Una vez leí una vez una crítica de la película de Corman en la que a esta foto, le ponían de pie "Bergman meets Parchís":
Eso del demonio/ángel/chica creo que se ha hecho alguna vez más en el cine. En La última tentación de Cristo, sin ir más lejos, creo que el demonio tenía forma de niña. Quiza Scorsese tomara la idea de esta película.
Y otra cosa. Comentáis que al personaje del caballero, que acaba de volver de las Cruzadas, está como que le da igual todo, es como si no pudiera reintegrarse en la vida cotidiana. Si esta película la hubieran hecho en los setenta, hubiera dicho que es como un trasunto de aquellos jóvenes que volvían del Vietnam, y que no lograban encontrar un lugar en la vida civil. En su propio país mucha gente los odiaba, y en la guerra no habían obtenido ninguna gloriosa victoria, y en cambio, les habían dado por saco bastante. ¿Estrés postraumático? ¿Una metáfora de los ex-combatientes de la la II Guerra Mundial? La tengo muy perdida, esta película, a ver si la revisito, pero el personaje del caballero y su escudero me parecieron -salvando las distancias- una especie de Don Quijote y Sancho innmersos en un mundo aún más decadente y sórdido que el de aquella España -mitad nobles sin tener donde caerse muertos y sin ocupación, mitad de curas y monjas y mitad de pícaros y fulleros- que empezaba a dejar atrás su poderío imperial. Recordemos que las Cruzadas fueron muy malas para el feudalismo, y quizá favorecieron su caída. Muchos nobles murieron allá en una guerra que no supuso ninguna mejora real para Occidente y que no cumplió el objetivo para el que se inició, o se quedaron sin feudo, porque lo habían hipotecado para obtener dinero con el que irse a la aventura oriental. Al volver, como ya no tenían nada, muchos se dedicaron al saqueo y al bandidaje, aunque por suerte parece que no duraron mucho. En Robin y Marian también presentan un poco esa misma situación, pero desde una perspectiva más romántica, aunque igualmente crepuscular y dominada por la melancolía.