Me suena que había un hilo dedicado a proyectos que no llegaron a ver la luz, pero lo he buscado y no lo encuentro. Si existe, que lo una algún moderador, por favor.

En este interesantísimo artículo se habla de proyectos irrealizados de diversos directores. Selecciono una parte:

Tras el éxito de 2001: una odisea del espacio, Stanley Kubrick se obsesionó con Napoleón Bonaparte e investigó de manera meticulosa su figura para rodar la «mejor película jamás hecha». Tras dos años recopilando datos elaboró un guion (disponible aquí), fichó a David Hemmings, Audrey Hepburn, Alec Guinness y Laurence Olivier, y planeó un rodaje entre tierras inglesas, francesas, y rumanas contando con la ayuda para las escenas de batalla del ejército de la propia Rumanía, que estaba encantado de apuntarse a la fiesta. Pero el estudio no vio futuro en invertir millones cuando cintas como Waterloo se habían estrellado en taquilla. La bestial cantidad de material que Kubrick había recopilado, parte del cual reutilizaría en Barry Lyndon, se convertiría en un libro gigante relleno de libros: The greatest movie never made. En 2013 Spielberg, barrendero oficial de las migas que Kubrick dejaba a medio comer, anunciaba su intención de agarrar el libreto de aquel Napoleón y convertirlo en serie de televisión.

Kubrick acabaría dejando una extensa lista de proyectos a medio cocer: intentó llevar al cine la novela Ardiente secreto de Stefan Zweig pero no se lo permitió el production code. Escribió un libreto nunca rodado basado en el serial radiofónico Shadow of the sun que alguien definió como un cruce entre Mars attacks y La guerra de los mundos. A mediados de los noventa reinició un antiguo proyecto centrado en el Holocausto llamado Aryan papers para acabar desechando la idea tras asegurar que una película fiel a la tragedia del Holocausto era algo que se encontraba más allá de la capacidad del propio cine. También por su cabeza pasó la idea de adaptar los libros Flores en el ático, El perfume, I Stole $ 16,000,000 o Todos los hombres del rey. Umberto Eco rechazaría (arrepintiéndose más tarde) el ofrecimiento de Kubrick para convertir El péndulo de Foucault en película y los Beatles le propondrían al realizador rodar El Señor de los Anillos, pero lo más delirante de todo vendría de la sugerencia del escritor Terry Southern de filmar una película porno de alto presupuesto.

Francis Ford Coppola aseguraría que solo había dirigido Drácula, Jack y Legítima defensa para recaudar los fondos necesarios para financiar Megalópolis, sci-fi épica ambientada en una Nueva York futurista que se reconstruía tras una catástrofe. Pero justo en el momento de ponerla en marcha tuvo lugar el 11-S, que cambiaría para siempre la sensibilidad de los estadounidenses, y Coppola, consciente de que en aquel momento era imposible sacar adelante una película de ciencia ficción donde Nueva York era la protagonista, abandonó su carísimo plan. Werner Herzog tuvo entre sus planes una The conquest of Mexico que trataba el colonialismo desde el punto de vista de los aztecas. Robert Bresson planeó durante décadas convertir el Génesis bíblico en film, pero acabó dándose por vencido. David Cronenberg sopesó un Frankenstein, la posibilidad de dirigir American psycho con Brad Pitt de protagonista y la idea de hacer con Desafío total un «Indiana Jones goes to Mars».

Steven Soderbergh imaginó un musical sobre Cleopatra en 3D y Bahz Luhrmann un Alejandro Magno. Alfred Hitchcock intentó convencer a su estudio para rodar Kaleidoscope, un thriller con un asesino en serie necrófilo liándola por Nueva York, pero lo jodido del relato espantó a los productores. Andrei Tarkovsky se pasó toda su vida tratando de filmar El idiota de Dostoevsky pero tuvo que conformarse con ser espectador de la versión de Akira Kurosawa. Terry Gilliam no conseguiría arrancar una Buenos presagios basada en el libro de Terry Pratchett y Neil Gaiman. Arnold Schwarzenegger y Paul Verhoeven planearon un blockbuster épico con Robert Duvall, Jennifer Connelly, John Turturro y Christopher MacDonald, pero el presupuesto se les fue de las manos. Ridley Scott se quedaría con las ganas de filmar el Meridiano de sangre de Cormac McCarthy porque nadie quería financiar un relato tan duro. Y Guillermo del Toro lleva toda la vida intentando encauzar En las montañas de la locura, pero parece que no hay manera.

Los hermanos Coen codiciaron durante años To the white sea, adaptación de una novela de James Dickey donde un artillero aéreo de la Segunda Guerra Mundial se las apañaba para sobrevivir tras ser derribado en Tokio. Pero los productores guardaron las carteras al descubrir que los brothers querían rodarla en tierras de oriente y que Brad Pitt iba a interpretar a un protagonista con cuatro líneas de diálogo. Los derechos acabaron en manos de una Warner que en 2015 anunció una nueva versión sin los Coen implicados.

Álex de la Iglesia se encontraba a punto de rodar una ambiciosa Fumanchú cuando decidió abortarla por falta de presupuesto. Algo similar le ocurriría con su deseada La marca amarilla, adaptación cinematográfica del tebeo belga Blake y Mortimer donde iba a participar Kiefer Sutherland, cuando uno de los inversores se retiró del asunto. Otros proyectos inconclusos del caballero serían la versión de Superlópez protagonizada por José Mota y Piensa en Disney, una cinta con un argumento fabuloso: tras un accidente su protagonista adquiría la capacidad de ver a los demonios que plagaban el mundo, algo que solo podía evitar evocando los dibujos de su infancia. Paseó la propuesta por la Fox, Paramount y Dreamworks y con estos últimos tonteó un rato hasta que Spielberg decidió echarse atrás.

Lo de Harold Ramis (director de Atrapado en el tiempo y cazafantasmas oficial) y su intención de trasladar la enorme novela La conjura de los necios al celuloide se convirtió en un chiste de humor negro: tras conseguir que John Belushi estuviese dispuesto a calzarse el gorro de Ignatius J. Reilly, al cómico le daría por morirse de sobredosis. El papel protagonista volaría hasta el regazo de un John Candy que fallecería de un infarto antes de ponerse delante de las cámaras. Ramis lo sustituiría por Chris Farley y lograría que nadie volviese a confiar nunca en su olfato como director de casting: Farley la palmaría por sobredosis antes de arrancar el rodaje. Mucho tiempo después, en 2014, Ramis también acabaría pasando al bando enemigo de los cazafantasmas, pero a esas alturas ya había abandonado totalmente el proyecto. La película de La conjura de los necios acabó considerándose una obra maldita, pero incluso así John Waters manifestó interés en rodarla con Divine de protagonista; a Stephen Fry le tocó escribir un nuevo guion que no sería utilizado nunca y Steven Soderbergh estuvo a punto de rodarla con Will Ferrer de protagonista cuando todo se vino abajo por razones que unos achacan a una financiación desastrosa, otros a la desgracia del Katrina y otros al asesinato de la mujer que lideraba la Louisiana State Film Commission. Soderbergh concluiría que la película tenía bad mojo de es. En 2012 Zach Galifianakis se anunciaba como el nuevo Ignatius y su familia se ponía muy nerviosa.

Orson Welles pasaría toda su carrera coleccionando trabajos no finalizados y de problemático recorrido: se tiró veinte años editando su Don Quijote para dejarlo sin rematar (aunque se estrenaría una versión en 2008 montada por Oja Kodar y nuestro Jess Franco). Le robarían la copia de su El mercader de Venecia. Abandonaría las adaptaciones de El corazón de las tinieblas, Santa, La vuelta al mundo en ochenta días, Cyrano de Bergerac, Ada o el ardor, Moby Dick, La isla del tesoro, The deep (basado en el libro Dead Calm), Saint Jack, The Way to Santiago o El rey Lear. Y por el camino dejaría también Cradle Will Rock, Too much Johnson, It’s All True y una versión de la vida de Jesucristo ambientada en el Oeste titulada The Life of Chris. Su The other side of the wind, donde John Huston interpretaba a un director de Hollywood intentado completar una película, quedaría pendiente de editar y envuelta en eternas disputas legales.

Una de las cosas más interesantes que han producido las grandes películas nunca finalizadas son un puñado de curiosos making of que funcionan como películas en sí mismas. Jodorowsky’s Dune documentaría el accidentado destino de la adaptación de la novela Dune que persiguió Alejandro Jodorowsky y el alucinante dream team que llego a reunir: H. R. Giger, Moebius, el virtuoso de los FX Dan O’Bannon, Salvador Dalí, Mick Jagger, Geraldine Chaplin, David Carradine, Orson Welles, Hervé Villechaize, Gloria Swanson o Alain Delon junto a una banda sonora compuesta por Pink Floyd. Del cancelado Superman Lives de Tim Burton se filtraron unas fabulosas fotos donde Nicolas Cage lucía melena y traje superheroico de plástico con escotazo y su accidentada producción se convertiría en el objeto del documental para fanboys The death of superman lives: what happened?. Lo de Terry Gilliam y su mala pata a la hora de rodar su ansiada El hombre que mató a Don Quijote era un casi un running-gag, y el cómo se hizo de un tortuoso rodaje fallido en el 2000 acabaría mutando en la película Lost in La Mancha, una de las mejores cintas de catástrofes de la historia del cine.

Más proyectos en el link: http://www.jotdown.es/2016/06/las-me...as-se-filmado/

De algunos no tenía ni la más remota idea. Y lo de las sucesivas muertes del proyecto de La conjura de los necios es curiosísimo, digno de Cuarto milenio. :link.