En general, a quienes disfrutamos del buen cine, nos encanta que nos dejen cierto margen para el debate y que no nos traten como a niños de teta a los que hay que recordarles que 2+2 es igual a 4. Lo que ya no me parece tan bueno es que cada secuencia tenga sus propias reglas independientes de la que viene a continuación y que eso genere que, en función de lo que interpretes de la escena A tendrás además la posible respuesta de lo que crees que ha sucedido en la escena B, porque en ese caso siempre vas a tener que tirar de pladur argumental (o el famoso ADN de rana que nombraban en "Parque Jurásico") para rellenar huecos. No importa lo inspirada que sea la interpretación, siempre faltará una pieza del puzle por lo que siempre habrá agujeros.
No se si esto ya lo dije, pero para mi el que una película funcione a nivel de trama (no importa lo enrevesada que esta sea) ha de bastar la información contenida en el metraje desde el primer fotograma hasta el último sin necesidad de tener que acudir a "apéndices" externos (virales, entrevistas del director, libros de arte conceptual o los manuscritos pnakóticos).
Un ejemplo que me viene al pelo: "Mulholland Drive" de David Lynch. Con todo lo que se habló sobre ella, la explicación a las supuestas "idas de olla" del director es muy evidente y se deduce de una serie de exposiciones visuales en escenas concretas que te permiten atar cabos a poco que estés atento a los detalles. No necesitas más. Una vez unidos los puntos entender la trama es como pescar en un barril. En realidad Lynch no es tan complicado como le han tildado muchos... simplemente tiene una forma de narrar algo excéntrica, pero todas sus historias se entienden a partir de cuanto se ilustra dentro del encuadre de la cámara. Otra cosa es que adentrarte en su universo sea una tarea sencilla a priori.
Con esto quiero decir que "Prometheus" exige no uno, sino demasiados saltos de fe para que al final el "pay off" acabe siendo una raquítica anécdota y la recompensa por el esfuerzo parece como esa palmadita condescendiente que ese tio que te cae mal te da en la espalda con el fin de provocarte.