Volín, chelo, un poquito de viento madera... ¿y ya está?. ¿Y la percusión?. ¿Y los metales?. ¿Y el piano?.
Pero vamos a ver, como que ya está. Pues si, ya está. Cada película necesita el sonido que necesita, eso es lo bonito de la música de cine. Que lo orgánico no equivale necesariamente a una orquesta de 100 músicos con dos coros.
En cambio, puede que otra cinta necesite sintes a montones (que ojo, también hay que saber usar dramáticamente, no me pongáis como ejemplo de buenos scores electrónicos a la obra de Reznor y Ross)