Todas las películas se acaban. Nos gusten más o menos los desenlaces es inevitable que los títulos de crédito aparezcan en algún momento. Hay cierres desconcertantes como el de 'Mulholland Drive' o el de 'Furia'; sorprendentes como el de 'Sospechosos habituales' o 'Seven'; y brillantes como el de 'Barton Fink' o 'El golpe'. El final del videoclub Teles entristece pero, desgraciadamente, no es inesperado. Por la dictadura económica que nos domina y por la tecnológica que arrincona algunos negocios. «O subía los precios o cerraba. Y he decidido cerrar. Prefiero retirarme yo a que me echen», reconoce el dueño de este local, Juan Antonio Pardo.
Teles abrió su establecimiento de 600 metros cuadrados en la calle San Francisco de Borja hace más de 30 años. Aquella tienda que vendía y reparaba televisores fue incorporando VHS para alquilar. Después se adaptó al DVD y al Blu-Ray. Pardo llegó a disponer de tres locales más con un catálogo amplio y variado de películas que han hecho de éste un videoclub poco común. «Es que esto no es un videoclub, es una videoteca», aclara su dueño.
Y tiene razón. En el Teles se podía encontrar cualquier título. Desde clásicos como 'Intolerancia', 'La caja de Pandora' o 'Las dos huérfanas' hasta estanterías monográficas con la filmografía completa de Jack Lemmon, Marlon Brando o Doris Day. Incluía secciones dedicadas al cine asiático, a cintas bélicas o de temática deportiva. Tati convivía con David Lynch y Paul Naschy con Fernando Esteso. Sin hacer ascos a blockbusters perpetrados por Meg Ryan o Richard Gere. «Por aquí han pasado representantes de la Warner o de Paramount y alucinaban porque en España apenas había lugares así. La clave está en seleccionar todo, desde lo más exquisito hasta lo más malo para llegar a un abanico grande de público, y verlo casi todo», indica este amante de la ciencia ficción que si tuviese que salvar de la quema un filme de su amplio repertorio ese sería '2001. Una odisea del espacio', de Kubrick.
Ahora todas las películas están a la venta a buenos precios. «La cifra exacta de títulos que conforman mi catálogo irá conmigo a la tumba», bromea Pardo, que reconoce que ronda los 40.000. Los clientes del Teles se convertían en fieles enseguida. Sabían que de allí siempre saldrían satisfechos. Tanto Pardo como sus empleados recomendaban con entusiasmo títulos si alguien precisaba asesoramiento. No era extraño toparse con encendidas discusiones cinéfilas en algún rincón del local. Teles era templo de peregrinaje obligatorio para cualquier amante del séptimo arte en Valencia. Entre algunos de los habituales estaban Joan Monléon o Pedro Reyes. Numerosos directores llegaban para bucear en su fondo si querían incluir determinadas escenas de una película en su trabajo.
Fueron de los primeros también que pusieron en alquiler series de televisión cuando todavía no existía el boom de los últimos años. Pero Pardo adivinó interés y dedicó un espacio para las producciones de HBO o para ficciones patrias como 'Los Serrano'. «Este negocio ha funcionado porque amo el cine pero también porque le he dedicado muchas horas al día, siempre estaba aquí», cuenta. De lunes a sábado de 10 de la mañana a 10 de la noche.
«Me voy con satisfacción, no estoy triste. No debo nada a nadie ni malvenderé nada, porque no lo necesito. Ahora aprovecharé mejor mis días y me dedicaré a mí. No se puede competir contra el todo gratis. Ante eso prefiero no seguir», lamenta. Teles se funde en negro. Como el polémico final de 'Los Soprano', que por supuesto reposaba en alguna estantería del videoclub. Gandolfini también descansa allí en paz.