Es que yo creo (y perdón por el off-topic) que muchos de los problemas de Masters del Universo los tenía también Superman IV e incluso, Superman III (he estado enferma esta semana -para variar- y me he repasado alguna de ellas). Tanto S III, como S IV como MOTU, no respetaban la esencia de los personajes (es una chorrada, pero sé de más de un crío que se agarró un berrinche porque He-Man y Skeletor no iban vestidos como los muñequitos originales). MOTU pasó por alto tanto la serie de animación como los cómics, y se fijó sólo en la línea de jueguetes. Superman III y IV hicieron un poco lo mismo, no se fijaron demasiado ni en las historietas ni en las películas precedentes (podrían haber tirado de un malo que ya existiera en ellas, y no inventarse al ridículo émulo de Lex Luthor ni al cutrechorra hombre nuclear). Y presentaban -las tres- historias con un cierto potencial, pero mal desarrolladas, y errando totalmente, al presentar subtramas que no interesaban nada al público potencial. Los críos de ocho a catorce años -principales destinatarios- no querían ver un triángulo amoroso entre Clark, Lois y otro personaje (no es que a mí me moleste especialmente esta subtrama, pero procuro ponerme en el lugar de un niño o un adolescente de ésa época), ni a Richard Pryor haciendo el chorras, ni a dos adolescentes de instituto enrollándose en una tienda de instrumentos musicales. Querían ver los paisajes exóticos de Eternia, luchas épicas entre héroes y villanos, magia, fantasía, a sus héroes peleando. Además, tanto en S III como en MOTU, tenemos un mal alivio cómico que ocupa demasiado de la trama y acaba resultando cargante en exceso. Ni Gwildor ni Gus estaban además presentes en los universos originales de He-Man y Superman, respectivamente. La Cannon era de una cutrez y tacañería proverbiales y recortó en presupuestos y efectos especiales de lo que resultaron películas de apariencia chapucera y barata. Entretenidas, sí, pero que podían haber dado mucho más de sí. No había por qué meter esa escena en la Tierra, en nuestro tiempo, que no interesaba a nadie, pero que seguramente permitía ahorrar dinero en sets y vestuario, ni poner esas armas láser que hacen que el que He-Man cargue con su espada y demás parafernalia resulte incongruente y absurdo, y que vuelven la película, demasiado deudora estéticamente, de Star Wars. La pinta de Teela y Man-At-Arms no sólo no tenía nada que ver con la de los originales, sino que parecía directamente sacada de diseños descartados de Star Wars (y no es coña):
http://t3.gstatic.com/images?q=tbn:A...7Ybhjw6nANiw7g
Y para terminar, en S IV y en MOTU tenemos una dirección plana, con poca imaginación, incapaz de paliar las carencias interpretativas de los actores (hay un momento en MOTU en que Dolph Lundgren se queda mirando a la cámara como si esperara que alguien le dijera lo que tiene que hacer). Alguien con ingenio e inventiva, un Sam Raimi, un Peter Jackson, habría podido dar cierto empaque al conjunto.
Curiosamente, los villanos son lo único que verdaderamente puedo salvar del conjunto. Hackman cumple una vez más como Luthor, y Langella da la impresión de habérselo pasado en grande con Skeletor (leo por algún sitio que aceptó el papel sólo porque se lo pidió su hijo). Haciendo todas las cosas raras con la capa que no le dejaron hacer en
Drácula (una versión que, en particular, me encanta), soltando discursos de malo remalísimo de cómic ("¡Yo me atrevo a todo! ¡Yo soy Skeletor..!"), y haciéndonos lamentar que, al final, no volviera para patear al rubio eterniano su tonificado y bronceado culo. Además, me recuerda un poquito al Fantasma de la Ópera, otro personaje que me encanta, con su maldad, sus diabólicos planes, su capa y su calavera. ¿Que no? En el libro