Cimino. Un loco megalomano... y un genio.
La puerta del cielo es una obra maestra compleja, densa, críptica, bella, triste, alegórica... yo que sé.
El trabajo de dirección de esta... esta... em,
cosa, es uno de los más apabullantes y sobrecogedores que he visto en mi puta vida. Y disculpad el lenguaje. Pero cada encuadre, el trabajo de composición (apoteosico) y cada movimiento de cámara (ojo al uso de los travellings laterales, como fluyen) parecen obra de cristo resucitado. La foto de
Zsigmond (¡click!), coloso entre colosos, es su obra cumbre sin duda. La partitura de Mansfield es musicalmente deliciosa, muy simple en estructura pero narrativamente es importantísima.
El reparto está tremebundo, con particular mención a Walken, Bridges, y esa fuerza de la naturaleza que es Huppert y se los come a todos (atención al dominio de su lenguaje corporal), salvo a un John Hurt que ya era un maestro de su oficio y que consigue que cada palabra y gesto sean historia del cine.
El cazador es enorme, pero esto... esto... esto...
El resto aun no lo he visto por no poder acceder a copias de buena calidad, el talento visual de este hombre merece ser degustado en las mejores condiciones.