Vista esta tarde, me tengo que rendir de nuevo ante Vermut y la para mí, su nueva obra maestra.
La película me ha parecido tremenda en todos sus aspectos, los temáticos, los formales (totalmente ninguneados en los Goya, para mí la fotografía de Alana Mejía González como mínimo se merecía estar nominada, ahí está por ejemplo la excelente secuencia
de la sala de las pinturas negras en Museo del Prado o cierta secuencia casi final rodada prácticamente en sombras)
y los interpretativos.
Como ha indicado alguna crítica, parece que Vermut ha llegado a una pronta madurez y se ha vuelto casi casi espartano en lo formal. Para mí ese mayor grado de abstracción creo que encaja perfectamente con la historia, una pulcritud (el talento del encuadre y de la puesta en escena de Vermut me ha admirado en todo momento) en las formas que combina en mi opinión perfectamente con los fondos de la historia. Para mí ahí está lo mejor de la cinta, esa aparente paradoja que se da entre lo cuidada e incluso delicada que es en muchos aspectos pero lo perturbadora que puede ser y lo valiente que es al afrontar ciertos aspectos de su trama.
Finalmente alabar al reparto, la para mí hasta ahora desconocida Zoe Stein está perfecta en su papel y Nacho Sánches, tras sus avisos en Diecisiete y El arte de volver ahí creo que se proclama (ahí, también están las nominaciones que está recogiendo) como un gran intérprete (creo que sólo hay que comparar sus miradas en dos momentos clave del film,
primero viendo a un Saturno goyesco, devorando a su hijo, y luego viendo cierto dibujo infantil)
Saludos