Yo creo que Christoph acabó en una de esas televisiones autonómicas perdidas de la mano de Dios. Cobraba menos, pero estaba más tranquilo y era más feliz.
Postdata: Yo sí veo GH. Lo cortés no quita lo hernán![]()
Yo creo que Christoph acabó en una de esas televisiones autonómicas perdidas de la mano de Dios. Cobraba menos, pero estaba más tranquilo y era más feliz.
Postdata: Yo sí veo GH. Lo cortés no quita lo hernán![]()
Mi blog: www.criticodecine.es
El GH lo inventaron The Beatles en 1969 con el proyecto "Get Back" (luego "Let It Be").![]()
Mi blog: www.criticodecine.es
Ahí no! A mi me gusta el cine de calidad y el porno igualmente de categoría. Aquella mezcla de GH con porno que hubo era cutre máxima (de hecho, se hacía en una tele local de por mi zona) y me producía vómitos.
Mi blog: www.criticodecine.es
Precisamente, de "porno" nada en el "Show de Truman", es decir, cero sexo (me extraña que Alex no haya dicho nada de eso: ¡estás perdiendo facultades!). Y la pregunta fácil de hacer es: ¿por qué no? Si se trata de ver la vida de Truman hasta en sus detalles más íntimos o dolorosos (como la supuesta muerte del padre), ¿por qué no cuando echa un polvo con Meryl? Porque se supone que aunque Meryl sea una actriz a sueldo, follar debe follar con Truman, ¿o es que en la escuela de Seahaven han enseñado a Truman que a los niños los trae la cigüeña? Bien que el instinto le responde con Lauren/Sylvia (y ya son ganas,porque lo que es a mí la McElhone...). Creo que en este sentido, y en la manera de filmar a Truman dentro de su show, Weir fue demasiado comedido y convencional. Como apunté en mi comentario, me gustaría saber qué hubiera hecho Cronenberg con un guion como este.
Se puede despedazar cualquier tema no tratado, pero creo que no mostrar sexo, entra en ese estilo de una vida aburrida y sin sobresaltos que se puede mostrar en la pantalla de una televisión. Yo personalmente creo que no verlo entra en éste constructo-parodia, o en ese juego del entretenimiento fabricado siempre light y para toda la familia. Filmar y controlar a alguien toda su vida, para que acabe escapándose no te resulta mas ridículo?
La verdad es que Alex cada vez decepciona mas... se ha olvidado la sal, con tanto vinagre...![]()
Última edición por Anonimo19042021; 02/09/2019 a las 21:52
Pero por lo que he oído (porque yo "Gran Hermano" no lo he visto nunca), en esos programas sobre las relaciones cotidianas de personas "normales" conviviendo en un lugar cerrado se juega explícitamente con lo sexual. No me imagino estar siguiendo las aventuras y desventuras de Truman más de 30 años y no ver ni un achuchón con su mujer, o una pajilla... sin guarrerías.
![]()
Es muy interesante el tema del sexo en El show de Truman. Yo siempre he asumido el papel de Carrey, Truman, casi "asexual". Parece vivir una adolescencia que se prolonga indefinidamente en el tiempo. Está viviendo una vida de guión, pero él no lo sabe. Imagino que redundar o explicitar en el tema del sexo (la ausencia, la falta de naturalidad, etc...) era algo en lo que no quería centrarse Weir, porque el tono del film tal vez giraría de forma dramática y no es lo que buscaba.
Mi blog: www.criticodecine.es
Es que con Weir, llevamos casi todo su filmografía completa y llevamos sólo una escena de desnudo (creo recordar), la de "Único testigo", así que no voy a reclamarle nada a Weir sobre eso, es una caso perdido!!!!
A mi más que Cronenberg, me hubiera gustado ver a un Verhoeven.
Otra buena elección. Desde luego, con Verhoeven hubiera habido sexo seguro (recordemos que, según la interpretación que hagamos de Total Recall, ya había allí una "falsa esposa", que mantenía relaciones sexuales con su "marido" cachas, el amigo Chuachi... y el bueno de Paul no nos privaba de verlas).
Con Cronenberg me imagino algo más retorcido, tipo Videodrome. ¡El partido que le hubiera podido sacar al cuchillo que corta, ralla y pela!
![]()
Es que uno de los (pocos) argumentos en contra que pueden alegarse es cómo un programa puede mantenerse en máximas cotas de audiencia durante tantos años.
Yo creo que Weir con ello pretende hacer un retrato de la sociedad actual donde la mayor parte de los habitantes del planeta viven vidas vacías y vuelcan todos sus sueños y sus esperanzas en personajes de ficción que acaban siendo más reales para ellos que ellos mismos.
Pero también de la volubilidad de los mismos pues cuando Truman sale de sus vidas (literalmente) pronto se olvidan de él y ya están pensando en qué pueden dedicar su (valioso) tiempo.
Yo si vería un gran hermano relacionado con el cine, por ejemplo:
Mary Elizabeth Winstead (natürlich!!!) Amy Adams, Jennifer Lawrence, Diane Kruger, Rose Byrne (todo chicas feas, como podéis ver), Tarantino, Joe Dante y John Landis (estos no pueden faltar como en todos los documentales de terror), Cronenberg, Kevin Smith, Verhoeven, y de actores para que las chicas estén contentas, Chris Hemworth y Jason Momoa
Por lo que veo sólo quedan dos películas para acabar la revisión de la filmografía de Weir.
![]()
O 5 si contamos ese telefilme que mad dog earle se sacó de la manga.
![]()
Master & Commander: Al otro lado del mundo (Master & Commander: The Far Side of the World, 2003)
Como no me corté en criticar a Weir por su El club de los poetas muertos y sobre todo su Matrimonio de conveniencia, me permitiréis que ahora me ponga un poco superlativo y quizá algo hiperbólico. Hay películas tan malas que cuesta decir nada positivo de ellas, y uno se pregunta cómo es que las decenas o centenares de personas que han participado en su producción (algunas de ellas, en algunos casos, invirtiendo cifras astronómicas) no se han dado cuenta del desastre que estaban perpetrando. En cambio, en el caso de Master & Commander, una producción de campanillas, con hasta tres grandes productoras implicadas (Fox, Universal y Miramax, la compañía de los Weinstein), un productor de primera línea, como Samuel Goldwyn Jr (además del propio Peter Weir y Duncan Henderson) y una empresa de efectos especiales de la talla de Industrial Light & Magic de George Lucas, da la impresión que hasta el último dólar invertido (de los muchos que seguro que costó) se ha aprovechado a la perfección.
Para ello se parte de una novela atractiva de Patrick O’Brian(1914-2000) (está en concreto no la he leído, pero sí otras de la extensa serie dedicada al tándem que forman Jack Aubrey y Stephen Maturin: son 20 títulos más uno inacabado), autor especialista en el mar y la navegación en la época napoleónica. Peter Weir y John Collee dan forma a un guion que funciona como una maquina perfectamente engrasada. Russell Boyd, nuestro viejo conocido de la primera época de Weir, filma con una precisión y belleza digna de elogio. Por una vez, además, la síntesis de música original y piezas de música clásica (Mozart, Bach, Bocherini, Corelli) y tradicional (“Spanish Ladies”) encaja con las imágenes sin resultar demasiado enfática. Y es de justicia destacar también a un personaje que solemos olvidar: el responsable del montaje, el australiano Lee Smith (que ya había montado The Truman Show y Fearless). No sé si se llevó algún premio (eso nos lo dirá tomaszapa), pero su labor es excepcional.
Y por supuesto el reparto: Russell Crowe “es” Jack Aubrey,
y Paul Bettany “es” Stephen Maturin.
Prodigiosas interpretaciones, que transmiten una química entre los dos actores acorde con la que se da entre los personajes. Pocas veces en el cine he visto una relación de amistad varonil tan intensa como esta, en la línea de los mejores trabajos de Howard Hawks. Y con ellos, el resto, un reparto de caras no muy conocidas, pero que todos ellos (en masculino, porque muy en la línea de Weir la presencia femenina es nula, salvo un pequeño retrato y la fugaz visión de una bella brasileña; claro que la temática, esta vez, lo justificaba) se ajustan perfectamente a sus personajes. Destacaré tres en particular: James D’Arcy como el teniente Pullings, mano derecha de Aubrey;
Lee Ingleby como el cadete Hollom, figura trágica por su debilidad y cobardía;
y, muy en especial, el jovencísimo Max Pirkis como el cadete Blakeney, que perderá un brazo en el primer combate, como su admirado almirante Nelson, y servirá de puente entre el militar y el científico.
Lo que nos narra la película es uno de los muchos episodios en que se ve envuelta la nave británica HMS Surprise dentro del ciclo de novelas de O’Brian. Estamos en 1805, y la Surprise se desplaza hasta el norte del Brasil para iniciar la cacería de un buque de guerra francés, la Acheron. En un mar brumoso, uno de los cadetes (el desafortunado Hollom) cree ver la sombra de una nave en el horizonte, pero no se atreve a llamar a zafarrancho de combate, teniendo que hacerlo un compañero.
Ese inquietante inicio, que nos llevará al primer ataque la Acheron, de efectos destructivos, marca el tono del film: el papel que va a jugar la naturaleza (dependiendo del momento, mares brumosos, tempestades marinas, grandes oleajes, calma chicha, mar plana, sol abrasador, etc.); lo fulminante de los combates, montados de manera magistral y con unos efectos especiales extraordinarios; y, por encima de todo, el colectivo humano, con toda su grandeza y toda su miseria. Weir no evita mostrar los contrastes entre la oficialidad y la marinería; entre la casi enloquecida búsqueda de la gloria en la batalla y sus desastrosas consecuencias; entre la sensación de libertad que se respira en la mar y el carácter opresivo, casi claustrofóbico de las bodegas del barco, donde se apiñan los marineros. Por encima de todo, no obstante, Master & Commander es un film de aventuras, y en este sentido Peter Weir cumple a la perfección, como, salvo en algunas pocas excepciones, no se había conseguido ver en pantalla desde los tiempos de Michael Curtiz, Raoul Walsh o Howard Hawks. El cine de aventuras es uno de los géneros más desaparecidos en combate de las últimas décadas, pero Weir demostró que es posible hacerlo usando a fondo las nuevas tecnologías pero sin renunciar en absoluto al encanto de los viejos tiempos.
El argumento es fácil de resumir y no me alargaré: básicamente, el juego del gato y del ratón entre la Surprise y la Acheron. Unas veces es el buque francés el que hace de gato y otras veces es el británico. Y todo ello, primero a lo largo de la costa atlántica de Sudamérica, y después en el Pacífico, teniendo a las islas Galápagos como punto central.
Por ellas, por las Galápagos (o las Encantadas”) se va a dar, hasta tres veces, la confrontación entre Aubrey y Maturin, entre el deber militar y el interés científico. Primero, cuando se aborta el desembarco al descubrir un grupo de balleneros a los que la Acheron ha hundido el barco. Después, cuando herido accidentalmente de bala, Aubrey decida recalar en las islas para que Maturin se opere a sí mismo En las islas será el médico quién descubra (en un plano magnífico que juega con el enfoque) la presencia de la Acheron, con lo que se tendrá que reanudar la persecución. Y finalmente, una vez vencida la nave francesa, y cuando esta va camino de Valparaíso comandada por Pullings, ascendido a capitán, cuando Aubrey se da cuenta que el capitán francés le ha engañado camuflándose como médico.
El disfraz, precisamente, lo había utilizado Aubrey haciendo pasar la Surprise por un ballenero, tomando prestada la técnica del insecto palo que Maturin y Blakeney le muestran. En esas condiciones se podrán poner a la altura de la Acheron sin despertar sospechas y desencadenar un combate brutal pero victoriosos, aunque con numerosas víctimas (Weir nos muestra los cadáveres, mezclados marineros y oficiales, mediante un travelling sobre sus cuerpos). Pocos combates he visto en una pantalla que me hayan parecido más estremecedores que el que nos ofrece Weir, en una larga secuencia demoledora.
La película tiene momentos excelentes (¿cuál no lo es?), desde el “efecto Jonás” sobre Hollom, que acaba en su suicidio, a la tempestad en el Cabo de Hornos y la necesidad de sacrificar a uno de los marineros.
La aplicación de la disciplina a base de latigazos no nos engaña sobre la dureza de la vida a bordo (lo que me hace recordar que también en El club de los poetas muertos se mantenía la disciplina de forma violenta en el seno de una comunidad cerrada masculina). Pero también hay tiempo para las comidas entre oficiales, sus anécdotas, sus burlas (el juego de palabras con los dos “weevils”) y canciones,
o los interludios musicales a los que se dedican Aubrey (con el violín) y Maturin (con el violoncelo).
No me alargo más. Podemos seguir comentándola a partir de vuestras opiniones. Ya avanzo, por si no ha quedado suficientemente claro, que Master & Commander ocupará sin duda el primer puesto en la encuesta Fletcher. La he visto multitud de veces, ya desde su estreno, y cada vez me gusta más, además de que su visionado me pasa volando, algo a destacar en un film de más de dos horas.
Para acabar, un dato curioso. O’Brian, que vivió buena parte de su vida en Cotlliure, en la Catalunya Nord (pueblo costero encantador, donde reposan los restos de Antonio Machado y otros republicanos que tuvieron que cruzar la frontera en el aciago 1939), dibujó a Maturin como un médico irlandés, lo cual contrasta con el inglés hasta la médula que es Aubrey, pero además (algo que no se cuenta en la película) es hijo de una catalana. Eso en algunas de sus novelas (al menos de las que he leído) lo convierten en un personaje que parece tener una agenda oculta, incluso quizá ser un espía que juega a favorecer los intereses de irlandeses y catalanes en sus esfuerzos por liberarse de los reinos respectivos.
A pesar de ello, Maturin comparte una bella amistad con Aubrey (que afirma a lo largo del film cosas como que “This ship is England” o enardece a los marineros en el momento del combate con el grito de “For England, for home and for the prize”… por cierto, no lo olvidemos, el “prize”, o sea el botín, era fundamental de cara a poner en riesgo la vida). Y eso queda expresado de una manera insuperable en la escena final, cuando los vemos interpretar la bellísima “La musica notturna delle strade di Madrid, de Boccherini (que, por cierto, murió en Madrid en 1805), mientras la Surprise persigue una vez más al Acheron.
Y la semana que viene acabamos el recorrido por la obra de Weir con Camino a la libertad (bello título en castellano para un más aséptico The Way Back).
Peliculón de aventuras extraordinario. Diez nominaciones a los Oscar, incluido mejor montaje, del que hablas. Ganó fotografía y montaje de sonido.
Mi blog: www.criticodecine.es
Perdió en las ocho restantes con El señor de los anillos: El retorno del rey. Era la culminación a una trilogía espectacular y aglutinó todos los premios que podía recibir prácticamente. Fue como premiar a la trilogía entera, incluído mejor película y mejor director (Peter Jackson)
Mi blog: www.criticodecine.es
Lo que son las cosas. El señor de los anillos me aburrió hasta extremos indecibles en cualquiera de sus tres entregas. Un motivo más para desconfiar de los premios.
A mi me gustaron las tres. Son muy buenas. Las que no he podido hincarle el diente son las del El Hobbit, y eso que las tengo todas.
Mi blog: www.criticodecine.es
Gran reseña de Master & Commander, mad dog.
Film que al que esto suscribe le parece un auténtico oasis en la cinmeatografía del siglo XXI, por su clasicismo reconfigurado en su adaptación a los nuevos tiempos (Sólo los ángeles tienen alas, Hawks; El lobo de mar, Curtiz; El hidalgo de los mares, Walsh; incluso La Reina de África de Huston). Películas de cocción a fuego lento, entrañablemente cotidianas en su día a día.
Hablo de memoria, pero quizá sea el gran film de aventuras marítimas por excelencia desde la también muy británica "Viento en las velas" de Alexander Mackendrick.
A todos estos films les tengo un cariño inmenso.
En este artículo tenéis la historia de la producción del proyecto. Efectivamente, tal y como lei ya hace más de veinte años en al revista española de cine Acción, se confirma que John McTiernan estuvo atado al proyecto durante meses.
http://thisdistractedglobe.com/2008/...he-world-2003/
Me cuido bastante de soltar semejante aseveración, pero aquí me rindo a la evidencia: obra maestra.
Saludos.