Menuda
Ni zurekin nago / Yo estoy con vosotros
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Ni zurekin nago / Yo estoy con vosotros
Última edición por Alcaudón; 05/09/2023 a las 13:28
Gracias, Alcaudón. Por mi parte es un hilo al que no voy a regresar, me sabe mal, pero ahí se queda. Seguiré con la revisión de Bresson en el blog del amigo Alex... en catalán, por supuesto. Ya te indicaré la URL si te interesa darle un vistazo.
Pues vaya
I don't think I've ever seen a Buñuel movie, and to tell you the truth, I'm not sure I'd be seeing one, at least, not now. Maybe when I'm older and my tastes mature a little more, I might try. But as of now, his movies are not really my type. I stick to what I like when it comes to movies, but I try a little every year to expand my tastes to something different.
Peinabombillas
Del it. peinar, bombilla.
1. adj. Dícese de aquel hombre que realiza actividades absurdas o faltas de razonamiento.
2. adj. coloq. Dicho de una persona: Que se comporta de forma similar o que evoca al cineasta James Gunn.
Peinabombillas
Del it. peinar, bombilla.
1. adj. Dícese de aquel hombre que realiza actividades absurdas o faltas de razonamiento.
2. adj. coloq. Dicho de una persona: Que se comporta de forma similar o que evoca al cineasta James Gunn.
Como le dijo Godard a Malraux, cuando le censuraron La Religieuse a Rivette: aquí estamos entre intelectuales. Lo que se trata queda muy por encima de meras convenciones o códigos lingüísticos, aparte de que no queda nadie hablando de Buñuel ni de Bresson en todo el internet, en ningún lado, en ningún idioma. Personalmente me parece un lujo que reductos como este se mantengan.
"It's a hell of a lot easier to shoot color than it is to shoot black-and-white; don't ever let anybody tell you different" - John Ford
17. Ensayo de un crimen o La vida criminal de Archibaldo de la Cruz (1955)
Ensayo de un crimen (o, como también se conoce, La vida criminal de Archibaldo de la Cruz) es una adaptación de la novela del poeta, dramaturgo y narrador mexicano Rodolfo Usigli, publicada en 1944. El guion, que al parecer desagradó al novelista, lo firman Buñuel y el guipuzcoano Eduardo Ugarte, también exiliado en México. Desconozco la obra original, aunque por la sinopsis que leo en la Wikipedia las diferencias con la película son más que notables, a pesar de que Usigli atribuye también a De la Cruz, como en el film, la característica de ser una especie de diletante del crimen, alguien que lo considera un arte (¿quizá un guiño a Thomas de Quincey y su “Murder Considered as One of the Fine Arts”, de 1827?).
Me apresuro a decir que el guion me parece una maravilla, una obra de ingenio afilado, divertida y perturbadora a un tiempo, perfectamente estructurada mediante un prólogo excelente que gravita a lo largo de todo el film y un flashback que ocupa la casi totalidad de la película.
Para llevarlo a la pantalla, Buñuel contó esta vez con un reparto al cual no le pongo ningún pero (aunque alguna gotita de vinagre se podría soltar), en especial el acierto de recurrir de nuevo (como en Abismos de pasión, pero de manera mucho más afortunada) a Ernesto Alonso, sencillamente soberbio en su papel de Archibaldo “Archi” de la Cruz, entre burlón e inquietante (formando así una pareja magistral con el psicópata Francisco, encarnado por Arturo de Córdova en Él).
Pero no solo Alonso, las tres actrices que encarnan los personajes de las tres posibles víctimas de Archibaldo están muy bien elegidas: la bellísima y malograda Miroslava como Lavinia (que se suicidó poco después finalizar el rodaje, antes del estreno de la película);
Rita Macedo, de particular acento, como la descarada y provocadora Patricia;
y Ariadne Walter, como la “recatada” (pero menos) niña bien Carlota Cervantes.
La película arranca de manera insuperable (uno de los mejores inicios que recuerdo): una desconocida voz en off nos presenta la reconstrucción (¿real, ficticia?) de un episodio vivido durante la revolución mexicana. Archibaldo, un travieso y mimado niño de la alta sociedad (que ha estado jugando con la ropa de su madre), asiste asombrado a la muerte de su odiada institutriz a consecuencia de un bala perdida (lo que me trae a la memoria la muerte de la esposa del personaje de Fernando Fernán-Gómez en Vidas en sombras, de Llobet Gracia). El insolente mocoso cree que la muerte ha acontecido gracias al poder que le otorga una cajita de música (cuya musiquilla será el leitmotiv del film).
El resultado de su deseo inconfesable se traduce en el cuerpo sangrante de la institutriz, tendido en el suelo, mostrando generosamente las medias y ligas que cubren sus piernas. Eros y Thanatos unidos en una poderosa imagen que Archibaldo graba en su mente infantil.
Finalizado el cuento o rememoración, descubrimos que la voz pertenecía a un Archibaldo ya adulto, que está ingresado en un hospital al parecer por una crisis nerviosa. La oyente de su narración ha sido la monja que lo atiende. Ante la sorpresa del espectador, Archibaldo saca de un maletín una navaja de afeitar (tiene una para cada día) y se lanza sobre la monja para degollarla. Esta huye a toda velocidad y, sin darse cuenta, se precipita al vacío por el hueco del ascensor. Conclusión: ha sido un accidente.
Pero Archibaldo quiere adquirir la notoriedad de asesino, así que se dirige al juez que instruye el caso para confesarle su culpabilidad por la muerte de la monja y de varias mujeres anteriormente, incluida su esposa, creyéndose poseedor de un poder que le concede la realización de sus deseos más macabros y criminales.
A partir de ese momento, la película nos describe mediante un larguísimo flashback las andanzas del relamido Archibaldo, tipo ocioso, ceramista aficionado, que ronda a una joven de la buena sociedad, pero que no muestra demasiada habilidad seductora.
Las víctimas potenciales serán las tres indicadas. Todo parece ponerse en marcha a partir del momento que se reencuentra en una casa de antigüedades con la cajita de música de su infancia, perdida por el saqueo de la casa familiar durante la revolución.
Por mor del poder de la cajita, según cree o quiere creer, se ve impulsado a cometer un crimen. Primero en la persona de Patricia, con la que coincide en un salón de juego (donde su molesto comportamiento le hace decir “la asesinaría con mucho gusto”),
para después acompañarla a su apartamento donde espera cumplir su deseo criminal, pero la aparición de su amante, Willy (José María Linares-Rivas, uno más de los actores españoles que pueblan las películas mexicanas de Buñuel), lo frustra. Sin embargo, Patricia aparece al día siguiente muerta.
La siguiente víctima potencial será Lavinia. El primer contacto ya lo tuvo con ella en la casa de antigüedades, pero vuelve a encontrarla en un local a donde la chica, que ejerce de guía turística, lleva a sus clientes, un grupo de “gringos”. Archibaldo le propondrá que haga de modelo para él, para lo cual la invita a su casa. Allí, Lavinia se encuentra con una sorpresa: Archi ha adquirido un maniquí que es una réplica exacta de la muchacha (estoy convencido que esta secuencia y lo que sigue a continuación harían las delicias de Sir Alfred).
Pero Lavinia frustra una vez más las ansias criminales de Archi, y lo hace además mediante una burla cruel. Pero De la Cruz encuentra un substitutivo (podríamos decir que masturbatorio) de su deseo: arrastra al horno crematorio el maniquí, en una de las secuencias más inquietantes del cine de Buñuel (y que, en su día, se censuró parcialmente: recuerdo que en un pase televisivo añejo está secuencia, como también la caída de la monja por el hueco del ascensor y quizá alguna más, estaban mutiladas). Impresionante esa pierna artificial que se desprende del cuerpo o ese zapato que ha quedado suelto en el salón.
Finalmente, será Carlota su obscuro objeto del deseo, inicialmente de forma “pura”: le propone el matrimonio. Carlota acepta, pero antes de casarse mantiene una cita con su amante secreto, el arquitecto Alejandro (Rodolfo Landa). Advertido por medio de un anónimo, Archibaldo es testigo de la relación amorosa que Carlota le ha ocultado. Su idea será matarla después de la ceremonia, en la cámara nupcial, crimen que visualiza en su imaginación, lo cual introduce la curiosa irrupción dentro del flashback de algo que no es más que la ilustración de una fantasía. Pero tampoco esta vez saldrá airoso, porque alguien se le adelantará.
Volvemos al despacho del juez, una vez finalizado la rememoración de Archibaldo. El juez le convence de que no es culpable de nada, de que por querer matar a alguien no se le puede condenar (interesante juicio que choca frontalmente con la doctrina católica, que deja claro que se puede pecar de pensamiento, palabra, obra y omisión). Le aconseja guasón: “rasúrese Vd. con máquina”, en referencia a las afiladas navajas de afeitar con las que Archi ha intentado cometer sus crímenes.
El final, como otros de Buñuel (y como también solía pasar en muchas las películas de Hitchcock), es falsamente tranquilizador. Archibaldo se desprende de la cajita de música y del bastón (que a menudo se considera un símbolo de impotencia... lo cual, evidentemente, me recuerda cierto personaje de una de las mejores, sino la mejor, películas hitchcockianas) y, casualmente se encuentra de nuevo a Lavinia con la que se aleja paseando por un parque arbolado.
La película está tan llena de momentos impactantes, sorprendentes, osados, que se hace difícil hacer un resumen. Resaltaría, además de lo dicho, lo acertado de la música (de Jorge Pérez, aunque ignoro si es el compositor original del minué que sale de la cajita y que suena diversas veces a lo largo del film, en ocasiones distorsionado) y la utilización de la profundidad de campo (la fotografía es de Agustín Jiménez, como también lo fue en Abismos de pasión), con momentos tan logrados como el de la huida de la monja o el juego que da a la hora de moverse a través del interior de la mansión de De la Cruz.
Así pues, con un muy buen sabor de boca (espero que le guste incluso a Alex), daremos paso en la próxima entrega al Buñuel “en francés”, con la primera de las cuatro películas en ese idioma, Cela s’apelle l’aurore (rodada en Córcega), anteriores a Belle de jour (1967).
Me pongo ahora mismo con el visionado de LA ILUSIÓN VIAJA EN TRANVÍA que ya habéis comentado tiempo ha pero que, en realidad, sigue a ABISMOS DE PASIÓN si seguimos con la cronología según fecha de inicio de rodaje.
Eso sí, tengo un (mega) programa doble para "el otro rincón" y que incluye los dos únicos largometrajes de ficción que se rodaron en Cinerama (LA CONQUISTA DEL OESTE (1963), de Ford (ya lo siento, amigo Alex... ), Hathaway y Marshall y EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS HERMANOS GRIMM (1962), de Levin y Pal) y que me he visto el martes y el jueves en sesiones maratonianas por la tarde y que tengo intención de comentar el domingo por la tarde... si deja de apretar el calor... porque últimamente Bilbao está a la cabeza en cuanto a capitales de provincia en cuestión de temperaturas...
De la última he recibido recientemente - y por un precio ridículo - una espléndida copia norteamericana - y con subtítulos en inglés - y cargada de extras y que además formará más adelante (si las autoridades, la salud y el tiempo lo permiten) parte del subhilo que quiero dedicar (también en EOR) al productor austrohúngaro George Pal (1908-1980).
Por cierto, aunque LA CONQUISTA se empezó a rodar primero LOS HERMANOS se estrenó antes.
Y hago mutis por el foro porque si no no me va a dar tiempo a ver la (demorada) entrega buñueliana.
Última edición por Alcaudón; 09/09/2023 a las 21:32
Por una vez y sin que sirva de precedente estoy bastante más de acuerdo con Alex que con mad dog earle en cuanto a la calidad del filme.
¿A qué film te refieres? Porque con tantas idas y venidas me he perdido. ¿A La ilusión viaja en tranvía?
Sí, manito.
Y espero ponerme en breve con EL RÍO Y LA MUERTE (1955), ENSAYO DE UN CRIMEN (1955) y ASÍ ES LA AURORA (1956).
Por cierto, la copia en DVD de que dispongo de esta última fue una (efímera) colaboración entre Divisa y la revista Dirigido por...
Última edición por Alcaudón; 09/09/2023 a las 10:29
Es la misma que tengo yo.
Sobre La ilusión... recuerdo que Alex soltó vinagre a chorro. Yo no soy tan crítico. Me parece una comedia divertida, dentro de ese cine popular, de barrio si se quiere, que Buñuel hizo en España, con Filmófono, y en México, y que en este caso no me parece un "producto" meramente alimenticio.
EL RIO DE LA MUERTE es aun peor para mi, aunque el farolillo rojo es sin duda GRAN CASINO. Sobre EL ENSAYO DE UN CRIMEN, pues cuando Bunyuel (no tengo la ny castellana en el teclado y pongo la catalana) se americaniza a lo Hitchcock y se deja de cines de Barrio y cucamonas, el resultado es como minimo satisfactorio.
LA ILUSIÓN VIAJA EN TRANVÍA es muy flojita. Claro que después de ÉL y de ABISMOS DE PASIÓN (ya lo siento...) el contraste todavía es mayor.
ENSAYO DE UN CRIMEN, a falta de revisarla, la tengo por una de sus obras mayores.
Esto ya es otra cosa!!!!! Claro entramos en el juego del cine de terror clásico, tiene escenas potencialmente terroríficas, que, y aquí viene el poco vinagre, si me hubieran quitando ese ambiente de cachondeito, o sea de comedia negra, para centrarse más en el género de terror, y a expensas del posible resultado, creo que sería para mi una obra top. Como ya he dicho alguna vez, no caso mucho la combinación de comedia de terror, o comedia negra de terror, y se, porque lo veo venir y lo sospecho que esa incursión a la comedia negra es loable por muchos, pero oigan, cuestión de gustos.
Dicho esto, el film es muy disfrutón, y más sabiendo de donde venimos, o de donde vengo, mejor dicho, del tortuoso camino de mediocridades en la (sobre)valorada etapa mexicana, aunque ésta formará parte del grupo en minoría de las buenas. Ya Mad lo ha descrito todo a la perfección, así me facilita el camino para ir directo a la opinión sin tener que sinopsear, que ya es mucho, aunque si fuera el que abriera el fuego en las revisiones, dudo que sinopseara. Como ya he dejado alguna pista, lo que me fascina del film, son los elementos de terror que tiene, teniendo dos momentos de alta intensidad terroríficamente hablando, el primero se trata de la escena de la monja, que sabiendo de que pie calza Buñuel, no debería sorprenderme, pero no es así, el viaje por el hueco del ascensor de ella, me deja en shock, porque ahí hay mucha mala baba por parte de Buñuel.
Lo segundo que más me fascina del film es la parte, también terrorífica, de la juguesca con el maniquí y la protagonista femenina, ese doble juego es digno de estar entre las mejores escenas de terror clásico. No es sólo eso, es toda la estructuración del film en forma de cuento a lo "érase una vez", con esos largos flashbacks, partiendo de la permanente duda de deseo y realidad, duda sin resolver, por suerte, que te deja con un final muy a mi gusto y tan típico del cine de terror, con un falso happy end, dejando siempre la puerta abierta a lo perverso.
En cuanto al reparto, me han encantado las mujeres del film, todas excelentes, y en cuanto a Archibaldo de la Cruz, también a alto nivel, me gusta más Arturo de Córdova, entiendo que físicamente, Ernesto Alonso, es una buena elección.
En resumen, un film muy influyente que se merece una edición en BD (la hay?) para que la disfrutemos en alta definición. Cuando Buñuel se vuelve más Hitchockiano, más yanqui, y se deja de cucamonas del cine de barrio mejicano, se nota en el resultado final. La siguiente, la de Lucía Bosé no?, es un gran aliciente.
Sí, la próxima será la de Lucía Bosé. Pero no puedo avanzar nada, no la recuerdo en absoluto.
A mí sí que me va la comedia con el terror.A ver si la puedo ver mañana.... en HD
Última edición por hannaben; 11/09/2023 a las 23:38
Yo esta noche me veré (o al menos lo intentaré...) EL RÍO Y LA MUERTE y de esta forma lo combinaré en un programa doble con la recientemente revisada LA ILUSIÓN VIAJA EN TRANVÍA que tampoco merece un comentario demasiado extenso.
18. Así es la aurora (Cela s’apelle l’aurore, 1956)
¡Qué malo que te fuiste, cuate! Ya sé que para los sufridos ojos de Alex, este alejamiento de tierras mexicanas quizá sea un descanso, sobre todo por la presencia de la madre del “amante bandido”, pero por mi parte he de decir que, viendo esta Cela s’apelle l’aurore, he echado a faltar las sesiones de cine de barrio mexicano que nos ha obsequiado el bueno de Don Luis.
Con el suizo Claude Jaeger como productor ejecutivo, estamos ante una coproducción franco-italiana, de ahí, supongo, la presencia de Lucia Bosè, ya famosa por sus películas con Antonioni: Cronaca di un amore y La signora senza camelie (también había rodado Muerte de un ciclista, de Bardem). El equipo es fundamentalmente galo: nombres que podemos asociar a Jean Renoir, como la montador Marguerite Renoir (de la que hablamos en el ciclo dedicado al director francés) o el compositor Joseph Kosma; el veterano Robert Lefebvre tras la cámara; y unos ayudantes de dirección de lujo, Marcel Camus y Jacques Deray. Además, Buñuel filma la adaptación de una novela de Emmanuel Roblès de 1952, con guion escrito en colaboración con Jean Ferry (Sánchez Vidal, en la monografía de Cátedra, dice que inicialmente el colaborador tenía que ser Jean Genet).
La acción transcurre en Córcega, en Bastia (ciudad de la que vemos diversas vistas) y alrededores, a diferencia de la novela que la sitúa en Cerdeña, según leo en la sinopsis de la Wikipedia (algo que, al parecer, confunde a Sánchez Vidal en su comentario). El doctor Valerio (un soso Georges Marchal), durante la ausencia de su mujer, que no soporta la isla (y le insiste que la dejen para ir a Niza), inicia una relación amorosa con Clara (Bosè), una joven y bella viuda italiana que está de paso.
En paralelo al convencional romance adultero, que no parece interesar demasiado a Buñuel (ni a mí, sinceramente), se desarrolla un drama social. Sandro (Giani Esposito), que tiene a su cargo el cuidado de unas tierras que pertenecen al empresario Gorzone (Jean-Jacques Delbo), las desatiende porque ha de ocuparse de su esposa, gravemente enferma, lo cual comporta que Gorzone, el típico empresario explotador al que ya hemos visto enfrentarse a sus obreros después de un accidente laboral, lo desahucie (para seguir con Renoir y, de paso, volver a los tiempos de L’Âge d’or, el sustituto es Gaston Modot).
El traslado forzoso de la enferma acelera su muerte y Sandro decide tomar venganza. En un gesto, este sí, muy buñueliano, irrumpe en una fiesta organizada por Gorzone y le descerraja varios tiros (la violencia de las pistolas no es patrimonio mexicano).
Valerio, a pesar de la oposición de su mujer, que ha regresado a la isla, y del suegro, que la acompaña, decide ayudar a Sandro, esconderlo en su casa y preparar su huida por mar. Pero el comisario Fasaro (Julien Bertheau), que siempre ha sospechado de la connivencia del médico, descubre el escondite de Sandro y lo acorrala en Bastia.
Allí, desesperado, Sandro se suicida.
El argumento nos recuerda que estamos en la época del existencialismo: compromiso, crítica social, dilemas morales, lo que se transparenta en la actitud que adopta Valerio, un personaje que, a pesar de su adulterio, parece aureolado de virtudes: abraza la defensa de los desfavorecidos, incluso a costa de enemistarse con Gorzone y con su rico suegro y, a su vez, aparecer como sospechoso ante “la ley y el orden”, o sea, ante el comisario (que, no por casualidad, tiene un libro de Paul Claudel, defensor de Franco durante la Guerra Civil, y una reproducción del “Cristo de Port Lligat” de Dalí colgada de la pared en su despacho, cuadro que aparece y desaparece según la secuencia).
Además de estas pequeñas “vendettas” particulares de Buñuel, una manera de calificar de fascistoide al representante del orden, o la caricaturesca caracterización del empresario Gorzone, no acabo de ver nada destacable en este film, que, a pesar de ello, fue al parecer un éxito comercial (lo que no le ahorró algunas duras críticas, como, por ejemplo, de Eric Rohmer), y merece el siguiente comentario elogioso de Buñuel en sus memorias: “... me gustaba mucho esa película”. Hay también, para los interesados en rastrear aspectos iconográficos y simbólicos dentro de sus películas, la presencia una vez más de una gallinas, que se escapan por las calles de Bastia, como si fueran un presagio de la tragedia final de Sandro, y una extraña foto de un busto de Cristo con unos cables eléctricos adosados.
A mí, Cella s’apelle l’aurore me ha sabido a muy poco, hasta el punto de parecerme uno de los films menos interesantes del aragonés hasta la fecha, solo por encima de algunos palmarios fiascos mexicanos, todo ello a pesar de la presencia de Lucia Bosè, que tampoco es que deslumbre, como sí lo hacía en los films de Antonioni citados.
La próxima entrega será un híbrido: La mort en ce jardin, en francés y con reparto galo en los papeles principales, pero rodada en México, representando una imaginaria república latinoamericana. Como me pasaba con la comentada hoy, tampoco de esta tenga recuerdos definidos.
Última edición por mad dog earle; 14/09/2023 a las 14:01 Razón: He querido esconder con un aviso de espóiler la resolución del film, pero no he encontrado el botón correspondiente.
Vista la de Archi ya comentaré,la pongo un pelín atrás de "EL" pero en general más que bien