Interrumpo brevemente el curso cronológico de mis comentarios de la obra de Bergman para dar un pequeño salto hacia atrás. He tenido la oportunidad de ver ese film maldito y casi invisible que es Esto no puede ocurrir aquí (1950), gracias a una mala copia disponible en youtube, en versión original subtitulada en inglés.
El film parte de una novela de un escritor noruego publicada en 1944, con guión de Herbert Grevenius y fotografía de Gunnar Fischer. Al parecer la película respondía a una nueva estrategia de producción de Svensk Filmindustri que por razones fiscales intentó elaborar un producto exportable, de ahí que se rodara al mismo tiempo la versión sueca y una versión en inglés con los mismos actores. Dos de los principales, Signe Hasso y Alf Kjellin, trabajaban en aquel entonces en Estados Unidos. Sea como sea, la película fue un fracaso. Al parecer Bergman intentó en un primer momento cancelar el proyecto sin conseguirlo. Posteriormente, el director sueco se avergonzó públicamente de este film.
¿Tan aliena a Bergman es la película? Yo creo que sí, tanto en lo argumental como en los pobres resultados obtenidos. Ni siquiera la fotografía de Fischer, con sus marcados contrastes de luz y sombras y algunos bellos exteriores, salva la función (aunque en este aspecto mi opinión es provisional, vista las malas condiciones de la copia existente en youtube).
Se trata de una confusa historia de espionaje que se desarrolla entre personajes vinculados con un grupo de refugiados en Suecia, procedentes de un país báltico imaginario (que responde al sonoro nombre de Liquidatzia). Este país sufre una férrea dictadura (no se aclara de qué tipo, pero quizá se tuviera en mente alguna de las repúblicas bálticas de la URSS, aunque el autor del relato original sufrió en propia piel los efectos de la invasión alemana de Noruega, y se incluyen diversos comentarios sobre el nazismo).
La película se inicia con la llegada a Suecia de un “ingeniero” con pasaporte de Liquidatzia. Lleva unos importantes documentos cuya entrega pretende negociar con la embajada de los Estados Unidos. Este personaje, Atka Natas (Ulf Palme), un tipo sin escrúpulos con un oscuro pasado vinculado a los campos de exterminio nazis, está casado con una química, Vera (Signe Hasso). Su mujer, indignada porque el marido no ha posibilitado la salida de Liquidatzia de sus padres, le inyecta algo que aparentemente lo mata y se lleva los documentos. Unos individuos, se supone que espías de la dictadura que actúan como quinta columna entre los refugiados, se lo llevan (en realidad no está muerto) y lo someten a tortura para que confiese el paradero de los documentos.
A partir de aquí, la acción se concentra en un triángulo con ramificaciones sentimentales (muy pobremente expuesto): el espía, su mujer y un amigo policía (antiguo amante). Hay una secuencia entre los tres particularmente mal resuelta, en que mientras hablan de Hitler y del oscuro pasado de Natas, ellos se van quitando uno al otro una pistola, para que al final Natas acabe huyendo con los papeles recuperados. Los espías de Liquidatzia lo perseguirán.Spoiler:
Bergman trufa la narración con momentos humorísticos un tanto extemporáneos: los espías se llevan a un inconsciente Natas cargado en un cochecito de bebé; mientras Natas es torturado para que confiese dónde están los papeles, los espías tienen puesto a todo volumen un tocadiscos, lo que origina las consecuentes quejas de los vecinos de abajo; cuando se produce la persecución final en automóvil, se les cruce un borracho haciendo eses.
No parece que ni director ni actores estén demasiado concernidos por un guion muy poco atractivo. Hay momentos que recuerdan a Lang o a Hitchcock, cosa comprensible vista la época y el género, pero todo parece demasiado forzado. A la espera de volver a ver esta película algún día en mejores condiciones, creo que el juicio severísimo de su director es esta vez ajustado.