Hay casos como los cines Álamo Drafthouse en los que directamente puedes CENAR mientras ves la película. Esto ocurre porque, en esencia, son restaurantes con cine incorporado y no al contrario, con lo cual la experiencia debe ser acojonante. Además, por lo que he leído por ahí la gente se comporta de forma civilizada, y si alguien da por saco puedes entregarle al acomodador (¡cómo los echo de menos en España!) un papel indicando el asiento donde está el individuo en cuestión, y acto seguido le dan un toque de atención.
Así son las salas. Como veis, las butacas están pensadas para que hagan las veces de mesa.
Entiendo que esto no sea del gusto de todo el mundo, pero a mí me parece que como curiosidad y experiencia cinéfila colectiva tiene bastante gracia.
Pero claro, una cosa son los cines Drafthouse, diseñados para ese cometido (por lo tanto la gente sabe a lo que va), y otra son las guarradas que la peña hace en los multicines españoles, que no están pensados para tales menesteres y aún así los usan como merendero en el que tan válido es un cubo de palomitas como una pizza o un kebab.
Eso sí, que alguien se coma un paquete de patatas o palomitas y se beba un refresco no me molesta en absoluto (yo lo hago, por supuesto). No veo que haya ningún problema en ese sentido mientras se engulla como un ser humano y no como un cerdo.
Lo que sí me molesta, y muy por encima de la comida, es la actitud de los espectadores. Entre las manadas de niñatos desatados y "graciosos" que van al cine por aburrimiento en vez de por verdadero interés, los niños pequeños molestos (cuyos padres deberían tener dedos de frente y no ir al cine con ellos), gente que no calla y enfermos del móvil que no pueden evitar encender la pantalla cada 5 minutos para ver qué se cuece ahí dentro, es verdad que a veces deseo que para poder ir al cine haya que pasar algún tipo de examen psicotécnico y que en caso de no aprobarlo te denieguen la entrada
