Voy a intentar dejar clara del todo mi postura y por qué me importa mucho más el
CÓMO que el
QUÉ,.
Mi autocita del hilo de
Shyamalan se enmarcaba dentro de una conversación que mantuve contigo al respecto de este tema, supongo que te acordarás, compi
Fincher (por cierto, es un verdadero placer charlar contigo

).
Esta fue tú respuesta final:
"Si es que pensamos igual .
Lo que pasa es que el tener conocimiento del medio hace que un análisis sea más rico e interesante de leer o de escuchar que no uno que no sepa exactamente de que está hablando.
A lo que me refiero es que da gusto oír siempre a gente que sabe mínimamente de lo que habla (y sobretodo que tiene ansias de saber más), pero eso siempre sirve para enriquecer.
A Paul Thomas Anderson le preguntaron porqué con The Master e Inherent Vice se ha pasado al 1.85 en lugar del scope que había usado en sus anteriores películas, a lo que el respondió que simplemente le pareció correcto.
Hablamos de un director cuyos conocimientos son extensos (no tanto por lo que explique sino por lo que demuestra en sus películas), pero siempre existe un factor muy importante que es el de la intuición.
Existen conocimientos, pero no puede justificarse toda posición de cámara (eso lo hacen más los críticos, que lo analizan todo dándole en ocasiones motivos que no existen).
Según mis gustos (pese a entender o creer hacerlo respecto a las decisiones de un director), puedo ver una decisión acertadísima en un transfoco o un fuera de campo según la película que esté viendo, en cambio en otra película puedo verlo cómo una salida de tono, así que depende mucho de lo que vea y sobretodo, de mi opinión.
Después de este tocho que no se muy bien a dónde va (divago mucho), supongo que dónde uno ve conocimientos es porqué estos conectan con sus gustos, lo que para uno es una decisión correcta a otro le parezca gratuita, etc".
Fin de la cita de Fincher.
Esto es, que estás de acuerdo pero matizas, y yo casi que estoy de acuerdo en tu matización. Albricias. Abracemonos y eso
Pero no te citaba por eso, sino por tu ejemplo, que da pie a algunas reflexiones interesantes.
Una obra feísta puede rodarse y fotografiarse bien o mal. No se ha de confundir el tono y el estilo empleados con calidad o la ausencia de ella. La conceptualidad no debería verse relegada (cómo ocurre en tantas ocasiones), a ser el comodín que disculpa la incompetencia.
Por otro lado, y ahondando en el principal problema que veo en muchos realizadores/ producciones actuales, ser incapaz de diferenciar entre
técnica (
saber de tipos de cámara, filtros, emulsiones fotográficas, focos, etc, esto es, conocer las herramientas a tu disposición ) y
técnica artística (saber qué de todo eso has de usar y cómo has de usarlo para contar aquello que quieres contar de la manera que lo quieres contar) es algo que me deja perplejo, cuando debería darse por hecho siempre, dado que se trata de una de las bases fundamentales de su trabajo.
Hablando claro:
La técnica es una cosa. El uso de la técnica es otra cosa muy diferente . La emoción creada por el uso de la técnica es la
intención, el objetivo y el resultado. No es algo APARTE que salga por ciencia infusa. Es una reacción a la que se llega por el uso de esa técnica. Se retroalimentan. La emoción sin técnica no existe más que por factores ajenos. La técnica sin intención emocional te deja indiferente.
Que la dichosa técnica no es la textura renderizada en el casco de la nave o el tipo de lente en tal plano oiga. Hablamos de
técnica de dirección, de técnica de foto, de técnica de guión, de técnica de dirección de actores, de técnica de montaje... que en una peli casi nunca va a coincidir todo, porque hablamos de MILLONES de decisiones.
La "historia" no es nada. Puede tener su interés de base, pero hay cientos de pelis con buenas historias que jamás la aprovecharon, y cientos de pelis buenísimas cuya historia es una tontería en media servilleta.
Otra cosa es el peso concreto que se le de al desarrollo del guión, los diálogos, la narración visual... Pero "la historia" que se quede en el pitch para el estudio.
La historia, sin un narrador que te la cuente, es un puñado de letras en un papel. La forma de contarla es precisamente esa vertiente artística.
Halloween: un loco va matando adolescentes por un suburbio y al final se escapa.
La red social: un nerdaco universitario le roba la idea de la página a unos compañeros y hace mucho dinero de ella mientras esto le mete en terreno judicial.
Psicosis: una chica roba dinero, va a un motel y un travelo edípico la mata, luego aparece más gente intentando descubrir el crimen y al final le detienen.
Jungla de cristal: unos terroristas toman un rascacielos y un poli los va matando uno a uno mientras van llegando refuerzos en el exterior.
Glengarry glen ross: a cuatro vendedores les aprietan las tuercas para que vendan más o se van a la puta calle, así que deciden hacerse con fichas de mejores clientes y acaban todos muy estresados.
Los pájaros: los ídem se vuelven tarumbas y atacan a la gente en un pueblecito costero, así que una chica de ciudad se refugia en la casa del tío al que intenta seducir y al final huyen.
No digo que la historia, en su vertiente más pura, no importe. Por supuesto que importa. O más bien, no importa nada: lo que importa es el potencial emocional, la construcción de personajes interesantes y las reflexiones que puedas sacar de ella. Hay pelis con grandes ideas, ideas maravillosas, grandes puntos de partida. Pero sin desarrollarlas, en varias vertientes, se quedan en eso: ideas.
