“SIEMPRE HE DEPENDIDO DE LA AMABILIDAD DE LOS EXTRAÑOS”
O
THE PIANIST (2002, EL PIANISTA).
Co-producción franco-polaco-germano-británica.
Copyright 2002 R(oman) P(olanski) Productions – Heritage Films – Studio Babelsberg – Runteam Ltd.
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Adrien Brody (Wladyslaw Szpilman)
Thomas Kretschmann (Capitán Wilm Hosenfeld)
Frank Finlay (Padre)
Maureen Lipman (Madre)
Emilia Fox (Dorota)
Ed Stoppard (Henryk)
Julia Rayner (Regina)
Jessica Kate Meyer (Halina)
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No deja de ser paradójico que el año en que Polanski ganara por primera (y única vez) el Oscar al mejor director (aunque no al de mejor película que recayó en la estupenda CHICAGO – lo siento, me encanta el musical -) éste no pudiera ir a recogerlo debido a sus problemas con la justicia de aquel país. Situación que recuerda, en cierta medida, a aquella época en la que notorios “blacklisted” ganaron premios de la Academia pero a los que no se les pudo entregar el galardón dada su conflictiva situación. No parece que hayan cambiado tanto los tiempos (habría que quitarle la razón a Bob Dylan…).
Un Oscar no sé si merecido dado que el director tiene en mi modesta opinión películas muy superiores pero sí para premiar, al menos, un brillante (y personal) trayectoria aunque con notables altibajos.
Puede que EL PIANISTA sea la película favorita de Polanski dado que trata de una época y de una circunstancias que a él le tocaron vivir muy directamente.
Pero si he de ser sincero he de decir que aunque la película está muy bien (incluso diría que es – a ratos – excelente) también es cierto que prefiero mucho antes películas como REPULSIÓN, LA SEMILLA DEL DIABLO, CHINATOWN, EL QUIMÉRICO INQUILINO o TESS.
Porque el que una película sea más personal no implica necesariamente que tenga que ser mejor (el mundo del cine está llena de ejemplos al respecto).
Tampoco entiendo esa obsesión por comparar películas tan dispares como la hoy comentada y LA LISTA DE SCHINDLER. Aunque ambas tratan de un tema similar tanto las intenciones como la puesta en escena de uno y otro son totalmente disímiles. No hace disminuir los méritos de una para elevar los de la otra. De hecho y aunque ello vaya en contra de lo arriba mencionado prefiero la película del (incomprensiblemente) vilipendiado Spielberg a la de Polanski.
Quizás porque el acercamiento de Spielberg es más emotivo (algunos dirían más lacrimógeno) que el de Polanski.
El primero confecciona un film colectivo y mucho más emocional que el de Polanski donde la historia se circunscribe exclusivamente en la figura de Szpilman y el tono es mucho más distante (¿tal vez porque Polanski lo vivió más de cerca?).
Precisamente ese distanciamiento que impone Polanski sobre la figura del pianista y su deambular por el Gheto de Varsovia no me implica de la misma forma que el destino de las personas a las que Schindler intenta (y logra) salvar la vida.
Szpilman es alguien al que parece que la fortuna le sonríe durante el tiempo en que transcurre la acción (a veces de una forma que si uno no supiese que la historia es real sería difícil de creer). Alguien que carece de talento alguno (salvo tocar el piano) y que si sobrevive a todo (y a todos) es por la ayuda desinteresada de amigos y conocidos (o desconocidos), de ahí el primer epígrafe de la reseña recordando aquella cita de Blanche DuBois en UN TRANVÍA LLAMADO DESEO.
Porque lo cierto es que uno no acaba de entender como una persona de tan escaso empuje logra sobrevivir donde otros más inteligentes y más fuertes no fueron capaces.
Tampoco me gusta el que alguien tan familiar como él (pese a ese comentario a su hermana) una vez es ayudado (¿por qué?) y sacado de la fila de prisioneros que se dirigen a los campos de exterminio no vuelve a hablar, ni siquiera a pensar en su familia. Entiendo que Polanski no quiera aproximarse al hecho de la destrucción de su familia pero, al menos a mí, me parece una elección errónea. Después de todo, ¿hay algo más importante que la familia? ¿No acabaría uno completamente aniquilado sabiendo que toda su (querida) familia ha sido enviada a un lugar del que no es posible volver? Porque no dudo de que Szpilman esté convencido de lo contrario.
También muchos hechos que le acontecen y de los que se escapa por los pelos me resultan inverosímiles aunque fueran reales (o al menos es lo que el autor refiere en su libro...).
Tampoco es creíble que el capitán alemán que le perdona la vida, cuando es capturado, se encuentre “casualmente” con un amigo de Szpilman y le suplique que hable con él para que le ayude como él lo hizo. Estamos hablando de un lugar donde hay miles de prisioneros alemanes...
Incluso Polanski se permite ciertas licencias “humorísticas” como la escena del intento de suicidio o cuando lleva de una lado para otra la gran lata que pretende le sirva de alimento. Quizás aquí es donde vemos al Polanski más "auténticamente" personal.
Y aunque reconozco que Adrien Brody hace un buen trabajo, incluso notable, no creo que fuese merecedor de un Oscar (aunque ese año tampoco tenía excesiva competencia). Su registro interpretativo no me parece lo suficientemente amplio como para mostrar todas las penalidades por las que pasa el protagonista.
Polanski cierra la película tal y como la empieza, con el protagonista tocando el piano. Y aunque la situación hay cambiado dramáticamente para él, en realidad su actitud es la misma. Puede que en el fondo lo que a él lo único que le gusta (o le preocupa) sea su música pero ello no hablaría precisamente muy bien de su calidad humana.
En resumen, una notable película pero no tan buena como se suele afirmar. Creo que el distanciamiento que aplica Polanski al relato se transfiere igualmente al espectador (al menos ese ha sido mi caso) lo que le resta emotividad y empatía.
O sea que prontamente volveré a verme LA LISTA DE SCHINDLER que ahora además la vamos a tener en 4K.
Feliz tarde.