Eric, oficial de la reina (Soldaat van Oranje), de 1977.
En
Eric, oficial de la reina Verhoeven vuelve a adaptar un libro autobiográfico (como lo eran también en cierta manera los tres textos en que se inspiran sus anteriores películas). En esta ocasión se trata de las memorias de
Erik Hazelhoff Roelfzema, el Erik que interpreta Rutger Hauer en la película, aunque el guion de Gerard Soeteman (con participación del propio Verhoeven y de Kees Holierhoek) se toma al parecer muchas libertades sobre los hechos realmente acaecidos.
En primer lugar, en especial para los que hayáis leído el libro de Tomás Fernández Valentí, “
Paul Verhoeven: carne y sangre”, hay que aclarar la cuestión de la versión. Al parecer, en su día se estrenó en España una versión de 102 minutos que es la que comenta Fernández Valentí, cuando la duración del film es de 155 minutos (según imdb). Las dos ediciones en DVD que he consultado, la de Manga Films (con audiocomentario) y la de Lacasadelcineparatodos (pelada de extras), tienen una duración de 147 minutos (que coincide más o menos con la duración correcta menos la diferencia por el pase a PAL). Hay que decir que todos los huecos argumentales que Fernández Valentí atribuye a haber visto esa supuesta versión reducida (su libro es del 2001, antes de las ediciones en DVD), se mantienen en la versión completa, por lo que no sé qué es lo que hay en esos más de 50 minutos de diferencia.
El film se inicia con unas imágenes de archivo en blanco y negro (convenientemente retocadas para que aparezca el Erik encarnado por Hauer) que dan noticia del regreso de la reina Guillermina a Holanda al final de la II Guerra Mundial. Le siguen los títulos de crédito enmarcados en los colores de la bandera holandesa para dar paso a lo que inicia la narración: los ritos de acogida de los nuevos estudiantes en una sociedad estudiantil de la Universidad de Leiden en el año 1938.
Como desgraciadamente parece que era (y quizá en algunos lugares aún es) habitual, esa acogida de carácter iniciático, consistía en el abuso, la humillación y la violencia de los veteranos sobre los novatos (aquí con el pelo rapado y obligados a soportar todos los caprichos de sus colegas de mayor edad).
Erik (Hauer) es uno de los novatos y Guus (Jeroen Krabbé, otro de los actores fetiche de Verhoeven) el presidente de la asociación. Un poco como pasaba en
La cinta blanca de Haneke, este inicio nos retrata un clima social donde la tendencia al autoritarismo y al abuso que los fuertes imponen sobre los débiles, base de todos los fascismos, actúa como aviso de que los peligros de la guerra y las dictaduras se cuecen en el seno de una sociedad aparentemente pacífica y civilizada como la holandesa. Esos jóvenes (que la película simboliza por medio de una foto donde aparecen seis de ellos)
viven los inicios de la II Guerra Mundial con cierta indiferencia, entre juergas, ligues y partidos de tenis. Incluso ya en 1940 Erik comenta que “un poco de guerra quizá sería divertido”. Pero la diversión se acaba de golpe cuando los aviones alemanes sobrevuelan el cielo de Holanda y empiezan los bombardeos: conocido es que en mayo de 1940 la aviación alemana arrasó Róterdam provocando la rápida rendición de los holandeses y la huida a Londres de la reina.
Verhoeven narra el inicio de la guerra sin conferirle ningún tipo de heroísmo: los soldados holandeses marchan al frente como si fueran de excursión y el bombardeo sobre la ciudad (se supone que Leiden) deja un rastro de muerte y destrucción (no nos evita la visión de un cuerpo en llamas, de un pie desmembrado, o de un hombre que se arrastra ensangrentado sin una pierna). Cada uno de los seis amigos va a adoptar diferentes posiciones: Erik y Guus, los protagonistas indiscutibles del film, intentan enrolarse en la resistencia casi como una aventura; Jan, judío, sufre la represión antisemita; Alex, hijo de madre alemana, acabará en las SS; Jack continuará en la universidad, al parecer ajeno e indiferente a todo; y Nico también se vinculará con la resistencia. Otro de los amigos de Erik, Robby, mantiene una estación de radio clandestina pero se verá forzado a colaborar con los alemanes para salvar a su novia, Esther, judía.
Verhoeven va saltando de un episodio a otro con gran agilidad narrativa pero dejando por el camino mucha información, quizá abusando un poco de las elipsis. Además no hay rótulos que nos sitúen en las fechas en que transcurren los acontecimientos con lo cual se desarrolla un hilo argumental casi sin solución de continuidad que nos lleva de los bombardeos de mayo de 1940 al retorno de la reina y las celebraciones en la calle de la población en marzo de 1945. Todo lo que se gana en dinamismo se pierde en profundidad. Por en medio, veremos los diversos intentos de Erik de llegar a Inglaterra, su encarcelamiento (toque Verhoeven: solicita que lo liberen en un escrito realizado sobre papel higiénico… con mierda), su licenciatura de la universidad y su huida final a Londres en un barco suizo (en una secuencia de tono humorístico, casi fordiana). En Londres se entrevista con la reina y con el general Van der Zanden, responsable de la seguridad holandesa. Acepta volver a Holanda junto a Guus para una misión de espionaje. Ese retorno a Holanda da pie al que quizá es el mejor segmento del film, con Guus moviéndose de incógnito por Holanda, Erik yendo a su rescate cuando no pueden contactar con él, y el encuentro accidental de Erik con Alex, ahora oficial de las SS, con quien baila un tango durante una fiesta de aspecto decadente, con claras connotaciones homosexuales, que hubiera podido firmar Visconti.
La operación, diseñada para que los alemanes crean que los aliados van a desembarcar en Holanda, acaba de manera accidentada, con sólo Erik como superviviente. En la fase final del film, Erik se enrolará en la aviación británica y participará en los bombardeos de las ciudades alemanas hasta la victoria y el regreso de la reina, a la que acompaña como asistente.
Al margen de lo ajustado o no a la verdad histórica de lo que vemos, Verhoeven da una versión muy particular del conflicto. A pesar que formalmente es quizá su film holandés más convencional (puede que influya también el cambio de director de fotografía, ahora el alemán Jost Vacano, que viene a substituir a Jan de Bont), menos personal (aunque se incorporan algunos detalles escatológicos, sexuales y violentos marca de la casa), el discurso sobre la guerra que subyace a lo que vemos sí me parece muy propio de Verhoeven: esa total falta de heroísmo de los contendientes, que incluso cuando ponen en riesgo sus vidas parece que actúen más por espíritu aventurero o por amistad que por defender unos ideales o un país; la torpeza de la resistencia; la ambivalencia de la población holandesa (esos ciudadanos recibiendo con el saludo fascista a las tropas germanas, algo de lo que tenemos experiencias visuales similares por estos pagos); el papel de la reina; el conformismo de muchas personas que siguen con su vida como si nada (su amigo Jack); la alegría vengativa con que se toman los bombardeos sobre territorio alemán; la represión que los vencedores desencadenan sobre Esther, víctima de los alemanes y de los holandeses por el hecho de ser judía y haber intentado sobrevivir, etc.
Un detalle bien resuelto, que da verosimilitud a la narración, es el uso de las lenguas: los holandeses hablan su lengua pero también (son estudiantes universitarios) en inglés y en alemán; mientras que los alemanes y los ingleses, obviamente, hablan sus lenguas respectivas, de manera que hay diálogos en que un personaje habla en holandés y otro en alemán, y se entienden entre sí (por poco que se afine el oído es fácil distinguir el holandés del alemán… otra cosa es entenderlo). Precisamente, ya que antes he citado a Visconti, aparece como oficial alemán Reinhard Kolldehoff, a quien también podemos ver en la viscontiniana
La caída de los dioses.
En resumen, un film muy entretenido, que no se hace largo a pesar de la duración, quizá falto de información de contexto y de ilación histórica, con pocas referencias a la vida de los personajes (casi no sabemos nada de Erik o de Guus), pero en general bien resuelto. Cuando revise el audiocomentario de Verhoeven añadiré algún comentario más.