Me ha gustado la película, pero no puedo decir que me haya removido las entrañas... Me parece narrativamente acertada la alternancia de los tiempos para ir descubriendo los motivos de que Casey Affleck sea un muerto en vida, pero precisamente la secuencia clave creo que cae en la saturación, básicamente por el uso de la música, el, llamémosle, "momento Albinoni" me parece excesivo y redundante con las imágenes; ya estamos asistiendo al drama, no hace falta subrayarlo con esa pieza, que ya de por sí encoge el alma. Tienes un score original sensible y emotivo, úsalo, o no uses nada. De lo mejor de la película son los silencios, mejor habría sido el silencio musical.
Entiendo que Lonergan, para descargar un poco las tintas haya intentado incluir algunos momentos de humor negro, situaciones así se dan en la vida, ocurren en los momentos más dramáticos y son como pequeñas espitas de una olla a presión por las que escapa la tensión emocional; la tragicomedia que es la vida. En este caso no me han funcionado, aunque tampoco me han sacado de la película, simplemente no he conectado. Porque resulta verdaderamente difícil conectar con la película y con su protagonista, a pesar de sus motivaciones, y ahí precisa y paradójicamente creo que reside el mayor valor de la película (quizás no viene mucho al caso, pero siendo un personaje con el que es difícil de empatizar, sin embargo es lo que da sentido al film, como el de Huppert en Elle, fríos y distantes, cuyas reacciones nos son difíciles de comprender). No es un personaje que seduzca, con el que te puedas encariñar, ni odiar... Apático, arrastra la vida como una penitencia, pero es auténtico. Y ese logro recae en Casey Affleck, que consigue que vislumbremos ese pozo de inmenso dolor que lleva consigo, en cada mirada, en cada silencio. Sin él, no sé que hubiera sido esta película, porque la película es él.