Aunque off-topiqueando ligeramente, la primera parte de
Hellraiser es más que recomendable, pese a que la dureza y violencia de sus imágenes puedan echar para atrás a no pocos espectadores.
Destacar su magnífica banda sonora, obra de
Christopher Young (quien repetiría en la segunda parte, siendo su trabajo lo más destacable en una mareante trama que elevaba la violencia y lo desagradable considerablemente, en pos de un guión renqueante y confuso), así como su feísta fotografía y sus ultra-realistas efectos de maquillaje.
De las continuaciones que siguieron, poco (bueno) puedo decir. Con la tercera entrega me perdieron por completo.
De la simpática
Trans-gen no hay, que yo sepa, edición física, siendo su lejanísimo pase en el programa Alucine en la 2 (¿allá por 1998-2000?) la última vez que pude verla (uno de esos títulos de videoclub, que pude ver por vez primera un lejanísimo verano en casa de unos amigos que disponían de vhs).