No sé de donde surgen tantas sorpresas, cuando esta secuela debe tratarse de uno de los casos más manifiestos, claros, evidentes y previsibles de lo que te puedes encontrar. Cualquiera que haya jugado a la primera parte, tanto para bien como para mal, ya sabe que la propuesta se acerca más a la aventura narrativa que a otra cosa, con secciones jugables muy limitadas, acotadas y repetitivas. ¿Dónde radica la fuerza de la IP entonces? En su atmósfera, entiéndase por atmósfera no sólo el entorno, sino todo lo que rodea a la protagonista (el aspecto mental). Si no conectas con dicha propuesta, difícilmente te gustará el juego, porque poco más tiene que ofrecer. Si no conectas a nivel emocional, es muy difícil encontrar virtudes que te inviten a avanzar, porque el juego jugablemente ofrece muy poco y es repetitivo hasta la saciedad.

El estudio ha manifestado en incontables ocasiones (y lo ha demostrado con sus avances) apostar por el mismo esquema, por la misma fórmula. Que oye, cuando surgen los debates cíclicos sobre respetar la visión creativa, se suele apelar a que debería respetarse la misma por encima de todo. Pues aquí tenemos un caso donde se cumple esa premisa y se critica... En fin, parece que nunca llueve a gusto de todos o que la libertad creativa sólo es relevante si se cumplen los deseos internos de cada uno. En el momento en que no coinciden con la visión del estudio... Entonces ya no se tolera esa libertad creativa...

Ahora bien, creo que también hay que ser críticos y exponer que durante muchos años, éste fue uno de los lanzamientos programados de Xbox más fuertes, siendo incluso anunciado en los prolegómenos del lanzamiento de Xbox Series X, con mucho tiempo de desarrollo y una inversión superior a la primera entrega, que más allá de lo gráfico, yo no he visto reflejada en ningún sitio. Y es que no era incompatible a mi parecer, mantener la visión creativa y propuesta que deseaba el estudio, con un poco, un poco más de ambición. Porque emplear cinco años de desarrollo para una aventura lineal de ocho horas, con el mismo esquema jugable repetitivo de la primera parte, pues sinceramente, me parece excesivamente conservador. No es cuestión de pretender que cambie el género, es exigir un poco más, fruto de disponer de más tiempo y medios. Por otro lado, cuestiones como las bandas negras, si se criticó a The Order: 1886 por esgrimir que se debía a un motivo de carácter cinematográfico... Lo suyo, sería ser coherente con este caso y aplicar el mismo discurso.

En resumen: al que le encantara la primera parte y conectara con la misma, disfrutará sin duda alguna de la secuela. Eso no quita que Ninja Theory haya pecado de conservadora e ir a lo fácil, a pesar de disponer de más tiempo y recursos, pudiendo haberse esmerado mínimamente para ofrecer algo más a nivel jugable sin renunciar a su visión artística (atrevida y diferente por otro lado, al abordar una cuestión compleja como la mental). Pero no ha sido el caso.

¡Saludos!