Hace tiempo que ya dije que Sam Mendes me daba miedo porque había revisado American Beauty y la experiencia había sido desastrosa.
Bueno, con Camino a la perdición no es necesario ni esperar ni un año para revisarla. Ya se le ve desde un principio.
Una suma de postales no hacen una película. Una suma de fotografías no hacen una película —aunque sean a 24 por segundo—. La vi ayer al mediodía, y a la tarde ya apenas la recordaba y estaba viendo otras para quitarme el sabor de boca. Tal es el poso a ha dejado.
No me gusta el trabajo de los actores. Se les ve demasiado que están dando aspecto de hacer la interpretación del año —ni por casualidad—.
No me gusta la historia. Previsible hasta límites estomagantes.
No me gusta la fotografía ni la música. Empalagosas hasta gritar ¡¡basta!!!.
El retoque que se ha hecho al cartel español -gracias Zonca por el enlace— no hace más que confirmar las intenciones del producto. Hay que meterla doblada.
Ahora sí, habiendo visto el segundo trabajo de Mendes ya puedo decir con conocimiento de causa que Mendes es un soberano bluff, una certeza que no hace más que corroborarme la defensa que de ella hacen gente que ya califica de obras maestras a Episodios 1, 2 y similares. Desde luego, en cuestión de valoraciones y sensibilidades cinematográficas, estamos a años luz.
Y ya está. Demasiadas líneas he empleado. Podría haberlo resumido en tres palabras: vaya puta mierda.
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"Esta chaqueta de piel de serpiente simboliza mi individualidad y
mi fe en la libertad personal".<font face="Arial" color="brown" size="1"> ----- Sailor Ripley en "Wild At Heart"</font>
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