Las respuestas de la crítica a la proyección de "The boy and the beast" de Mamoru Hosoda en San Sebastián son prueba del trabajo que cuesta todavía aceptar el anime como cine japonés "de verdad".
Boyero en "El País":
Traduciendo: si no me provoca un ataque de nervios, es lo máximo a lo que puedo aspirar, amén del uso del adjetivo "correcta", que, como todo buen cinéfilo sabe, se aplica a aquellas películas que no podemos decir que son malas, pero no queremos decir que son buenas. Amén de que lo de "otros maestros japoneses del cine de animación" supongo que no se referirá a Miyazaki, pues recuerdo perfectamente que aplicó la palabra "dibujitos" a "El viaje de Chihiro" en la crónica del festival donde se vio, si no recuerdo mal el de Berlín.
Rodríguez Marchante en ABC:
Este es un poco más elogioso, pero la cierta sorna no se la quita nadie. No sé muy bien a qué viene lo de Doraemon, salvo tal vez insinuar que, en materia de animación nipona, todo es lo mismo, y la penúltima frase es estropeada por la última, que viene a decir "estará muy bien contada y hecha, pero, como es de dibujos, solo los niños la pueden disfrutar de verdad, y es una pena que la haya tenido que ver yo y no ellos". Postura refrendada por el inicio del párrafo siguiente:
En fin, que, si luego A Contracorriente la saca directa a vídeo doméstico y no se ve en cines, ya tenemos "culpables".