Cuánta razón, compañeros. O como el que presume de no haber vuelto a comprar un CD original desde el "Boom '99". Y se quedan tan panchos, oye.
No obstante, yo soy el primero que descargo música y películas. Algunos discos los borro y los olvido a las pocas semanas, pero también es cierto que si me gusta el disco o la película más tarde o más pronto me lo acabo comprando (ese disco/película y, a veces, toda la discografía/filmografía).
A muchos de los músicos y grupos que conozco, así como a directores de cine y películas clásicas, he llegado a ellos gracias a internet y descargas ilegales. De no ser así, no los hubiese conocido: el mismo internet que me dio el P2P para descargarme la película descatalogadísima o el disco rarísimo es el que me da amazon para poder comprar esas ediciones en el extranjero porque en el Fnac, ECI o MM de mi ciudad no los encuentro... Admiro a los coleccionistas de hace 20 años, que se tenían que dejar los cuernos enviando cartas a tiendas extranjeras o aprovechando para volver con las maletas llenas de los viajes de verano con material imposible de encontrar en España.
¿Qué hago si, por ejemplo, quisiese ver "El Sur" o "El espíritu de la Colmena" de Víctor Erice y la biblioteca de mi cuidad no la tiene en sus fondos? Pues eso...
Dicho de otra forma, la piratería bien entendida y responsable es buenísima y positiva (como medio de acceso a la cultura), lo que no se puede pretender es ser el país de la "barra libre" y del "sírvase gratis usted mismo".