La otra es
El monje, de Ado Kyrou, adaptación de la célebre novela gótica del mismo título de Matthew Lewis. Pero el detalle más atractivo para cinéfilos es que Kyrou parte del guion escrito por Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière, proyecto que acarició toda su vida el de Calanda y nunca pudo llevar a buen puerto. Es evidente que uno no puede dejar de ver el film sin pensar qué hubiera hecho Buñuel. El tema se presta a las constantes del aragonés: un monje tenido casi por santo, Ambrosio (un Franco Nero un tanto despistado), modelo de pureza, cae seducido por una mujer (Nathalie Delon) que se introduce en el monasterio como novicio y que mediante un pacto diabólico lo arrastre en una espiral de depravación, que tiene su punto culminante en el crimen y en el intento de violación de una menor que lo tiene obsesionado.
Al final, Ambrosio, juzgado por la Inquisición, se salva de la condena pactando él mismo con el diablo. La última secuencia, en un giro totalmente buñuelesco (que me ha recordado el final de
L’âge d’or, cuando unos torturadores sadianos abandonan su refugio y uno de ellos recuerda el aspecto de Jesucristo),
nos muestra la plaza de San Pedro en la actualidad, llena de gente que aclama al Papa... que es Ambrosio.