan sólo un 14% de los europeos que han manejado contenidos de vídeo sabe en qué consisten estas tecnologías, mientras que un 62% nunca ha oído hablar de ellos.
También en el móvil
El estudio de France Telecom repasa también la situación de la distribución de contenidos a través de teléfonos móviles. La descarga de música –ya sean canciones o tonos de llamada- a través de estos dispositivos ha supuesto en 2005 el 40% de las descargas de música digital, según los datos de la Federación Internacional de Productores de Música (IFPI, en sus siglas en inglés). Pero una vez ha pagado por la canción que deseaba, en consumidor puede desear transferirla a su ordenador o al reproductor portátil de MP3, y ahí entra de nuevo en juego el sistema DRM de cada compañía.
Vodafone explica que los contenidos que distribuye a sus clientes están protegidos por un sistema estándar acordado por la Open Mobile Alliance –OMA, una organización que agrupa a las principales marcas del sector- llamado DRM R1. Éste no deja que se transfiera la música o los vídeos a otros dispositivos “porque el sistema no permite hacerlo con total seguridad”. En todo caso, la operadora señala que está trabajando para permitir que el usuario pueda mover la música “entre diferentes dispositivos autentificados por el usuario”. Si la tecnología que prepara la operadora se parece a la desarrollada por Apple en iTunes, el consumidor podrá identificar un número determinado de ordenadores en los que podrá escuchar la música por la que ha pagado.
Un portavoz de la operadora comenta que lograr el equilibrio entre la flexibilidad para el usuario y la seguridad para quien produce el contenido “es el objetivo de Vodafone y estamos trabajando para que las demandas de unos no se contrapongan a las necesiades de seguridad de los proveedores de contenidos”.
Telefónica Móviles también proporciona música protegida por el estándar OMA DRM R1, que no permite reenviar el contenido adquirido a otros aparatos. Juan Carlos R. Galindo explica desde la dirección de comunicación de la operadora española que además, “en los terminales que disponen de la aplicación mPlay se está utilizando el DRM propietario Melodeo, que aprobaron todas las discográficas”.
Menos batería
Un último aspecto polémico de las tecnologías DRM se refiere al aumento del consumo de energía que puede comportar su uso en reproductores portátiles. El portal especializado en música digital MP3.com señala en un estudio sobre las baterías de estos dispositivos que el uso de Windows Media DRM 10 en la renacida Napster y la tienda de música online de Real Networks, Rhapsody, "no sólo ralentiza el funcionamiento de reproductor sino que también le resta tiempo de batería".
Otra revista electrónica especializada en tecnología, CNET.com probó un reproductor de la marca Creative con archivos MP3 sin protección, y la batería duró 16 horas, pero si lo que se reproducían eran canciones protegidas con el DRM de Microsoft la autonomía del dispositivo se rebajaba a 14 horas. MP3.com encontró diferencias similares en pruebas realizadas con reproductores de Archos, iRiver, e incluso el iPod de Apple.
“Para un autor una obra es como su hijo y la tecnología DRM permite que verlo en la Red bajo determinadas normas”
Sidney Borja, Director de Gestión de Contenidos Audiovisuales de la Sociedad Digital de Autores y Editores (SDAE), defiende la tecnología DRM porque permite “al autor tener derechos sobre su obra”. Borja afirma que “la tecnología DRM pone reglas al negocio, permite que el contenido no esté abierto”.
Para el director de la SDAE, dos son las características del nuevo sistema. “Tiene dos acepciones. Una que es muy extendida que se refiere al sistema que utilizan los principales fabricantes de software (Microsoft, Apple).Que permite ver un contenido bajo pago. Se digitaliza el contenido y se codifica para acceder al contenido de una forma controlada. En el caso de una película o video se codifica de tal forma que tan sólo se pueda ver en Windows Media Player. La codificación permite incorporar las reglas del negocio. Desde dónde se puede ver hasta las horas. En 48 horas, por ejemplo, se puede desactivar el contenido. La segunda acepción tiene un significado más amplio. Es una herramienta que permite la administración digital de derechos. Permite que todo lo que se emite genere informes y se conozca cuándo y dónde se ha utilizado, es como un tatuaje”. Según Borja, los autores cuentan con derechos que antes no tenían. “Se garantiza a la obra sus derechos, el autor puede decidir que se vea según sus reglas. Una obra es como un hijo y el DRM permite verlo en la Red bajo determinadas normas”.
El director de la SDAE pide que se pague el contenido aunque éste sólo se pueda utilizar bajo unas reglas. “Hay un problema de mentalidad, la gente está acostumbrada a bajarse cosas de la Red gratis y luego no dice nada cuando va al cine y paga. Hay que cambiar esa mentalidad”, concluye.
“Es cómo si te compras un coche y sólo vale para una carretera”
Claudio Feijoo, Ingeniero de Telecomunicación y Doctor Ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid, es uno de los autores del informe “La explotación de los contenidos audiovisuales en la transición a los medios digitales”. Una de las conclusiones de este estudio es que “los expertos apuestan por un nuevo modelo de contenidos audiovisuales menos defensivo y más innovador”. Feijoo señala que la tecnología DRM debe “avanzar”. “Hay una cuestión principal que hay que resolver: es muy cerrada, encierra al usuario. Si la tecnología DRM sólo te permite ver el contenido es una plataforma hay que avisarlo en la etiqueta. Si sólo te permite verlo en determinados lugares o tiempo hay que preguntarse por el precio. ¿Cuánto vale? El precio tendrá que tener una relación con el número de usos. Es cómo si te compras un coche y sólo vale para una carretera”, aclara.
Aunque no todo es negativo. Feijoo afirma que el sistema es una oportunidad muy grande. “No sólo protege los contenidos, también abre un nuevo modelo de negocio enorme y más flexible. No todo es blanco o negro, hay una zona gris. Si te compras un DVD y estás interesado en verlo una o dos veces, la tecnología DRM permite que el contenido desaparezca tras verlo, hay nuevos modelos de negocio”. El ingeniero recalca que “el sistema actual es muy burdo y no funciona porque requiere que se pongan de acuerdo creadores, industria y todo el mundo. Aunque el usuario lo que quiere es sencillez. Para eso hay que explotar los contenidos con nuevos modelos de negocio y crear formas de proteger los contenidos menos complicadas”.
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