Entrevista con Amir Labaki acerca de Orfeo Negro, Palma de Oro 1959
CANNES CLASSICS 11.07.2021
Periodista en Valor Econômico y autor de 13 libros sobre cine, el brasileño Amir Labaki nos brinda su visión sobre Orfeo negro, de Marcel Camus, magnífica Palma de Oro 1959 que volverá a proyectarse este año en Cannes Classics en versión restaurada. En el momento de su estreno, el mito de Orfeo y Eurídice, trasladado a Río de Janeiro por el director francés, fue tan aclamado por el público como menospreciado por la crítica.
Al público le encantó, pero los críticos, entre ellos Jean-Luc Godard, fueron acerbos respecto a esta película cuando se alza con la Palma de Oro. ¿Cómo se lo explica?
Orfeo negro fusiona dos fórmulas populares de la época: la estructura clásica del melodrama y el encanto exótico de los trópicos. Marcel Camus se aleja de la obra de Vinícius de Moraes y la adapta ubicándola en un Río de Janeiro cargado de clichés: los de las postales, con sus playas y el Corcovado, las favelas pobres, sensuales y coloridas, el carnaval vivido como un paso hacia la integración social, los rituales macumbas como una especie de “vudú carioca”… Todo ello embalado en un género musical que acababa de comenzar su conquista del mundo: la bossa nova, interpretada en la película por los compositores Antônio Carlos Jobim (1927-1994) y Luiz Bonfá (1922-2001).
Orfeo negro fue un enorme éxito comercial por todo el mundo, pero se resistió a la crítica. En cuanto a los brasileños, rechazaron rotundamente el exotismo y la perspectiva poco realista de Camus, ya que nuestro cine nacional prefería el realismo pionero de películas anteriores, como Rio, 40 Graus (1955) y Rio, Zona Norte (1957), de Nelson Pereira dos Santos (1928-2018), precursor del Cinema Novo. La crítica francesa e internacional que rechazó la película consideraba Orfeo negro ultrateatral, a diferencia de la nueva ola que ya comenzaba a gestarse en la escena cinéfila.
¿En qué se basa la magia de Orfeo negro?
A pesar de todo lo dicho anteriormente, es innegable que este trágico triángulo amoroso, ambientado en un decorado tropical y representado por personajes ataviados con indumentarias vibrantes y coloridas, desprende una sensación fantasmagórica romántica y casi universal. Camus trasladó el mito griego de la obra de Vinícius de Moraes a un Río de Janeiro contemporáneo, y consiguió crear su propio “mito carioca” al reinterpretar el mito de Orfeo y Eurídice. Los colores de Río son diferentes, el carnaval tiene otra dinámica, incluso los personajes tienen otro vocabulario y un acento carioca distinto, pero el director francés prefirió renunciar al realismo para forjar su propia utopía dionisíaca. La magia de Orfeo negro reside ahí: la “traición” tan personal de Camus dio lugar a una película de tintes tan perennes como populares.