¿EXISTE REALMENTE UNA "NUEVA OLA"?
Sentados (izquierda a derecha): Jean Renoir, Henri-Georges Clouzot y André Malraux. De pie (izquierda a derecha): Jacques Tati, Jacques Becker, Robert Bresson, Jeff Musso, Alexandre Astruc y Noël-Noël. El cine francés pre-Nouvelle Vague, en la cena organizada para el ganador del Premio Louis Delluc, H-G Clouzot por Les Diaboliques.
Por YVONNE BABY
PREGUNTA: ¿Existe realmente una “nueva ola” en el cine francés? Y si existe, ¿qué representa y en qué se distingue de las “olas precedentes”?
JACQUES TATI: Yo no creo que haya una “ola”. La figura del joven realizador, que termina abriéndose paso “a pulso”, es algo que ha existido siempre. René Clément ya hizo La batalla del riel sin estrellas protagonistas y sin medios, cada época tiene sus propios autores de películas, y el cine sigue su evolución natural. Actualmente hay una “nueva ola”, pero tiene nueve años y va todavía a clase. Es al final quien nos dirá si lo de 1959 era en realidad una ola o no.
CLAUDE CHABROL: El término “nueva ola” es una invento de L’Express. Personalmente no tengo la sensación de pertenecer a ninguna “ola”; aunque, si de verdad existe, lo importante entonces es saber nadar.
De todas las películas más recientes, Hiroshima, mon amour es la única revolucionaria. El resto de nosotros realiza películas de una manera normal. El neorrealismo constituyó una escuela, pero no puede decirse que exista en el cine de hoy ninguna otra escuela más.
RAOUL LÉVY: A mí me parece que lo de la “nueva ola” es una chorrada inmensa. Nuevas generaciones de realizadores es algo que ha habido siempre. Entre 1945 y 1958, el cine se ha convertido en un foco de atención para la prensa. Es por esa razón que se ha levantado algo más de ruido en torno a Malle y a Chabrol del que en su momento hubo en torno a Clément o Becker.
GEORGES FRANJU: La “nueva ola” es un eslogan publicitario. La época de 1936, o el neorrealismo, sí que supusieron auténticas “olas”. Me refiero a que se expresaban con un nuevo impulso, y que poseían además un carácter social.
RENÉ CLAIR: El término de “nuevo” no debería aplicarse más a que fórmulas nuevas, a un estilo nuevo. Aunque pueda decirse que hay en efecto nuevos nombres, nuevos talentos, no puede afirmarse que la historia del cine haya cambiado, ni que exista tampoco un nuevo estilo. Las películas que yo he visto hasta ahora han sido realizadas con equipos reducidos, con desconocidos y no profesionales, en calles y en casas reales. Pero ese tipo de métodos ya los aplicaba el neorrealismo italiano quince años atrás.
Truffaut y Renoir, en el set de Comida en la hierba (1959)
JEAN RENOIR: No pienso que haya nuevos realizadores. Pero lo que sí hay es un grupo de buenos realizadores, de entre dieciocho y treinta años, que sigue haciendo cine tal y como venían haciéndolo sus antecesores. No existen diferencias entre una buena película actualmente y una buena película hace treinta años. Nuevos o antiguos, jóvenes o viejos, lo que ha habido siempre son los buenos realizadores y los malos. Hay muchos entre todos esos jóvenes que son muy buenos y maravillosos. Considero a Los cuatrocientes golpes una obra maestra, pero que lo mismo podría haberse rodado hace treinta años como dentro de otros treinta. Me niego igualmente a reconocer que exista una nueva escuela. Es además la prensa quien ha distorsionado las perspectivas. Ninguno de esos jóvenes realizadores pretende pertenecer a una escuela diferente a la de Jacques Feyder o Chaplin. Los nuevos utilizan medios análogos a aquellos de sus predecesores.
ALEXANDRE ASTRUC: Ninguno de los nuevos realizadores ha tenido nunca la intención ni el deseo de afirmar que antes de ellos no había nada. Al contrario, han dedicado mucho tiempo a defender a autores de películas más antiguos, cuyas obras eran desconocidas. Si se quiere hablar de revolución, se trata entonces de la más respetuosa que haya habido nunca.
LOUIS MALLE: Toda nueva escuela se caracteriza por un giro en las reglas estéticas. Sin embargo, hasta ahora, la única película en que la sustancia del cine se ha visto alterada es Hiroshima, mon amour.
ROGER VADIM: El cine tuvo su período libre – es decir, desde sus inicios hasta el nacimiento del sonoro. A continuación fue capaz de encontrar su lenguaje, su forma, y también, por un fenómeno puramente económico – en que las películas cada vez costaban más – cayó prisionero de reglas y recetas. Había llegado así a una suerte de madurez de primer término. Resulta por tanto natural que haya llegado un determinado momento en que alguna gente sintiera el deseo de poder expresar, a su propia manera y fuera de esas recetas preestablecidas, aquello que más le apetecía contar. ¿Por qué esa repentina eclosión de nuevos talentos?
PREGUNTA: Cualesquiera que sean sus reservas hacia la expresión “nueva ola”, dan ustedes fe por tanto de la aparición de una nueva generación de realizadores.
(Le Monde, 11 de agosto de 1959)