Hombre, como montaje llamativo, el del cine soviético mudo, con Eisenstein a la cabeza, en que asocian imágenes en principio inconexas para comunicar ideas (por ejemplo, montan el plano de un pavo real junto al de un general para criticarlo como vanidoso). El acorazado Potemkin es un buen exponente.
En otro estilo distinto, para mí una obra maestra del montaje (y del cine en general, qué diablos) es JFK, con una multiplicidad de fuentes y formatos y un ritmo apabullante. Y además todo tiene su sentido narrativo, no es caprichoso.