Revisada en 4K con Dolby Vision y Atmos (Disney+ España la ha colgado hoy en su catálogo), y, ahora si, en V.O.
Pues voy a ir a contracorriente y a afirmar que esta es, con diferencia, mi favorita de las tres. La más puramente Branagh a mi juicio, aquella con menos concesiones comerciales. La emotividad, hondura y humanidad que desprende en la forma de abordar la trama y mostrar a sus personajes resulta conmovedora por momentos.
El dialogo adquiere en esta tercera entrega un carácter reflexivo y por momentos, bellamente discursivo (no diré literario), del que carecían las dos entregas anteriores. Hay reflexiones y parlamentos muy, valga la redundancia, bellos en este film, y muy del estilo de su director para quién esté familiarizado con su filmografía.
El tono general es sobrio y recogido pese a ser, en el fondo, una pieza de género, . Visualmente, es un film tremebundo, portentoso por momentos, con una fotografía de Zambarloukos absolutamente deslumbrante, haciendo un uso exquisito de las luces y sombras, que saca oro del presupuesto y de las localizaciones, y que encuentra en la ajustadísima composición camerística de Hildur Guonadottir un gran aliado.
En cuanto al Branagh director, esta no es una película de suntuosos movimientos de cámara, sino de composición del encuadre. Cada frame y la manera de encuadrarlo tiene un como y un por qué, y hay multitud de planos para el recuerdo (incluido uno que es un homenaje/referencia directa al plano que cierra el climax de The Stranger de Orson Welles, y que a buen seguro sacará una sonrisa a más de uno). Respecto a los actores, todos están estupendamente dirigidos.
En definitiva, sobrio, bello y por momentos subyugante film, donde la faceta autoral de Branagh sale a relucir en bastante mayor medida que las dos entregas anteriores.
Recomendadísima.