Tema: Rivales (Challengers, 2024, Luca Guadagnino)

La música en esta peli se una muchas veces más como un elemento propio que como algo que está de fondo o simplemente acompaña. Entra a destiempo, se repite o se para para continuar casi como si fuese un número cómico, se saca quizás de contexto y se pone machacona cuando la escena es tranquila justo para contar lo contrario... Y es que en si la banda sonora no dista mucho de lo que suele hacer Reznor, aunque si obviamente es menos oscura y densa, pero es su uso lo que le da a la película un rollo especial y desde luego la hace mucho más protagonista. Guadagnino de todas formas tiene pinta de ser un buen melómano porque la música siempre está muy presente en todo lo que hace.

Es difícil innovar en el género cinematográfico de los sentimientos. Son muchas, demasiadas, las historias sobre las relaciones entre hombres y mujeres y poco espacio queda para dar una perspectiva diferente. Sorprendentemente Rivales lo consigue, y lo realiza con una inusitada brillantez en todas sus facetas pero, sobre todo, en aspectos tan cruciales como la interpretación, el guión o la banda sonora.

Para mí Zendaya ha sido, hasta ahora, el alter ego de Chalamet en Dune, interpretando un personaje a su sombra y carente de una personalidad determinante, incapaz de hacer girar la trama. En Rivales no ocurre así; aquí su personaje es el verdadero motor de la historia, y es su fuerza interpretativa la que hace creíble la pasión y rivalidad que despierta y la destrucción que caprichosamente va extendiendo a su paso. A su lado, Josh O'Connor o Mike Faist aparecen como lo que son: a ratos, meros peleles en manos de una pasión descontrolada; a ratos, adolescentes caprichosos gobernados por sus hormonas y, en el fondo, dos niños celosos que luchan por la posesión del mismo juguete, a sabiendas de que ese juguete nunca se dejará poseer del todo.

Otro aspecto brillante es la planificación general de las escenas, un guión basado en una sucesión de retrospectivas que giran en torno a un dramático partido donde se dirime algo más que el premio del torneo. Las idas y vueltas de varias vidas a lo largo de casi quince años, las desilusiones y el hastío, las ambiciones frustradas y el desprecio se pasean con todo lujo de detalles por la pantalla, ocasionando un desgaste físico en los personajes que los mismos intérpretes muestran sin mucho disimulo. Para los que conocemos algo el mundo del tenis profesional es todo un placer la planificación de las escenas de partido: las cámaras subjetivas y cenitales, el sonido sordo de las pelotas al botar, los gemidos en los esfuerzos físicos, las bolas dirigidas a la misma cara del espectador como en una película 3D... No hay nada de lo que un partido de tenis profesional sea que no esté presente en la película y no deja de admirarme la perfecta adaptación de los actores al esfuerzo real de un tenista. Viendo la forma de golpear de Zendaya con la derecha casi me hacía preguntar si no tenía experiencia previa en ese mundo... Y si no es así, indica el alto grado de compromiso con el proyecto cinematográfico, porque las escenas de tenis resultan ser una parte esencial del drama que vemos ante nuestros ojos; que nadie crea que es un mero telón de fondo para el desarrollo de la trama: es la trama en sí misma.

La música, por último, es un elemento crucial porque convierte un drama romántico en algo que por naturaleza no debería ser: una película de suspense, de tensión, al llevarnos de la mano de los compases electrónicos hacia el núcleo de la misma maligna energía que podemos palpar en los gestos y en las miradas de los actores, al hacer de cada punto del partido una agonía, como si les fuera la vida en ello. Como contrapunto, reconozco que me desarboló oír el maravilloso bolero Pecado, porque esos versos describen con nitidez lo que es amar hasta la desesperación:

Solo sé que me aturde la vida
Como un torbellino
Que me arrastra y me arrastra a tus brazos
En ciega pasión.
Es más fuerte que yo, que mi vida,
Mi credo y mi sino,
Es más fuerte que todo el respeto
Y el miedo hacia Dios

No sé si los espectadores anglosajones tuvieron la oportunidad de comprender por qué se usó esa canción en ese preciso momento, pero viendo las lágrimas desesperadas de Mike Faist no creo que haya mejor música ni mejor letra para describir una relación que te lleva al abismo. I told ya, decía premonitoriamente la sudadera de Zendaya.
Manipulación, venganza, rencor, amor... Todo eso contiene esta sorprendente, amarga y fascinante película.

Raccord, como siempre, me han encantado tus comentarios.

Coincido con todo lo dicho sobre la presentación de la mecánica del tenis. Diría que pocas veces hemos visto en pantalla una representación tan fiel y a la vez tan dinámica. Y sí, se ve que los protagonistas se lo han currado respecto a sus movimientos y golpes.

Y sí, el momento bolero, es de lo mejor de la película, aunque yo sigo interpretando esa escena de forma diferente.

Saludos

Joder, me estáis poniendo los dientes largos!!

Este fin de semana no creo que pueda acercarme a verla y tiene pinta que en breve será “empujada” de la cartelera por algún otro estreno….

Presionaré no obstante!!

Otro Tour de Force de Guadagnino, dominando la cámara y rodando un partido de tenis de manera inmersiva: gran uso del montaje, el sonido y una inusual música electrónica. Siempre saca oro de sus guiones y de los actores. Sobre papel no me atraía demasiado, pero ha conseguido un film hipnótico y sensual con un estilazo que ya quisieran muchos directores de mayor renombre. Deseando ver su siguiente trabajo Queer basado en la novela homónima de William Burroughs.