EL ÚLTIMO GRAN ROMÁNTICO DEL CINE CLÁSICO NORTEAMERICANO
O
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE NICHOLAS RAY / PARTE X:
RUN FOR COVER (1955, BUSCA TU REFUGIO)
Estudio: Pine-Thomas Productions, Inc. / Paramount Pictures Corp.
Productores: William H. Pine y William C. Thomas.
Guión: Winston Miller, a partir de una historia de Harriet Frank, Jr. e Irving Ravetch.
Dirección artística: Hal Pereira y Henry Bumstead.
Fotografía: Daniel Fapp (en
Technicolor y
VistaVision).
Asesor de color: Richard Mueller.
Música: Howard Jackson.
Canción: “Run for Cover” compuesta por Howard Jackson (música) y Jack Brooks (letra) e interpretada por Bob Graham.
Reparto: James Cagney (Matt Dow), Viveca Lindfords (Helga Swenson), John Derek (Davey Bishop), Jean Hersholt (Pa Swenson), Grant Withers (Gentry), Jack Lambert (Larsen), Ernest Borgnine (Morgan), Ray Teal (Sheriff).
Duración: 93 minutos.
Inicio de rodaje: Mayo de 1954.
Estreno: 20 de abril de 1955.
Segundo de los tres westerns que Nicholas Ray dirigió a lo largo de su carrera, BUSCA TU REFUGIO está lejos de la perfección alcanzada por su anterior incursión en el género, la mítica JOHNNY GUITAR, pero merecería un mejor lugar en la memoria de los amantes no sólo del género sino de la obra del cineasta de Wisconsin. Un obra seriamente perjudicada por una serie de condicionantes que comentaré brevemente y que hicieron que Ray no la tuviera en gran consideración (alguna vez habría que hablar de la opinión que los grandes maestros (el ejemplo que me viene rápidamente a la cabeza es el de Alfred Hitchcock en su libro de entrevistas con François Truffaut) tenían sobre su propia obra).
Por lo que he leído en diversas fuentes sobre la gestación del proyecto parece ser que el primer realizador seleccionado para dirigirla fue William (Wilhelm) Dieterle, aunque en el espléndido libro de Hervé Dumont sobre el cineasta (“Antifascismo y compromiso romántico”, Festival Internacional de Cine de Donostia/San Sebastián 1994) no se hace referencia alguna al respecto.
Nicholas Ray aceptó el encargo pese a las serias reticencias que sobre el libreto de Winston Miller (co-guionista de la magistral MY DARLING CLEMENTINE (1946, PASIÓN DE LOS FUERTES) de John Ford)) tenía. A su favor contaba con la presencia de dos estrellas a los que apreciaba especialmente como son James Cagney, un actor al que difícilmente asociaríamos al género (de hecho su última incursión en el mismo se remontaba a... ¡1939! (THE OKLAHOMA KID de Lloyd Bacon) y John Derek, con el que había trabajada ya en la excelente LLAMAD A CUALQUIER PUERTA, película con la que tiene una más que notable conexión (¿podemos ver aquí la mano del cineasta...?).
Los productores independientes William H. Pine y William C. Thomas que habitualmente se dedicaban a modestas producciones que contaban con el apoyo financiero y técnico de la Paramount, a partir de 1953 iniciaron una política de elaboración de películas de serie “A” y BTR sería la primera de las cuatro que los mismos estrenarían en 1955, todo en ello con vistas a intentar combatir el cada vez mayor auge de la televisión en la sociedad norteamericana de la época (similiar política llevaría a cabo la Republic ya desde finales de las década de los '40 como ya comenté más extensamente en la anterior entrega dedicada a la mítica JG).
Dado que Ray no tenía derecho al montaje final de la película (algo muy raro tanto entonces como ahora) los productores mutilaron severamente la misma, tal y como cuenta James Cagney en su autobiografía, lo que desagradó profundamente a la estrella y al director, dado que ambos habían quedado bastante contentos con el resultado.
Y ciertamente se notan discrepancias en el ritmo de la historia así como (y ésto sí que es más relevante) en la relación entre Matt (un excelente James Cagney (¿cuándo está este hombre mal?)) y Davey (un proto-James Dean, guapo pero con menos talento que el citado) que es la viga maestra sobre la que se sostiene el edificio construido por Ray.
Una relación paterno/filial como la que se establecía (aunque a un nivel no tan marcado) entre Andrew Morton (Humphrey Bogart) y Nick Romano (el citado Derek) en la citada LLAMAD A CUALQUIER PUERTA y con un final igualmente trágico (en la primera película Morton no podía impedir la condena a muerte del delincuente Romano y en ésta Dow mata por error a Bishop).
Si hacemos un breve resumen de la historia tal vez nos hagamos un mejor idea de lo que hablamos.
Matt Dow (Cagney) aparece de la nada (como Johnny Guitar en la obra previa de Ray) y siguiendo la vía del tren se dirige al pueblo de Madison, en New Mexico. Cuando se dispone a dar de beber a su cansado caballo en un arroyo cercano, de repente aparece el joven Davey Bishop (Derek) y el primero reacciona fulminantemente apuntando al desconocido al que está a punto de matar (esa rapidez a la hora de desenfundar quedará explicada más adelante en el tramo final de la historia). Matt le advierte a Davey que no es una buena idea acercarse a un hombre por la espalda ya que puede ganarse una bala a las primeras de cambio. Pese a este mal comienzo pronto Matt adoptará una actitud de protección sobre el joven Davey (que tiene la misma edad que hubiera tenido su hijo de estar todavía vivo) aunque a este último le quedará el regusto amargo por haber sentido miedo (aunque Matt le dice que si cuando a alguien le apuntan con un revolver no tiene miedo es un loco o un idiota) algo que con el tiempo se acentuará y acabará por minar el carácter ya de por sí inestable del joven.
Y si bien es cierto que Nick Romano tuvo una vida marcada por la fatalidad ya desde su infancia y pese a sus intentos de salir adelante acabaría finalmente en las garras de la delincuencia casi como si su destino estuviese ya establecido inmutablemente desde su inicio, el joven Davey, huérfano y que es “adoptado” por todos los habitantes del pequeño pueblo, no tiene una excusa para acabar despreciando el cariño que Matt vuelca sobre él y acabará traicionando a su mentor aunque finalmente acabe salvándole la vida pero perdiendo la suya.
Como Davey vive en el pueblo al que se dirige Matt ambos compartirán el camino y empezarán a establecer los cimientos de su relación. Relación que tendrá su primer revés cuando al acercarse para cruzar las vías del tren el revisor del mismo (que había sufrido recientemente un atraco con violencia por parte de la banda de Gentry) lanza la saca con el dinero a los que cree parte de la misma para evitar males mayores. La primera reacción de Davey será quedarse con el dinero pero Matt le dice que su obligación es devolverlo inmediatamente. Hay aquí un primer atisbo (si no consideramos tal su primer contacto en el arroyo) de violencia por parte de Davey cuando tiene intención de disparar por la espalda a Matt y quedarse con todo el dinero, algo que éste evita rápidamente lanzándole la saca y diciéndole que encabece la marcha al pueblo (más tarde Davey reconocerá ante Matt que su primera intención era haberle matado para quedarse con el botín, algo a lo que responde con sorna Matt diciéndole que ya lo había intuido).
De camino al pueblo son asaltados por el sheriff y una partida de ciudadanos de Madison y creyéndoles culpables del atraco disparan sobre ellos. Davey es herido gravemente mientras que Matt con sólo un leve rasguño intenta explicar que ellos no tienen nada que ver con el robo sino todo lo contrario y que llevaban la saca con el dinero para devolverlo. Aunque la primera intención de la partida es colgar directamente a los presuntos forajidos pronto se dan cuenta que el que acompañaba a Matt era Davey, algo que hace cambiar radicamente la situación. Finalmente son llevados al pueblo donde Matt convencerá a los habitantes de que todo ha sido un error. Un grave error que además puede haber costado la vida a Davey (aquí ciertamente la trama deja algo que desear pues es demasiado brusca la transición entre la intención primera de ahorcar a los detenidos y la rápida decisión igualmente de dejar libre a Matt cuando éste se encara con los trabajadores del ferrocarril).
Matt está a punto de perder la vida y sólo gracias a los constantes cuidados que recibirá de Matt, que ha sido acogido en casa de los Swenson, unos (in)migrantes suecos, podrá salir adelante, eso sí con su pierna derecha severamente dañada.
Será en el hogar de los Swenson donde Matt encontrará la tan ansiada paz y donde conocerá a su futura esposa, Helga (Viveca Lindfords (a la que también podríamos ver ese mismo año en el clásico del género de aventuras MOONFLEET (1955, LOS CONTRABANDISTAS DE MOONFLEET) de Fritz Lang, una actriz de origen sueco (como su personaje) a la que pretendían convertir (infructuosamente) en otra Greta Garbo o Ingrid Bergman (¿?)). Otra de esas relaciones profundamente románticas que impregnan el mejor cine de Ray pero que aquí no está tan extensamente desarrollada tal vez debido a los problemas que vió el director en el libreto y en la historia de que partía.
No quiero enrollarme demasiado que ya me conozco y el tiempo (y la paciente de los lectores) es limitado.
Gracias a la dedicación y al apoyo continuo que recibe Davey por parte de Matt (tal vez haciendo por él lo que no pudo hacer por su hijo (algo que más tarde le recriminará el primero al segundo)) logra recuperar en parte el uso de la pierna.
El pueblo de Madison, compungido por el trato dado a ambos, le pide perdón primero a Davey y le ofrece un trabajo bien remunerado algo que éste, no obstante, rechaza con desprecio. En cambio, Matt se aceptará el puesto de sheriff (y la paga de 1.000 dólares anuales que el cargo conlleva) y nombrará a su discreción a Davey como su ayudante.
Pero en su primera actuación como tales, durante el robo al banco del pueblo y mientras Matt persigue a uno de los dos atracadores, Morgan (un Ernest Borgnine que ya había trabajado con Ray en JG (por cierto, en la novela de Roy Chanslor que sirvió de base para la misma el jefe de la banda era el personaje encarnado por Borgnine, Bart Lonergan y no Dancin' Kid) su compañero herido queda, en principio, a cargo de Davey.
Después de haber capturado a Morgan (quién llegó a ofrecer la respetable cantidad de 500 dólares por dejarle libre) Matt se dirige al pueblo pero consternado ve como sin juicio ni jurado el compañero de fechorías del primero ha sido colgado. En la oficina del sheriff Dave se defiende diciendo que el sólo no podía contra una multitud enfervorecida que pedía la cabeza del delincuente. Un decepcionado Matt empieza a vislumbrar que las esperanzas que tenía en el joven tal vez no estuvieran basadas en la realidad como ya le había advertido la dulce Helga. Aquí volvemos a ver que el miedo que vuelve a dominar a Davey (y tal vez algo más) será determinante en el tramo final de la historia. Pese a devolver la placa, Matt no la acepta y le ordena llevar al prisionero a la ciudad más cercana donde pueda ser juzgado con todas las garantías.
Pero será durante ese recorrido que hará Davey con Morgan (no lo visualizamos sino que el propio Davey se lo contará a Matt más adelante) cuando el primero llegue a un acuerdo con el segundo por el cual el primero se convertirá en cómplice de un nuevo robo en el banco a cambio de una parte sustanciosa del botín (85.000 dólares en billetes y bonos negociables). Este será el principio del fin.
Cuando Davey regrese aparentemente herido por Morgan debido a que éste aprovechó un descuido para escapar (Davey pone una y otra vez la herida de su pierna como excusa/comodín válida para todas las situaciones adversas a las que se tiene que enfrentar) Matt no sospecha nada raro pues tal es la confianza ciega que tiene en el joven.
Durante la celebración de la Pascua y mientras todo el pueblo está en la iglesia, la irrupción del forajido Gentry (Grant Withers) durante el servicio nos proporcionará una de las mejores secuencias de la película pues mientras éste entra en la iglesia y todos los rostros se vuelven sorprendidos, la figura de Matt es la única que no vemos. Sólo cuando Gentry se dirige al director del banco se da cuenta de la presencia de Matt (al que vemos sonreir de una extraña forma) y para sorpresa de todos parece conocer (y bien) al citado.
Después de volar la caja fuerte y escapar a caballo Matt, Davey y una partida salen en su persecución aunque los habitantes del pueblo demuestran su desconfianza cuando saben por boca de Matt que éste conoce a Gentry porque fueron compañeros de celda durante varios años. Es, por tanto, un ex-presidario. Pero alguien que pagó por algo que no había hecho (algo similar a lo que le acontece al inicio de esta historia (otra de esas lagunas del libreto que Ray intentó solventar con su siempre excelente puesta en escena)).
Durante la persecución llegarán a territorio comanche y la partida toma la decisión de no seguir adelante dado el peligro que ello acarrearía. No obstante, Matt y Davey seguirán pese a viento y marea. Una tormenta de arena dificulta la marcha y el poder seguir las huellas de los atracadores. En un momento de descuido Davey dispara a Matt pero sólo logra herirlo. Este finalmente logra desarmarlo y decepcionado le pregunta por qué ha hecho tal cosa. Aquí es cuando Davey le comenta que él forma parte de la banda al proporcionarles los datos necesarios para el robo del banco. Disgustado y sobre todo decepcionado, Matt obligará a Davey a seguir la marcha. Encuentran los cuerpos de la mayor parte de la partida muertos por los comanches (salvo Morgan) pero recuperan el botín. Pero se encontrarán con los indios y tendrán que refugiarse entre las rocas donde esconderán el dinero y tratarán de alcanzar el río que hay en las proximidades para poder huir y volver más tarde a recuperar la saca. Pero en el río que baja salvaje un Matt herido no podrá hacer frente a la corriente y pedirá ayuda a Davey pero éste lo único que hace es tratar de ahogarle. Aunque no lo consigue escapará e irá a reunirse con Morgan en el sitio preestablecido, un antiguo pueblo indio abandonado. Matt logra sobrevivir a la furia de las corrientes y se dirige en pos de Matt.
En el final quizás forzado pero hermoso, Matt disparará primero contra Morgan, al que da por muerto y se encarará con Davey al que le reprocha su actitud después de todo lo que ha hecho por él y de considerarlo más que un amigo, un hijo. Pero Davey no está dispuesto a volver y a que le ahorquen (de nuevo el miedo, siempre el miedo, como motor en la vida de Davey, el miedo al que dirán y el miedo a asumir las responsabilidades de la vida de un adulto). Sin embargo, un Morgan herido de muerte pero no muerto intenta en un actor postrero matar por la espalda a Matt (el hecho de matar por la espalda (o al menos intentarlo) parece uno de los leitmotiv no sólo de la trama sino también de las relaciones entre los personajes) y cuando Davey (como decía, tal vez forzadamente (dignificando al personaje)) levante su revolver con la intención de (re)matar a Morgan, Matt lo interprete erróneamente y le mate de un disparo.
Un consternado Matt volverá al pueblo, devolverá el dinero del robo y sólo alcanzará finalmente la paz cuando estreche los brazos de su amada. Cuando ésta le pregunte qué tal lo ha hecho Davey, éste sólo responderá que “bien”.
Fin de la historia.
Para finalizar me gustaría destacar especialmente el excelente trabajo llevado a cabo por el director de fotografía Daniel Fapp y el asesor en el tratamiento del
Technicolor Richard Mueller respecto el aspecto visual de la película, con un excelente uso de la
VistaVision (procedimiento exclusivo de la Paramount (y que directores como (especialmente) Alfred Hitchcock apreciaban en grado sumo) que proporcionaba a la imagen una extraordinaria nitidez así como potenciaba enormemente la profundida de campo. Por cierto, primera incursión de Ray en los grandes formatos de los que se convertiría en uno de los grandes maestros.
Un western que, al contrario que en JG, fue rodado principalmente en escenarios naturales y que permite apreciar la grandeza del paisaje, algo que sería determinante en buena parte de los mejores westerns de los años '50 (salvo los ya aquí comentados ENCUBRIDORA y JOHNNY GUITAR), sin lugar a dudas, los años dorados del género.
Feliz tarde a todas las mujeres y los hombres de buena voluntad.
P. D. Una de las causas que han provocado la demora en el comentario aparte de mi natural dejadez son mis cada vez mayores problemas musculares así como la recepción de la edición 50 aniversario del álbum blanco de The Beatles que me ha mantenido en el nirvana estos últimos días paladeando una y otra vez tanto las tomas alternativas como la nuevas remezclas y que todo fan del cuarteto de Liverpool debería tener ya en sus estanterías.
P. P. D. Luego añadiré algunas foticos para embellecer la reseña pero es que ya empiezo a sentir que los hachazos del amigo Earle están empezando a quebrar la puerta de roble macizo que sirve de entrada a mi mansión victoriana.