SPOILERS
Narrativamente, es un juego que dista de ser perfecto porque está más enfocado en lo que quiere contar que en cómo contarlo, y al priorizar esa necesidad fuerza bastante arbitrariamente situaciones que hacen avanzar el relato….aún a costa de la suspensión de la incredulidad
(véase la granja, punto de ruptura total que dinamita todo el discurso contextual –¿dos mujeres y un bebé abandonando la seguridad de Jackson para establecerse en la NADA, sin mínima fortificación, en un mundo postapocalíptico en el que cualquiera puede ser una amenaza? ¿Y Tommy redivivo alentando reincidir en la venganza? Que le descerrajaron un tiro en la cara a medio metro en mitad de una Seattle atestada de amenazas, por dios...
A lo que voy es que ciertamente, y podría coincidir, a Abby la “deshumanizan” en esas primeras horas porque así la necesitan, y es un riesgo innecesario porque en el proceso la pierden definitivamente para un sin número de jugadores, que no van a excusarla y en consecuencia no se van a molestar en intentar comprenderla, ni en justificar su proceder (cruel, pero lícito desde la variable contextual), ni en establecer el juego especular no ya con Ellie (que también, obviamente) sino con el propio Joel en la primera entrega, al devenir en el referente adulto con adolescente a su cargo que durante su viaje reenfoca su lugar en el mundo, personal, profesional y emocionalmente.
De hecho, y voy más allá, la propia estructura del relato se siente antinatural en ocasiones, y juega en contra de su personaje, principalmente. Algunos jugadores se sienten atacados sin necesidad por decisiones meramente estructurales. Cuando ocurre el relevo de personajes, uno está tan investido en la cruzada de Ellie y la siente tan justificada e incluso tan personal que ese hiato, tan necesario como forzado, desenfoca el objetivo e incide directamente ya no en la narración, que también, sino incluso en el ritmo. Y con el ritmo de un videojuego no se juega, valga el juego... de palabras...:mparto
Y si no entras en ese proceso empático, todo se desmorona porque la narrativa se vertebra desde esa necesidad. Uno debe comprender a Abby. Ver de dónde viene y aceptar que su proceder está fundamentado e incluso, sí, justificado (si se acepta la motivación de Ellie se ha de aceptar la de Abby, porque ambas
han perdido de forma violenta a sus referentes paternos, en el caso de Abby de hecho literalmente y de forma más injusta porque su padre no era un soldado, un mercenario ni estaba arriesgando el pellejo en primera línea de fuego. Era un referente en su comunidad y una figura de autoridad por profesión que podía tener en sus manos una ínfima posibilidad de acabar con la pesadilla que asola al mundo. Sacrificar una vida inocente para salvar a…¿decenas de miles? ¿cientos de miles? ¿millones? ¿Su padre merecía morir? Porque Joel quizás sí...).
Yendo más allá aún, incluso el tercer acto se siente bastante impostado. En el segundo
te fuerzan a combatir a los tuyos y a los de Lev. En los primeros compases te sientes en esa encrucijada. Hasta ese entonces eran tus camaradas. Tus amigos. Te apoyaban y comprendían. Ejecutarles no es tan fácil como presuponía, y no tanto por ellos como por mí. Interesante. Pero ese nuevo grupo de Santa Bárbara no tiene ninguna conexión emocional con NADIE. Tienen a Abby pero precisamente por lo que hablábamos de la estructura no hay mayor asidero.
Es una amenaza adicional que ejecutas sin menor remordimiento. Hay una desconexión de mayor o menor calado hasta el encuentro con Abby y es una pena.
Pero eh, que a mí me encantaba el juego. ¿Y por qué, si llevo cuestionando muchas de sus decisiones durante varios párrafos? Porque tiene corazón y muchos cojones, y porque sí, acabé comprendiendo y empatizando con Abby.
Cuando se ejecuta el relevo forzado estaba encabronado. No quería ayudarla, si bien no la llevaba a la muerte gratuita (sé que hay quien aprovechó ese momento para hacerlo). Llevaba demasiadas horas dando cruel muerte a sus amigos, rastreándola con ojos inyectados en sangre porque mi objetivo era, desengañémonos, desmembrarla lentamente. Pero hete aquí que el juego me dice primero que NO, y segundo que tampoco. Que la conozca. Y lo hice. Y ese rechazo inicial devino en incomodidad. Y esa incomodidad en cierta neutralidad. Y esa neutralidad en mínima aceptación. Y esa aceptación en atisbos de empatía. Y cuando llegamos con ella al teatro, justo cuando se forzó el hiato, sigo con ella. No vuelvo con Ellie. ¿Por qué cojones no vuelvo con Ellie? Porque tengo que cazarla. Ese es ahora mi objetivo. Y cuando la enfrento me percato de que es una máquina de matar, casi inhumana, y letal hasta la médula. Y cuando al fin la tengo a mi merced me sorprendo deseando que todo hubiera sido diferente. Y mientras me obligan a golpearla siento que me cuesta ejecutar lo que se me pide. Y pulsar el botón duele. Y cuando funde a negro siento que esa Abby ya no es aquella que me lo quitó todo. Ahora me lo da todo.
Y desde ahí enlazo con el desenlace.
He vuelto con Ellie. Lleva tiempo buscándola porque la sed de venganza la ha consumido, y ahora nadie le ha quitado nada; lo he perdido todo ella sola. Y cuando enfrento a lo que queda de aquella mujer fuerte y orgullosa vuelvo a sorprenderme. Abby no quiere continuar en esa espiral sin sentido. Hace tiempo que la dejó atrás. No quiero golpearla. Quiero ayudarla. Me obligan a hacerlo y me siento profundamente incómodo. Desabrido. Me rebelo. Esquivo y no golpeo. No sirve de nada. Ellie debe comprender lo que Abby comprendió hace ya tiempo. Que sea Joel quien la frene es dolorosamente precioso, pero tiene un precio y hay que pagarlo.
Adoro a estos personajes, y especialmente a Abby. No quiero una tercera parte.