TITULO ORIGINAL: My Bloody Valentine 3-D
GENERO: Terror
PAIS: Estados Unidos
AÑO: 2009
DIRECTOR: Patrick Lussier
GUION: Todd Farmer y Zane Smith
REPARTO: Jensen Ackles, Jaime King, Kerr Smith, Edi Gathegi, Andrew Larson, Kevin Tighe, Annie Kitral y Tom Atkins.
DURACIÓN: 101 minutos
PRODUCTOR: Jack L. Murray
MUSICA: Michael Wandmacher
FOTOGRAFÍA: Brian Pearson
MONTAJE: Patrick Lussier
Jejeje, la compre el otro día junto con otras pelis en Amazon.co.uk, me hizo gracia el verla y dije...que leches, leí una critica y no la ponían mal, si no todo lo contrario, divertida y entretenida en su genero. Un remake decente, que con los tiempos que corren esta muy bien. Me llegara en breves.
Viene con 4 gafas para verla en 3D, ya sabéis el 3D de toda la vida para casa, la sensación dicen que es bastante buena si la ves en pantalla grande, en mi caso la vere en proyector. Y con las dos ediciones, una en 3D y la otra en 2D.
Os dejo una critica de Joan LaFulla:
Argumento: Tom regresa a la ciudad diez años después de los trágicos asesinatos del Día de San Valentín, que se cobraron la vida de 22 personas. Coincidiendo con su retorno, los asesinatos vuelven a producirse, y Tom está en el centro de todas las miradas.
En 1981, recien iniciada la fiebre ochentera por el slasher, el director George Mihalka nos deleitaba con una muestra del género tan sencilla como efectiva, que acabó convirtiéndose en una pequeña pieza de culto de obligada revisión.
La película se tituló “My Bloody Valentine”, y como era de esperar en los tiempos que corren, el 2009 ha sido considerado como el año idóneo por la maquinaria estadounidense para llevar a cabo una relectura (un eufemismo para evitar el tan denostado término remake) del simpático clásico canadiense.
El encargo se lo adjudicaron a Patrick Lussier (”Drácula 2000″, “The Eye”), un director cuya carrera está todavía por afianzar, después de que -y esto es tan solo un suponer- los productores del evento confiaran en él tras percibir en sus anteriores obras un atisbo de talento y, sobre todo, porque sin duda sería un tipo que no les pondría demasiadas complicaciones a la hora de sacar adelante el proyecto.
Con todo, siempre he tenido la impresión de que Patrick Lussier tenía por delante una tarea mucho menos comprometida y delicada que la que tuvieron directores como Rob Zombie, en el remake de “Halloween”, o Alexandre Aja en su fabulosa revisitación de “Las Colinas Tienen Ojos”.
“My Bloody Valentine” (la original de 1981) nunca ha jugado en las ligas mayores del slasher, y pese a ser una película entrañable y 100% reivindicable, desde luego no contaba con una tropa de fanáticos respirando sobre la nuca de Patrick Lussier y afilando sus cuchillos a la espera de que aquel cometiera algún error grave (algo que si ocurrió, en mayor o menor medida, con los títulos anteriormente citados).
Pero dejémonos de rodeos. Sinceramente, y al margen de que nunca entendí la necesidad de que se nos volviera a contar nuevamente una historia que ya conocíamos (algo que me ocurre con la mayoría de remakes), lo cierto es que me esperaba muy poco de este “My Bloody Valentine 3D”. Ni el nombre del director, ni su intensa campaña publicitaria en internet (dónde el sistema de exhibición en 3D siempre estuvo presente como uno de los principales alicientes de la película), ni siquiera el material de partida; fueron nunca motivos suficientes para animarme a albergar demasiadas esperanzas.
De nuevo me equivocaba (aunque esta vez sólo a medias). “My Bloody Valentine 3D” cumple perfectamente en un capítulo en el que cualquier buen slasher que se precie jamás debería fallar: el de las muertes.
Pese a echar en falta un mayor grado de suspense en todas aquellas secuencias en las que el minero resentido toma protagonismo, debo admitir que el nivel de las muertes me sorprendió. “My Bloody Valentine 3D” es generosa en sacudidas, impactos, miembros desgarrados, y derramamiento de sangre. Y el bueno de Patrick Lussier incluso se permite el lujo de incluir un par de muertes que juegan, de forma traviesa, placentera, y con vigoroso sentido del humor; con los límites de lo políticamente correcto (una rubia con poco apego por la moda y que protagoniza la que es, sin duda, la mejor secuencia de la película; y una encargada de motel –dentro de esa misma secuencia- que siempre necesitará de nuestra ayuda para alcanzar los estantes más altos de la cocina).
Aplaudamos, sin rubor, el incuestionable interés de “My Bloody Valentine 3D” por ofrecernos a los amantes del slasher, un diseño de muertes contundente, eficaz y sangriento. Puro espectáculo slasher de sesión doble que posiblemente muchos no dudarán en despreciar, pero que los devotos del subgénero sabremos apreciar.
¿Dónde está entonces el problema? Pues sí, existe un problema (al menos se trata de un problema para un servidor). En muchas ocasiones he afirmado que la excusa argumental, la trama que sustenta un slasher, suele ser lo de menos. O como mínimo no acostumbra a ser un factor esencial a la hora de disfrutar de las prestaciones de un buen slasher. El extremo lo encontraríamos en la reciente “Laid to Rest”, en la que el vacío argumental más absoluto ha acabado decepcionando a un gran número de aficionados.
El nuevo “My Bloody Valentine 3D” intenta poner remedio a esta situación brindándonos una historia repleta de giros y recovecos que pretenden, por todos los medios, atraer la atención del espectador más allá de las espectaculares muertes de la película.
A priori da toda la impresión de ser una tentativa encomiable y digna de felicitación.
Sin embargo, esa misma historia de amor y celos a tres bandas, que busca en todo momento jugar al despiste con la identidad del asesino, acaba erigiéndose, por méritos propios, en el único factor mal desarrollado, tramposo y rechazable de pleno de “My Bloody Valentine 3D”. Además, la pésima interpretación de todos los actores implicados no ayuda a que nos creamos lo que se nos está contando.
Toda la trama de resentimiento, celos, engaños, desconfianzas… encaminada a sembrar la duda entre dos de los personajes principales de la película, acaba derivando en un tramo final tedioso, previsible, absurdo y mentiroso (no me gusta que me intenten engañar. Me parece perfecto que se me intente distraer o abocarme al error, pero no mediante la falsedad. Odio los finales que huelen, simple y llanamente, a estafa).
Y para finalizar algo que quizás muchos de vosotros hayáis echado de menos: el elemento 3D. No vi “My Bloody Valentine 3D” en 3D. Lástima. Seguramente si la película acaba estrenándose en dicho formato y en una sala especializada, acudiré a verla de nuevo (por curiosidad). Aunque también he de deciros que mis experiencias, hasta el momento, con las exhibiciones en 3D han sido un desastre. Mareos varios y ganas de cerrar los ojos y olvidarme del tema.
En el caso de My Bloody Valentine, vista en modo normal (por llamarlo de alguna manera) se intuyen fácilmente los instantes en que el 3D cobrará mayor importancia. Y no son otros que los momentos de violencia, un elemento de la película del que ya quedé plenamente satisfecho sin necesidad de experimentar el efecto 3D.
En cualquier caso no creo que el 3D solucione el desaguisado de la trama y, en especial, del final de la película.
En conclusión ¿qué esperamos saber cuando alguien nos habla de un nuevo slasher? ¿Tiene muertes espectaculares? Las tiene. No son las mejores que he visto, pero no están nada mal. ¿Hay sangre? La hay, y también desnudos. ¿El asesino tiene una fuerte personalidad? No es Jason ni Mayers, y anda algo escaso de carisma, pero es un auténtico genio utilizando el pico. ¿Es recomendable? Si os gusta el slasher, por supuesto que sí (aunque posiblemente no pasará a la historia del cine cómo un clásico de culto, cómo sí ocurrió con su predecesora). Ahora bien, tendréis que soportar una historia bastante estúpida y un final a juego.