Oro
Pese al nefasto recuerdo que aún guardo de Alatriste (anterior adaptación de un libro de Arturo Pérez Reverte por parte de Agustín Díaz Yanes), tenía curiosidad por ver esta nueva colaboración entre el director madrileño y el escritor murciano, pues el tema a tratar me parecía muy interesante, con grandes posibilidades, sin embargo, mucho me temo que mis peores presagios se han confirmado: estamos ante una película a todas luces fallida.
Una de mis quejas más habituales cuando hablo del cine patrio, es la escasez de películas alejadas del drama y de las denuncias sociales, por eso, cuando oí hablar de Oro, me resultó ciertamente refrescante, pues sin duda la historia a priori se prestaba para una gran película de aventuras. Por desgracia, el escaso talento (por no decir nulo en algunos casos) de los implicados en la producción, han hecho imposible la que sin duda habría sido una verdadera gesta, teniendo en cuenta la calidad tan mediocre de nuestro cine. Los actores, en su inmensa mayoría apestan, tan sólo salvaría a un puñado: la doncella (Anna Castillo), muy natural en su interpretación, claramente la mejor de la película (lástima que durase tan poco), Luis Callejo como el Pater, Andrés Gertrudis (el “escribano” que documenta la aventura), el actor que da vida al verdugo y en general los actores andaluces (a excepción de Juan Diego). José Coronado está correcto. El peor de todos es Juan José Ballesta, sencillamente apesta, no transmite nada. También destacar (negativamente hablando) el trabajo de mi paisano José Manuel Cervino, dando vida a Don Gonzalo, realmente penoso. Raúl Arévalo, el protagonista, se pasa toda la película con la misma cara, da igual que esté pensando, luchando o foll…, siempre luce con la misma cara de dormido, está como… ido.
Las escenas de acción deberían tener un lugar destacable en una película como ésta, sin embargo a penas las tiene, la película es mayormente blablabla, amenaza verbal, blablabla, nueva amenaza, blablabla y así hasta que por algún tipo de milagro meten algo que teóricamente debería considerarse acción, pero que en realidad es todo menos eso. La forma de filmar dichas secuencias resulta torpe, confusa y carente del más mínimo sentido del espectáculo.
Una película de este tipo bien merece una b.s.o. que luzca especialmente, que nos ponga en tensión, pero nada de eso se encuentra en la composición de Javier Limón, pasa completamente desapercibida.
Es complicado encontrar algo bueno que reseñar, lo cual habla mucho de la calidad del film, pero obviamente las tiene y es que a parte del trabajo de los anteriormente mencionados actores, considero que el vestuario está correcto, pues aunque si bien no es muy vistoso, sí que cumple correctamente con su función. La fotografía de la película también es otro punto ciertamente reseñable. De todas formas, donde verdaderamente destaca la película, es en sus localizaciones, en los parajes naturales de la isla de Tenerife, concretamente del Parque Rural de Anaga, un espectáculo visual que sin duda ayuda a crear la atmósfera necesaria para un film de este tipo; lástima que la película no estuviese a la altura de la belleza de la isla canaria.
Por lo visto la película contó con un presupuesto de 8 millones de € e ingresó 4,5. Visto lo visto, está claro que estamos ante un nuevo fracaso de taquilla para la última colaboración entre Díaz Yanes y Reverte.
Nota: 1,5/10